Bertín le ha contado a El Confidencial que tenía una sociedad durmiente de éstas de Panamá. La montó en el 97, con el ya célebre bufete de los Mossack Fonseca. Y a nombre de esta sociedad está la finca que tiene Bertín entre Carmona y Alcalá de Guadaira. En tu finca o en la mía. Es la misma finca. La sociedad no ha tenido actividad en los últimos años, pero sí ha seguido siendo la titular de ese terreno.
El segundo mayor deudor a la Hacienda española es un señor condenado en su día por estafa: Mario Conde. Conde el malo. El bueno es el detective de Padura. También sintió Conde la presión de Montoro. Por eso necesitó acelerar el blanqueo del dinero que tenía fuera. Hoy no encontrará usted hoy a nadie que diga nada bueno de Mario Conde.
Con las cosas que se llegaron a escribir de él en los noventa. El dinero que metió este hombre en medios de comunicación para que le bailaran el agua, le rindieran pleitesía y le presentaran ante la opinión pública como el líder de la sociedad civil, el recambio de Felipe, el regenerador del reino avalado por su amigo Juan Carlos, el monarca.
No encontrará usted hoy a nadie que admita que se dejó comprar por Mario Conde. Aquel ascenso meteórico, alentado y jaleado por una parte del poder político y una parte, notable, de la España mediática de la época. El hombre hecho a sí mismo. Libre de obsesiones políticas. Limpio de sectarismo.
Las andanzas de Mario Conde en los noventa, solo y en compañía de Javier de la Rosa. Su intento de chantaje, a cuatro manos, al gobierno de Felipe y a la corona.
Hoy no va a encontrar usted a nadie. Iba a ser dios y acabó en vulgar mangante. Con sentencia judicial que te describe como tal: estafa, apropiación indebida, manejo del patrimonio del Banco Español de Crédito como si el banco fuera suyo, vaciamiento de capital en beneficio propio y en perjuicio de los accionistas. Mario Conde-Nado. No cabe presunción de inocencia en este caso. Condenado ya está. Lo que pasa es que nunca llegó a cumplir su condena del todo. Cumplió prisión, cierto, pero dejó de cumplir la parte de la condena que le obliga a devolver la pasta y compensar a aquellos a los que estafó. Cuando el señor Conde, o aquellos que le llevan a sus tertulias, pregonan que ya cumplió no están diciendo la verdad. Como tantas otras cosas de las que ha dicho en estos años Mario Conde, no es verdad. No ha pagado porque ha fingido, mentira sobre mentira, que no tenía nada.
¿Cómo se consigue ser rico, seguir siendo rico, llevar vida de rico cuando debes cuarenta millones de euros a los accionistas de Banesto y nueve millones (atención al dineral, nueve millones de euros) a la Hacienda Pública española? ¿Cómo lo consigues? Mintiendo. Mintiendo mucho. ¿Cómo puedes ir de insolvente y, a la vez, mantener tus fincas, tus casoplones y tu elevado nivel de vida? De nuevo, mintiendo. Mintiendo a cada periodista que te pregunta si no habrás ocultado tu patrimonio para que no te lo puedan embargar.
No había que estudiar en Harvard para establecer la sospecha que desde 2012 se propuso confirmar el juez Grande Marlaska. Si el señor Conde agarró el dinero de Banesto, lo metió en Argentia Trust y ahí se perdió la pista, sería porque lo metió en uno de esos lugares encapsulados a los que ni la justicia ni la Agencia Tributaria tenían acceso. Es decir, algún paraíso fiscal.
Burlar la investigación durante veinte años no es poca cosa. Ayuda que siga habiendo paraísos fiscales y que tú, que nunca has sido insolvente, hayas sido capaz de ir gastando poquito a poquito sin levantar la liebre.
Eso es lo que ha cambiado ahora. En marzo. Cuando el servicio contra el blanqueo de capitales —-el CNI de las finanzas— alertó a la fiscalía de datos que no encajaban. Empresas ligadas a la familia Conde se estaban usando para blanquear dinero de fuera. ¿Y eso cómo se hace? Mintiendo. Inventas que una sociedad española le presta un servicio a otra y se lo cobra, pero en realidad no existe. Sirve para justificar un ingreso. Blanquear ese dinero que sigue manejando el mismo porque todas las sociedades son eslabones de su misma cadena. O inventas un préstamo que le hace una sociedad a otra y que ésta luego no devuelve. Poquito a poquito. Pitufeando. Más que conde era el rey. El rey de los pitufos, Pitufísimo. La familia que blanquea unida, permanece unida.
Conde siempre tuvo dinero y siempre encontró la forma de seguir gastándolo. Las prisas son malas consejeras. La urgencia por disponer de mucho a la vez le ha llevado a bajar la guardia. Se relajó en la mentira y lo cazaron.
No encontrará usted hoy a nadie que diga nada bueno de Mario Conde.
Ni siquiera aquellos que contribuyeron, muy bien retribuidos, a fabricar su imagen de emprendedor, de ejecutivo carismático, de formidable banquero y de extraordinaria promesa de la política. Aquellos que pretendieron convencernos a todos de que ésta era la persona que estaba necesitando España.
Lo único que necesita España es que le pague lo que debe.
El ministro Soria sospecha que alguien usó su nombre para crear una sociedad en Panamá. Se lo dijo a David del Cura en La Brújula de Onda Cero.
Ni creó sociedad alguna en Panamá ni tuvo participación alguna en la sociedad UK Lines, que es la que en los papeles de Panamá aparece como administrada por él. Desmentido total del ministro y de manera categórica. Emplaza a esta sociedad británica y al bufete Mossack Fonseca para que aclaren qué pinta su nombre en esa documentación que le es ajena. Ésta es la versión de Soria, que está en su derecho, y en su obligación, a refutar lo que el bufete tuvo por bueno.
La diferencia del ministro con otros nombres que han surgido –-incluyendo al primer ministro de Islandia o a David Cameron--- es que los demás han admitido que algo tuvieron, aunque añadiendo que nunca incumplieron ley alguna.Soria lo que dice es que esta información es falsa, o errónea.
Y esto es lo que, políticamente, cambia el enfoque. A partir de ahora la cuestión no es qué hizo o dejó de hacer hace veinticinco años, sino lo que hizo ayer. Si, en efecto, su nombre aparece por error en los papeles panameños, enhorabuena para Soria, habrá salido airoso. Pero…si acabara probándose que sí tuvo relación con esa sociedad paradisíaca, entonces el problema para el ministro es que habría sido cazado mintiendo. Él hace bien en decir que va a demostrar que la información es falsa. Es lo que debe hacer: decirlo y demostrarlo. Sólo si no lo consigue habrá que recordarle su vehemente declaración ante la prensa.