OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Ni Juan Carlos I (80 años) ni The Queen (91) igualan a los reyes más longevos del mundo: los Reyes Magos"

Ochenta años cumple el rey Juan Carlos. Que nació en Roma y de quien dijo su padre que era un bebé bastante feo. Hay padres que…ya les vale. Es una anécdota de 1938. Cuando el abuelo del recién nacido llega al hospital de Roma antes que el padre. Y cuando aparece por allí Don Juan y pregunta cuál de los bebés de la maternidad es el suyo, el abuelo, Alfonso XIII, le dice "ése de ahí", y señala a un chino. Luego cuando el padre ve al niño de verdad, Juan Carlos, suelta que le ha salido tan feo que casi prefiere al chino. Eh, póngame la anécdota en el contexto de la época y no se lance a tachar al difunto de chinófobo.

ondacero.es

Madrid |

Historias de reyes. Del rey longevo, don Juan Carlos, ninguno de sus antecesores vivió tanto. Como le ocurre a The Queen, la reina de Inglaterra, que ya ha sobrepasado los noventa.

Ambos muy lejos, en todo caso, de los recordmen mundiales en longevidad monárquica, que son estos Reyes del Oriente que en apenas unas horas estarán sembrando de regalos los hogares de España. Ay, que ya vienen.

El de hoy es un día de alta actividad diplomática, el más intenso, probablemente, para todo el personal del ministerio de Asuntos Exteriores donde hoy no libra nadie. Tiene que atender como merecen a los jefes de Estado que hoy nos visitan, pero a la vez, tienen que coordinarse con las otras administraciones. Porque con los Reyes Magos quiere dejarse ver todo el mundo: los alcaldes, las alcaldesas, los concejales, los presidentes autonómicos, los diputados, los consejeros de Estado, los ministros, los jueces del Tribunal Supremo, los miembros de la Academia del Cine y los cardenales. Y claro, no hay tiempo para todos y le toca al ministro Dastis hacer la criba. Quién sí, quién no. Montoro, por ejemplo, es el que todos los años se pone más pesado. Porque dice que si él cierra el grifo a las cabalgatas, aquí no ve a los reyes ni Manuela Carmena. Pobres reyes, la lata que les dan estos señores que mandan. Y la manía que tienen de que las cabalgatas les representen más a ellos que a los propios reyes.

Bueno, el día va a dar mucho de sí, en términos monárquicos, y se lo iremos contando durante todo el día. De hecho, la decisión más difícil que ha tenido que tomar el Palacio de la Zarzuela, es si invitaban a la comida de cumpleaños de Juan Carlos a sus tres primos orientales, Gaspar, Melchor y Baltasar, que no son Borbones, como todo el mundo sabe, pero si tienen una relación muy estrecha con la familia real española. Bueno, y con todas las familias españolas, las reales y las imaginarias. Al final, no estarán en el cumpleaños de Juan Carlos porque eclipsarían a los reyes de aquí y porque Leonor ha dicho que ella no quiere privilegios. Que ya conocerá personalmente a los reyes cuando ella sea reina y viaje al Oriente. De momento, como el resto de los críos: de lejos y en las cabalgatas.

Qué contraste, eh. Pasar de hablar de los Reyes Magos a escuchar a Gabriel Rufián explicandootra vez lo de su plan B.

Aquí está el diputado entertainer de Esquerra, ocioso todo este mes porque él no tiene actividad parlamentaria, exponiendo ayer la coartada que ha buscado su partido para defender que se invista presidente a quien perdió las elecciones frente al PDeCAT y, sobre todo, frente a Ciudadanos. ¿Cómo conseguir el objetivo que se marcó Esquerra hace tres meses, hacer presidente a Oriol Junqueras, sin que se haya cumplido antes el plan que diseñó —y que pasaba por merendarse electoralmente a Convergencia—? Pues empleando el comodín de Puigdemont el ausente. Fingiendo que desearían reponer de presidente a Puigdemont pero que, como éste no quiere volver a España, al ausente le han buscado un suplente, que es Junqueras. Es de sentido común, decía ayer Rufián, porque lo más parecido a un presidente es su vicepresidente.

Hombre, ver a Rufián invocando el sentido común es un espectáculo inquietante. Qué significará sentido común para alguien tan dado a la pedrada tuitera y tan poco a la reflexión sosegada. El truco la verdad es que es bastante burdo. Consiste en ignorar que, aplicado el articulo 155, se han celebrado unas elecciones autonómicas de las que ha salido un nuevo Parlamento y del que saldrá, a su vez, un nuevo gobierno. Lo que fue, fue. Pero no sigue siendo. Ni Puigdemont es presidente legítimo de nada. Ni Junqueras es vicepresidente, hoy, de nada. Será el nuevo presidente al que invista el nuevo Parlamento quien escoja a sus nuevos ministros. Y dado que esta vez Convergencia y Esquerra no sólo no iban juntas, sino que compitieron por el voto, lo primero que habrán de aceptar Rufián y los suyos es que aún no han conseguido ganar nunca unas elecciones y que Junqueras representa a menos catalanes que Inés Arrimadas. Y una vez admitido eso, ponte a preguntar qué legitimidad se supone que tiene Junqueras para postularse como presidente.

