A la puerta de la iglesia de Santa Ana, heredera de un primer templo que se levanto aquí hace apenas 350 años.Estamos en el Soho. Distrito de Westminster, en el West End de Londres. Empieza a tomarse la gran decisión. El Reino Unido vota, desde este momento, si se queda en la UE o se convierte en la primera nación que decide salirse. Decisión irreversible.
Subrayándolo los dirigentes de la campaña por la permanencia, el primer ministro Cameron, que no hay marcha atrás. Que no tendrá solución. Out is out, dice Juncker. Tampoco es que la comisión europea tenga una tradición sólida, digamos, de mantener su palabra.
Dieciocho años y haberse apuntado para votar. Anoche se emitió el último debate televisado entre partidarios y detractores de la UE. Y destacó la intervención de Sheila Hancock, la actriz de 93 años, que recordó su infancia en la segunda guerra mundial, los bombardeos de esta ciudad, el odio que sentía entonces hacia los alemanes. Pero para añadir después que la UE representa justo el antidotoa los extremismos y los conflictos.
La búsqueda, unidos, de soluciones a los problemas.Hasta las diez de la noche y no habrá encuestas de cierre de urnas. Sí que las hay esta mañana.
——-Para todos los gustos. La cosa está apretada.
——-Últimos debates anoche en TV y argumentos sobradamante ya conocidos.
En su último mítin, ayer, Cameron martilleó el argumento económico, el estropicio que causaría, dice él, en la economía del país y el bolsillo de los británicos. Todos los expertos, dijo, coinciden en ello, por eso la campaña del irse dice que ya está bien de exper-
tos. La metedura de pata de Michael Gove, el ministro de Justicia portavoz de la campaña del Brexit, al comparar a los economistas que alertan de las consecuencias terribles de irse de la UE con los nazis que denunciaron las teorías de Eisntein en los años treinta proclamando lo equivocado que estaba sólo por ser judío.
Ha tenido que pedir disculpas el ministro. Aunque en algo sí es posible que buena parte de la sociedad esté de acuerdo con él: los
británicos se han dado un atracón de expertos que han desfilado por todos los programas de radio y televisión para contar lo que pasará si hoy gana aquí el exit. Aunque a la vez todo el mundo admita que, como esto no ha pasado antes nunca (que un país de la Uniòn coja la puerta) es imposible saber qué consecuencias acabará teniendo.
Una hora antes de que los británicos empezaran a votar aquí lo estaban ya haciendo los ciudadanos del peñón de Gibraltar. Allí, salvo gran sorpresz, ganará de largo el quedarse por la cuenta que le trae a la colonia preservar su condicion de territorio europeo.
——-¿Cómo discurre la mañana?
Vota Gibraltar. Votan los británicos. Una papeleta con dos opciones: hay que escoger una poniendo una equis en la casilla que uno elija. O la del leave o la sel remain. Irse o quedarse. ¿Mensaje de la UE a los británicos? Si me quereis, quedarse.
En España el penúltimo día de campaña electoral tiene un protagonista a su pesar y a la defensiva: el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. La difusión de las conversaciones con el director de la oficina anti fraude catalana en las que ambos comentan el perjuicio que podrían causar a dirigentes de los partidos independentistas difundiendo sospechas a través de los medios le ha complicado mucho al PP la recta final de la campaña. Rajoy, que por la mañana afirmó aquí que él garantiza que nun-
ca, desde su gobierno, se han filtrado investigaciones para perjudicar a adversarios políticos, añadió en El Hormiguero que ni Fernández Díaz va a dimitir ni él ve motivos para reprocharle nada ni al ministro ni al director de la oficina antifraude catalana.
Sostiene Rajoy que tanto él como su equipo están tranquilos porque saben que no es casualidad que esto se difunda a pocos días de unas elecciones. La tesis del gobierno es ésta: no sólo no hubo utilización partidista de las instituciones contra sus adversarios sino que es víctima, el gobierno, de una conspiración electoral de esos adversarios. El director de la oficina anti fraude, que aparece en las conversaciones como muy deseoso de agradar al ministro dándole informaciones reservadas y llevándole papeles, dice que él tampoco dimite porque no lo merecen los ciudadanos.
Ocurre que es el Parlamento que representa a los ciudadanos catalanes el que le ha exigido a Daniel de Alfonso que abandone de inmediato ese cargo.
