Monólogo de Alsina: "Colau, constructora de puentes, dinamita el único que había sido capaz de tender"
Todos contra todos.Ahora ya sí se nota que hay elecciones en cinco semanas. Elecciones autonómicas, como cada dos años en Cataluña. Y por más que éstas sean diferentes a todas las anteriores.
Todos contra todos, menos Esquerra y Colau.
Roto el matrimonio de conveniencia (Esquerra-Convergencia) que ha llevado Cataluña a la situación más inestable —y más tensa, y más incierta— de los últimos cuarenta años, se abre la competición por el voto.
Para empezar, en el bloque independentista. Junqueras contra Puigdemont. El ideólogo (con Artur Mas) del procés frente al torpe capitán al que auparon al puente de mando. Esquerra sale decidida a rematar al PDeCAT después de haber desdeñado la oferta puigdemoníaca de concurrir juntos, más los jordis, la CUP, Guardiola, Pamela Anderson y todo preso preventivo que se animara. "Va a ser que no", le hizo saber Junqueras. Que además de ir primero en las encuestas siempre podrá alegar que él conoció la dura vida de Estremera mientras el otro se hacía selfies en Bruselas. Va a ser que no.
En el mundo real el tal president está destituido. Pero es que en el mundo paralelo del independentismo ya no le reconoce autoridad ni quien fue el vicepresidente de su gobierno.
Todos contra todos. Menos Esquerra y Colau.
En lo que queda de Convergencia hay codazos por meterse en una lista de la que sólo sobrevivirán como diputados unos pocos. El invento éste de Puigdemont, la lista del president, ha desbaratado los planes y obliga a fingir que aplauden una iniciativa de la que, en realidad, abominan.
President, ¿para quién? Si su propio partido, el PDeCAT, lo va a presentar como candidato arrastrando los pies y porque la premura les impide encontrar a otro. La premura, y la jugada que les ha hecho el propio Puigdemont anunciando su candidatura sin convocar una de esas consultas a las que tiene tanto apego. No le dio a nadie el derecho a decidir lo que tenía él ya decidido cuando se subió al avión en Marsella. Ni contó con la señora Pascal, que es la coordinadora y encargada de las listas, ni contó con el señor Mas, que sigue siendo, para disgusto de los renovadores, el presidente del partido. Inhabilitado, por cierto, para cargo público y ocupado en convencer a los catalanes para que entre todos le paguen la fianza.
Todos contra todos.Menos Esquerra y Colau.
La alcaldesa constructora de puentes –-así se describe ella misma, buscadora incansable de acuerdos, víctima de la polarización y de la falta de diálogo--, la constructora de puentes acaba de volar el único que, en realidad, había levantado en estos años. Su acuerdo con el PSC para gobernar Barcelona queda dinamitado por voluntad de la señora. Con la coartada de una consulta a sus bases que apenas disimula la jugada.Toca soberanismo, derecho a decidir, Estado represor y todo el repertorio del independentismo y asimilados. El gobierno municipal de Barcelona puede esperar. La municipalista lo es sólo cuando no hay autonómicas.
La CUP contra Colau.
Y la CUP contra el sistema. Pero participando del sistema.
¿Quién dijo que la CUP no participaría nunca en las elecciones de Rajoy?
La CUP, que en otros tiempos podía presumir de pétrea coherencia en su labor dinamitera, también recula y traga con el 155. De reclamar a sus seguidores la rebelión pacífica, la resistencia callejera, de impugnar las elecciones autonómicas y proclamar, ¿cómo era aquello?, que nunca participarían en unas elecciones impuestas…
…a empezar a pegar carteles porque el tiempo apremia y no va a haber escaños para todos. Montaron una de sus asambleas este fin de semana y concluyeron, por mayoría absolutísima, que hay que tragarse el sapo, mojarse los pies e ir a pescar escaños.
¿Sorpresa? Ninguna. ¿Farfolla argumental para justificar el sapo? Toda. Que si las elecciones son ilegítimas pero la República les necesita. Que si será una candidatura rupturista, y de izquierdas, y muy independentista, y muy anticapitalista y muy de todo.
En la CUP Van de puros-duros (firmes e inmaculados) pero tienen la calculadora del poder siempre en la mano. Saben que si no tienen la llave de la mayoría parlamentaria son poca cosa, pero si no están en el Parlamento son la nada. Así que a envainársela tocan. Aún no llegan tan lejos como Forcadell —no prometen respetar la Constitución— pero, de facto, ya han empezado a respetarla.
Todos contra todos. Menos Colau contra Esquerra Republicana. Y viceversa.
Ahí hay pacto de no agresión. Todo lo que saquen por su lado luego suma.
Forcadell, por supuesto, no se dejó ver en la manifestación del sábado en Barcelona porque para exigir la libertad de los reclusos preventivos ya están otros. Cientos de miles de personas, sí, una manifestación multitudinaria, pero sin alcanzar los récords de las diadas. Si el objetivo de los convocantes hubiera sido llenar de manifestantes la calle, sólo cabría decir que objetivo conseguido. Pero dado que se habían propuesto alcanzar los niveles de las diadas, habrán de admitir que tan lejos no han llegado. Si hace dos meses le hubiesen dicho a la ANC que habiéndose aplicado el 155, habiéndose destituido a Puigdemont y habiendo enviado una juez a prisión a los Jordis y a Junqueras no iban a salir dos millones de personas a la calle seguramente no lo habrían creído. El agotamiento del procés hace mella.
Ni se presentó Forcadell ni los otros diputados independentistas investigados en el Supremo que se comprometieron a actuar dentro de la Constitución. Si han de elegir entre la estrategia judicial para aminorar los cargos y la movilización callejera para exigir que salga de prisión el resto, eligen lo primero. La solidaridad no alcanza a arriesgar el propio cuello.
La de Puigdemont, como sabemos, aún menos.
Ciudadanos disfruta estos días de la miel demoscópica. Las encuestas vuelven a sonreír al partido de Albert Rivera. En autonómicas, la última vez, le fue mejor de lo que anticipaban los sondeos. En generales, sin embargo, le sucedió lo contrario.
El CIS que se hizo en la primera semana de octubre atribuía a Rivera el 17,5 % de los votos y la cuarta plaza en votos que podría ser tercera en escaños. El sondeo de Metroscopia que hoy publica El País —se hizo la semana pasada— dispara a Ciudadanos a la segunda plaza (empatado con el PSOE) y el 22,7 % del voto. Es el partido que mejor valoración recibe de su actuación en el Parlamento y cuyo líder obtiene la mejor nota entre sus partidarios. Sánchez también mejora la nota entre los suyos, pero no tanto. Y aunque sube ligeramente en el último trimestre, no alcanza a superar su resultado de las últimas generales.
El trompazo, de nuevo, se lo lleva Pablo Iglesias. Podemos cae a la cuarta plaza y no alcanza el 15 % de los votos. Si hay que dar por bueno el CIS de octubre y esta encuesta de hoy, en el último mes la caída se ha acelerado y más que caída ya es desplome. Iglesias es el líder peor valorado y sólo la mitad de sus votantes aprueba su desempeño como líder.
Estado de opinión a día de hoy:
Rajoy ganaría de nuevo, aunque tiende a la mengua.
Sánchez mejora, más en percepción de su labor que en votos.
Rivera se dispara.
Pablo Iglesias naufraga.