El debate sigue convocado. El cara a cara más insólito, inédito (y desde luego interesante) que se ha visto en la campaña de las elecciones catalanas —porque uno de los que debate es el número cinco de una lista, Junqueras, y el otro ni siquiera se presenta, Margallo—-): calzón corto y protectores dentales para el combate del siglo. Por más mensajes que le llegan al ministro haciéndole saber que en Génova no ganan para tila desde que este debate se ha anunciado —-no porque vaya el ministro de Exteriores, sino porque ese ministro es Margallo—, el ministro persevera porque él ha dado su palabra de que hará el debate. Y la palabra dada, para Margallo, resulta que vale más que el estado de nervios en que andan algunos de los suyos. No va a quedar a estas alturas como un gallina. Y por mucho que el debate esté planteado sobre aquello que, según el PP, es indebatible: que Cataluña no se declarará independiente en ningún caso.
“Debatiré con Junqueras porque no puedo seguir en silencio”, le dice al ABC. ¿Seguir en silencio? ¿Margallo? Que nunca fue precisamente el mudito. Aparte de a García Albiol, a quien debe de tener incómodo este debate es a Artur Mas: tanto protagonismo para Junqueras, ahora que había conseguido el president diluirlo en una lista de coros y danzas y neutralizarlo como adversario político de izquierdas.
Llegados al ecuador de esta campaña peonza que no para de dar vueltas sobre sí misma, el debate sigue centrado es aquello que, por más que se esfuerce Mas, carece de debate: que un estado nuevo nace, por definición, fuera de los organimos internacionales. Es de Barrio Sésamo, dijo ayer Miquel Iceta en una nueva declaración bailable del aspirante socialista. Ha mojado Merkel en la campaña, lo han hecho Cameron, Obama y la comisión europea. Todos inducidos por el gobierno de España, denuncia Mas. Pues sí, claro. Todos animados por el gobierno de España. Como dijo el otro día Albiol: sólo falta que hable el Papa.
Abandone toda esperanza el señor Albiol porque Francisco, aparte de que habla menos con el palacio de la Moncloa que estos otros gobernantes extranjeros, anda ocupado en otras cosas. Tiene un viaje a Cuba que empieza mañana, otro a Estados Unidos que viene luego y una intervención ante la Asamblea de las Naciones Unidas. En ausencia de papa, hable el pope Margallo. Sobre la permanencia en la Union Europea que tampoco todos los independentistas desean. Hay algunos en la CUP que abogan por irse y punto. Como dijo anoche la representante que enviaron al debate de 8TV, qué importa lo que digan estos dirigentes fuera si con los dirigentes catalanes, los nuestros, nos sobra como gurúes. Vas a comparar tú al tal Obama con mi Raul Romeva. Que lo mismo te hace de eurodiputado de izquierdas que de moño de una lista frankenstein u hombre anuncio de una óptica.
Romeva desencadenó el momento más ridículo del debate que anoche moderó Josep Cuní con Rahola como animadora en la banda: acababan de emitir en el debate la declaración del portavoz de la comisión europea sobre qué pasa si un territorio europeo (da igual de qué estado) se independiza. Y el señor Romeva se empeñaba en negar que el portavoz hubiera dicho lo que Arrimadas, Espadaler, Albiol, subrayaban que había dicho. Invocaba su experiencia como eurodiputado para negar que esa interpretación fuera correcta. Y entonces dijo: pido al moderador que emita de nuevo la declaración para que os fijemos. Y lo siguiente fue: votemos.
Votaron los participantes en el debate sobre si se repetía o no la declaración. Quién dice que en Cataluña no se vota. Votan hasta en los debates. Se repitió la declaración, que decía lo mismo que antes, claro, y contra toda evidencia insistía Romeva en que se le estaba entendiendo mal al portavoz éste. En vísperas de las elecciones catalanas, ha desembarcado Grecia como argumento de campaña. De Guindos le ha dicho al Financial Times que el riesgo real para Cataluña no es la independencia, que no es posible, sino que se consume allí un gobierno como el de Syriza en Grecia, porque Artur Mas ha dejado de ser centrista para rodearse de marxistas y troskistas. Albiol insitió ayer con un documento oficial de la Generalitat que incluye, entre los efectos negativos de una independencia, la necesidad de decretar en los primeros días un corralito. ¡A la griega!, dijo Albiol, como Syriza.
Y una parte de la CUP, en fin, se apunta a la tesis de Unidad Popular, los desengañados de Syriza que rompieron con Tsipras, y defiende salirse de la Unión y hacer piña con los italianos y los griegos que, según ella, están por la labor de romper con Europa. No ha debido de enterarse la CUP de que ni siquiera Syriza plantea ya romper con sus acreedores europeos. Tsipras se quitó el traje de revolucionario y ahora es un pragmático más, decidido a cumplir con lo que Europa mande para poder permanecer dentro. El domingo sabrá si los griegos le otorgan votos suficientes como para volver a presidir su gobierno.