OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Los independentistas hablan de pucherazo antes del 21D porque temen perder el poder"

La República tiene nombre de mujer. Lo escribió Oriol Junqueras, ¿se acuerdan?, en la carta aquella que envió desde Estremera para ungir con su dedo mandón a Marta Rovira como candidata suplente a la presidencia de la Generalitat. La República tenía nombre de mujer, pero menos. Porque el candidato sigue siendo Junqueras, que es hombre, porque a ella la bendijo sólo como sustituta de sí mismo —sólo si el hombre no pudiera consumar su aspiración de presidirlo todo él— y porque subrayar la condición de mujer de la elegida sólo era un truco para presentar como novedad históricael plan de camuflaje del propio Junqueras.

ondacero.es

Madrid |

Es verdad que no ha habido aún presidenta de la Generalitat. En los seiscientos cincuenta años que cuentan los nacionalistas para remontarse al obispo Berenguer de los tiempos de Pedro el ceremonioso. No ha habido presidenta pero sí ha habido candidatas a serlo. Y no en Esquerra, claro que no. Ni en Convergencia, que como "Soberano" siempre fue un partido de hombres. Con muchos hombres y pocas mujeres mandando.

Quienes primero propusieron a una señora para presidir la Generalitat debieron de ser los Los Verdes, hace veinte años, pero no les votó casi nadie. Y quien primero tuvo una candidata a presidenta en el Parlament fue el PP, con Alicia Sánchez Camacho en 2010. El segundo fue Ciudadanos, con Inés Arrimadas. Que vuelve a ser, esta vez, la única mujer cabeza de cartel.

La República tendrá nombre de mujer, pero Marta Rovira no es, hoy, candidata de Esquerra a presidir nada.

El candidato es Junqueras, en prisión preventiva todavía (vamos a ver qué decide hoy el juez del Supremo). Y el presidente, si los independentistas suman de nuevo mayoría absoluta, volvería a ser Puigdemont. En el PDeCAT cuentan con que Esquerra se resista si obtiene más escaños que ellos, pero tienen la respuesta ya preparada: si Esquerra no apoya a Puigdemont, el PDeCAT no apoyará a ningún candidato de Esquerra. O eso dicen. Porque a quince días de las urnas todo lo que se dice es susceptible de caducar en dos semanas. Las promesas son biodegradables.

Rovira y Arrimadas debatieron anoche en La Sexta. Lástima que no fuera en directo. Alguna virtud se encontraron la una a la otra.

Fue Rovira quien subrayó que quien es candidata, mujer y candidata a la presidencia, es Arrimadas.

El debate no aportó más novedad que ver a la reponsable de Esquerra referirse a los tres partidos constitucionalistas como los monárquicos. El bloque monárquico, que es una expresión que ya usó en su día Pablo Iglesias. Artur Mas prefirió el viernes utilizar aquí otra fórmula que busca lo mismo: presentar a C’s, PP y PSC como una misma cosa. Él los llamó el tripartito. Que curiosamente es un término muy devaluado en la política catalana a raíz del gobierno que formaron dos partidos que hoy están en posiciones enfrentadas: el PSC de Maragall-Montilla y Esquerra Republicana. Con Iniciativa, que entonces aún no había sido abdudica por los colaus. A aquel tripartito, y el legado que dejó, se debe que hoy se utilice el término de forma tan negativa.

Del cara a cara de anoche, este enganchón por el adoctrinamiento en las escuelas. Asunto que Ciudadanoslleva en solitario al Congreso y que Esquerra y el PDeCAT le reprochan en Cataluña.

Y poco nuevo en el discurso de ambas candidatas. Si acaso, que la señora Rovira se compromete a dar por buenos los resultados que sean proclamados.

Los aceptarán. Pues que explique por qué entonces se está esforzando tanto su partido, empezando por el líder máximo encarcelado, es en sembrar la duda sobre la limpieza del recuento. El cuentito éste del pucherazo que empezó a contar el señor Sabriá el jueves pasado. Ahora Junqueras pide a la Unión Europea que vigile las elecciones en España. Tira basura sobre la reputación de un país, que algo quedará que te sea a ti de provecho.

No hay sinceridad alguna en el muy confesional Junqueras cuando alimenta la sospecha sobre el escrutinio. Porque no es verdad que los independentistas teman un recuento manipulado. No lo temen. Fue elocuente el viernes, en este programa, Artur Mas. Siempre ha habido apoderados de los partidos en las mesas electorales y nunca ha habido falseamiento del recuento. Lo que temen es que el resultado que les están dando las encuestas, la probable repetición de su mayoría absoluta (veremos qué dice esta mañana el CIS), se vea desmentido en las urnas. Temen que el naufragio del procés les pase factura. Temen que el voto constitucionalista se movilice y el independentista, defraudado, se resista. Temen perder el poder. Porque perderlo no sería solo el final de la aventura. Sería el final de la hegemonía en las instituciones catalanas y en la utilización de los recursos públicos. Temen perder. De eso va la intoxicación preventiva del pucherazo.

Por cierto, del debate de anoche, también, el dato llamativo de que ni la una ni la otra, ni la secretaria general del partido que ha gobernado Cataluña ni la líder de la oposición saben cuál es el nivel de paro en su comunidad. Cuando el presentador, Évole, les pregunta por la tasa de paro, primero hay un espeso silencio. La señora Rovira, que viene de gobernar Cataluña, no sabe no contesta. La señora Arrimadas se tira de cabeza a decir un número y yerra de largo. Porque la tasa es del 12,5 y ella dice 19 o 20. Y entonces Rovira remata la faena dando por bueno el dato erróneo, un 20 % de paro en la comunidad que ha gobernado ella, y lo presenta como ejemplo de lo bien que va la economía catalana.

Miren, que ni usted ni yo sepamos cuánto paro hay en Cataluña no tiene mayor misterio. Pero que no lo sepa ni quien ha gobernado ni quien ha controlado a quien gobernaba es un pecado grave de desconocimiento de su realidad.