Monólogo de Alsina: "¿Hasta dónde puede contemplar un gobierno que sube el precio de la luz sin lanzarse a intervenir de nuevo?"
Viendo cómo amanece otro día gélido, inclemente, áspero y desapacible. Con heladas, con niebla, con nieve otra vez a unas cotas que parecen de broma. Cero metros en el Cantábrico. Trescientos de nada en el sur de la Penísula.
Aquí está el general invierno. Con sus inclemencias de cada año. Las ridículas temperaturas máximas que se anuncian para hoy, la gripe campando por España, el debate sobre si le llamamos ola de frío polar a lo que siempre se llamó mes de enero y la factura de la calefacción, que es lo que más se resiente cuando ahí fuera se nos hiela hasta el aliento.
El susto del día no es la calefacción pero le pilla cerca. El precio de la electricidad para quien tenga contratado el precio variable en lugar del fijo. Mercado regulado o mercado libre. Estas expresiones que tanto gustan al profesor Rodríguez Braun, ¿verdad?, y que nunca describen con precisión los hechos. Regulado está todo el mercado de la electricidad. Regulado, gravado (con uve) y cargado a impuestos, es verdad. Pero existen estas dos fórmulas, como en las hipotecas: o precio fijo, que usted contrata para todo el año (ya sabe lo que le va a tocar pagar cada mes) o precio variable que se fija de un día para otro. Y éste segundo es el que anda de subidón en estos primeros días del año. Marcó precio máximo en la tarde de ayer y todo indica que lo vuelva a superar hoy.
¿Por qué sube la luz?Porque hay que generar más electricidad para dar abasto a todos. Y si las fuentes de energía más baratas no bastan, hay que tirar de las que cuestan más. El coste sube y al cliente que tiene contratado precio variable se le sube también. Lo nuevo de este enero es hasta dónde sube. Los 95 euros por megavatio/hora que se calculan para esta noche. O planteado en otros términos: ¿hasta dónde puede contemplar un gobierno que sube el precio de la luz sin lanzarse a intervenir de nuevo? Hace tres años sucumbió el sistema que existía entonces porque el precio iba a subir un 10 % en enero, por encima de los 60 euros megavatio/hora. El nuevo sistema pretendía dos cosas: transparencia y mantener a raya los precios. Tres años después la pregunta es procedente: ¿se han conseguido?
Sánchez sigue vivo. Se lo ha dicho a sus amigos. Vivo y con ganas de pelear la secretaría general de su partido. Pedro Sánchez va a participar en la carrera, al menos en su primera fase (luego ya iremos viendo). Sus fieles, a los que llaman los linces (no por su vista sino porque son una especie en extinción), creen haberle entendido que sí se presentará a las elecciones internas. Y que lo confirmará la próxima semana en un acto sobre el que aún no da detalles para que no se lo saboteen. Reaparecerá Pedro convencido de que aún tiene detrás a buena parte de la militancia y sabiendo —porque tampoco ha nacido ayer— que su estrella se ha ido apagando desde que le descabalgaron del liderazgo. Las deserciones de los barones que un día apostaron por él, y de algunos de sus generales más significados —empezando por el propio Patxi López— han hecho mella en potencia de fuego. “No tiene nada que perder”, dicen los pedristas. Si Patxi acaba pasteleando con Susana él quedará como la alternativa al oficialismo. Y si Patxi no susaniza, siempre puede negociar con él una alianza que le garantice algún papel en el partido.
El calendario avanza hacia los congresos de los cuatro principales partidos. En Podemos se está dehilachando la imagen del líder carismático. A Pablo se le desmandan los suyos. Se le fue Luis Alegre y se le va Carolina Bescansa. ¿Qué le está pasando al pablismo? Por qué cuanto más se acerca el congreso de Podemos parece estar en situación no digo yo que apurada, pero sí bastante menos holgada, menos sólida, de lo que se antojaba hace sólo un mes. El joven Errejón parece que está dando un estirón. ¿Tanto estirón como para que Pablo tema por su puesto? Ojo a lo que trae hoy el diario La Razón: Errejón ya no busca pactar nada con Iglesias porque lo que pretende es tumbarle. El estribillo éste que le hemos escuchado entonar —-el debate es sobre el proyecto, pero nadie discute que Pablo sea el secretario general—- es puesta en escena: Errejón cree que si Iglesias pierde la votación del proyecto político no tendrá más remedio que dimitir como secretario general. Hasta ese punto han llegado las cosas. O todo o nada. Más césar que nadie o menos césar que nunca.
Se termina de ir Barack Obama. Fin de ciclo. Éste de hoy es su último día completo como presidente de los Estados Unidos. Mañana se irá a dormir dejando la Casa Blanca a Donald Trump. Pero le está costando irse del todo. Bien poco frecuente resulta escuchar a quien deja el cargo advertir de que levantará la voz si percibe que están en peligro los valores que él considera irrenunciables: la igualdad de los ciudadanos, la libertad de prensa, la acogida a los inmigrantes.
Ultima rueda de prensa del presidente saliente que reclama para sí el derecho a participar del debate público aunque ya no esté en la primera línea política. Nadie le regatea ese derecho, pero es tradición que el que se va procure meterse lo menos posible en lo que haga el que le sustituye.
Es facultad de los presidentes perdonar la condena —o conmutar la pena— antes de irse a quien consideren conveniente y Obama ha firmado el perdón de Chelsea Manning, la persona que filtró documentos confidenciales a wikileaks y que fue condenada a 35 años de prisión por colaboración con el enemigo. Saldrá de prisión en mayo. Y ahora está por ver si Julian Assange, que prometió entregarse si Manning era excarcelada, acepta la extradición y abandona la embajada de Ecuador en el Reino Unido. Lleva allí casi cinco años.