A día de hoy, ni el PDeCAT ha aceptado la idea de investir a nadie que no sea el fantasma de Flandes ni cuenta Junqueras con más apoyo, por tanto, que el de sus 32 diputados más los cuatro de la CUP. 36 en un Parlamento de 135. Añadiéndole los ocho de los colaus, que no le han hecho nunca ascos a coronar a Junqueras como rey del mambo, salen 44. Sólo 44. La llave de la nueva presidencia, para desgracia de Junqueras, la sigue teniendo Puigdemont. Y si Puigdemont se empeña en sabotear la investidura de cualquier otro, habrá elecciones de nuevo. Con malas perspectivas para Esquerra Republicana, a quien se le ha gripado el motor y se le ha gripado el líder.

No es que Junqueras sea el plan B. Es que Esquerra no tiene más plan que esperar a que Puigdemont se rinda.

le toca al ministro Dastis hacer la criba. Quién sí, quién no. Montoro, por ejemplo, es el que todos los años se pone más pesado. Porque dice que si él cierra el grifo a las cabalgatas, aquí no ve a los reyes ni Manuela Carmena. Pobres reyes, la lata que les dan estos señores que mandan. Y la manía que tienen de que las cabalgatas les representen más a ellos que a los propios reyes.

Bueno, el día va a dar mucho de sí, en términos monárquicos, y se lo iremos contando durante todo el día. De hecho, la decisión más difícil que ha tenido que tomar el Palacio de la Zarzuela, es si invitaban a la comida de cumpleaños de Juan Carlos a sus tres primos orientales, Gaspar, Melchor y Baltasar, que no son Borbones, como todo el mundo sabe, pero si tienen una relación muy estrecha con la familia real española. Bueno, y con todas las familias españolas, las reales y las imaginarias. Al final, no estarán en el cumpleaños de Juan Carlos porque eclipsarían a los reyes de aquí y porque Leonor ha dicho que ella no quiere privilegios. Que ya conocerá personalmente a los reyes cuando ella sea reina y viaje al Oriente. De momento, como el resto de los críos: de lejos y en las cabalgatas.

Qué contraste, eh. Pasar de hablar de los Reyes Magos a escuchar a Gabriel Rufián explicandootra vez lo de su plan B.

Aquí está el diputado entertainer de Esquerra, ocioso todo este mes porque él no tiene actividad parlamentaria, exponiendo ayer la coartada que ha buscado su partido para defender que se invista presidente a quien perdió las elecciones frente al PDeCAT y, sobre todo, frente a Ciudadanos. ¿Cómo conseguir el objetivo que se marcó Esquerra hace tres meses, hacer presidente a Oriol Junqueras, sin que se haya cumplido antes el plan que diseñó —y que pasaba por merendarse electoralmente a Convergencia—? Pues empleando el comodín de Puigdemont el ausente. Fingiendo que desearían reponer de presidente a Puigdemont pero que, como éste no quiere volver a España, al ausente le han buscado un suplente, que es Junqueras. Es de sentido común, decía ayer Rufián, porque lo más parecido a un presidente es su vicepresidente.

Hombre, ver a Rufián invocando el sentido común es un espectáculo inquietante. Qué significará sentido común para alguien tan dado a la pedrada tuitera y tan poco a la reflexión sosegada. El truco la verdad es que es bastante burdo. Consiste en ignorar que, aplicado el articulo 155, se han celebrado unas elecciones autonómicas de las que ha salido un nuevo Parlamento y del que saldrá, a su vez, un nuevo gobierno. Lo que fue, fue. Pero no sigue siendo. Ni Puigdemont es presidente legítimo de nada. Ni Junqueras es vicepresidente, hoy, de nada. Será el nuevo presidente al que invista el nuevo Parlamento quien escoja a sus nuevos ministros. Y dado que esta vez Convergencia y Esquerra no sólo no iban juntas, sino que compitieron por el voto, lo primero que habrán de aceptar Rufián y los suyos es que aún no han conseguido ganar nunca unas elecciones y que Junqueras representa a menos catalanes que Inés Arrimadas. Y una vez admitido eso, ponte a preguntar qué legitimidad se supone que tiene Junqueras para postularse como presidente.

A día de hoy, ni el PDeCAT ha aceptado la idea de investir a nadie que no sea el fantasma de Flandes ni cuenta Junqueras con más apoyo, por tanto, que el de sus 32 diputados más los cuatro de la CUP. 36 en un Parlamento de 135. Añadiéndole los ocho de los colaus, que no le han hecho nunca ascos a coronar a Junqueras como rey del mambo, salen 44. Sólo 44. La llave de la nueva presidencia, para desgracia de Junqueras, la sigue teniendo Puigdemont. Y si Puigdemont se empeña en sabotear la investidura de cualquier otro, habrá elecciones de nuevo. Con malas perspectivas para Esquerra Republicana, a quien se le ha gripado el motor y se le ha gripado el líder.

No es que Junqueras sea el plan B. Es que Esquerra no tiene más plan que esperar a que Puigdemont se rinda.