Monólogo de Alsina: "Media Turquía en contra de la reforma que convierte a Erdogan en presidente total"
Lunes de pascua y España, hoy todavía, a medio gas. Último coletazo procesional en las seis comunidades autónomas donde hoy es lunes festivo. De regreso a la rutina laboral en el resto del país, pero con día libre para que lo disfruten diecisiete millones de españoles que a estas horas siguen, probablemente, durmiendo.
Es fiesta en el País Vasco. Esta comunidad autonóma cuyo partido gubernamental, el eterno PNV, mantiene que su anhelo último es alcanzar la independencia de Euskadi aunque de momento se conforme con engrasar su acuerdo con el PP para tener un delegado del gobierno que les caiga simpático y neutralizar los recursos judiciales por conflictos de competencias. Que como aspiración independentista se queda muy corta pero que a Urkullu le sirve para seguir haciendo camino, gobernando en minoría y sacándole todo el partido que pueda a la minoría parlamentaria que sufre, a su vez, el presidente Rajoy.
En rigor a quien más se parece hoy el nacionalismo vasco es al nacionalismo canario. Y el PNV al partido de Clavijo y Ana Oramas. Sólo que estos tienen un diputado en Cortes y Urkullu tiene cinco.
Por eso cuando llega el domingo de resurrección, Aberri Eguna —el día del orgullo peneuvista—, a los responsables del PNV les toca desempolvar sus viejas reivindicaciones para contentar a la parroquia allí presente, convenciéndose todos a sí mismos de que siguen siendo independentistas a futuro, oiga, no como Puigdemont, que lo quiere todo para ya mismo, ni como Ibarretxe, que descarriló en Lizarra, sino independentistas de ritmo lento, a lo Urkullu, un independentismo sentimental que sólo resucita en la víspera de cada lunes de Pascua.
Y fue así como ayer, el presidente del partido, que es un hombre simpático que se llama Andoni Ortúzar, se dejó llevar por el ambiente festivo y decidió fijarse en la otra punta de la península para refundar el PNV como partido gibraltareño.
Estamos en la misma península, de eso no hay duda. Todo lo demás sólo puede tomarse como una humorada del amigo Ortúzar.
Qué importante es una letra, eh. Y las preposiciones.
Hombre, Andoni, el gobierno español no está ofreciendo la cosoberanía a Gibraltar, sino la cosoberanía de Gibraltar. Y se la está ofreciendo al Reino Unido, que es el único interlocutor al que reconoce porque la colonia es suya. Picardo no pasa de ser una anécdota.
No es lo mismo dar dinero a Ortúzar que dar el dinero de Ortúzar, en eso seguro que estaremos de acuerdo.
De modo que, atendiendo a las preposiciones, ¿el nuevo modelo del nacionalismo vasco es Gibraltar? Really? Que seas un patriota vasco y te comparen con Gibraltar no debe de ser muy entusiasmante, pero Ortúzar sabrá dónde se mete. O no.
¿Quieren de reina a the queen Elizabeth Segunda? ¿Le ofrecerá España la cosoberanía vasca a los franceses, ahora que igual eligen presidenta a Marine Le Pen?
El domingo próximo sabremos. Qué quieren hacer los franceses con la presidencia de su república. Encaramos el segundo trimestre del año con todas estas incógnitas por resolver:
• Quién presidirá Francia.
• Qué será de la Unión Europea.
• Qué será del PSOE, si ganará Pedro o ganará Susana.
• Y cuanto durará la legislatura, dependiendo de si el una o uno o la otra gana. En quince días Rajoy ya estará legalmente habilitado para disolver las Cortes cuando quiera, ténganlo presente. Tan presente como lo tienen en Ferraz, en Podemos y en casa de Albert Rivera.
Y antes de todo eso, habrá que ver quién gobierna en Murcia. Que no es Francia, pero justo por eso es más nuestra. Terminado el calvario de Pedro Antonio Sánchez, y visto que por ahora no resucita, sigue la duda de si acabará gobernando el heredero que él propuso, Lopez Miras, con el visto bueno de Ciudadanos o acabará naufragando ese pacto de investidura bis. Hoy el aspirante confirma su candidatura y se anima a comparecer por fin ante la prensa.
De manera que estamos en ya una triple cuenta atrás:
• La cuenta atrás francesa.
• La cuenta atrás socialista.
• La cuenta atrás murciana.
En Francia llegan a la meta volante del domingo cuatro candidatos que rozan el veinte por ciento del voto. Los dos extremos, la señora Le Pen (que rechaza la etiqueta de extrema derecha) y el señor Mélenchon (que rechaza que él sea la extrema izquierda). El candidato de centro debutante Macron y el conservador imputado Francois Fillon. Descolgado sigue el Partido Socialista, que es el que ha gobernado los últimos cinco años y cuyo candidato Hamon se desangra a beneficio de Mélenchon. Escogió la militancia socialista al aspirante más izquierdista y le está saliendo un pan como unas tortas. A ver lo que tarda Susana Díaz en hacer una lectura española de las primarias que celebraron sus correligionarios galos: con Pedro Hamon no vamos a ningún lado, elegidme a mí, que soy la Manuel Valls española.
En la cuenta atrás francesa y en el lunes de gloria de Tayip Erdogan, el presidente turco que pasó de impulsar, con ZP, la Alianza de Civilizaciones a cultivar con ahinco la división interna en su propia sociedad. Medio país a favor, medio país en contra de la reforma de la Constitución que convierte a Erdogan en el presidente total, jefe de estado-primer ministro-gobernante por decreto y, aunque no lo diga el nuevo texto, referencia religiosa de un estado cada vez más inclinado a la confesionalidad islámica.
Por la mínima ganó Erdogan su referéndum (51% sí frente al 49% no). ¿Cabe cambiar de manera tan profunda el edificio institucional de una nación con una diferencia tan corta entre los partidarios y los detractores? ¿Tiene sentido modificar las bases de la República turca con la mitad del país en contra? Erdogan entiende que sí, que sólo faltaba. Ya ha dado por definitivo el resultado, ha hecho el paripé de felicitar, como jefe de Estado, al primer ministro por el éxito en el referéndum (el referéndum que lo convierte en un pelele) y ha celebrado que los turcos le hayan confiado el fortalecimiento de la nación. Porque eso es lo que él sostiene que ha hecho: fortalecer Turquía frente a todos sus enemigos y competidores exteriores. "Occidente y el yihadismo han de saber", dijo, "que la nueva Turquía se ha dotado de medios para hacerles frente". Así, en la misma frase.