Monólogo de Alsina: "No es el CNI sino un juez quien tiene que establecer si lo que dice Corinna es verdad"
No sé si a usted le pasa, pero yo envidio la emoción con que lo cuentan.
La pasión que le ponen cuando intentan explicárnoslo. El entusiasmo con el que se hacen eco de un artículo aparecido en una revista científica. La excitación con que lo devoran.
Les envidio porque les escucho contarlo y es como si estuvieran ellos mismos sobrevolando Marte y sacándole fotos con teleobjetivo al casquete. Escudriñando desde allí arriba los datos que reciben del detector y deseando poder gritar "eureka, resulta que sí que hay vida".
Envidio a los que saben, los científicos, físicos, químicos, astrobiólogos, astrogeólogos, astroloquesea, que siguen día a día los avances en la expansión del conocimiento que tenemos de esto que llamamos, por resumir, el espacio. La emoción con que contienen la respiración cuando está a punto de empezar una rueda de prensa de la Agencia Espacial Italiana, como sucedió ayer…
…cuando Giuseepina Piccirili saludó a los asistentes, anunció un descubrimiento asombroso y presentó a sus tres autores.
Dos señores y una señora de apariencia perfectamente corriente que estaban sentados allí, mientras les presentaban. Sabiendo que ninguno de nosotros nos vamos a aprender sus nombres. Y que si esta mañana nos los cruzásemos por la calle no reconoceríamos en ellos a los culpables de que esta mañana todos los los medios informen de que existe agua líquida en Marte.
Este señor es Enrico Flamini, que empezó recordando que las primeras evidencias de que en Marte hubo una vez ríos, lagos y deltas, las tuvimos hace cuarenta años, con una sonda que enviamos allí y a la que llamaron vikinga. Los exploradores de nuestra era. Evocó aquel descubrimiento de los setenta para enlazarlo con este descubrimiento que él estaba confirmando ahora. Las dos palabras que despertaron, seguro, la euforia de los aficionados al espacio: agua líquida.
El agua líquida. En un lago subterráneo. Allí, a cuatro mil metros de profundidad bajo el hielo del casquete.
Las dos palabras mágicas. El agua y el estado líquido. Que es tanto como decir el origen de la vida tal como lo conocimos (y la conocemos) en la Tierra. No hay otra forma de vida para nosotros que ésta que está vinculada al agua. Escuchamos agua líquida y se disparan las expectativas de que pudiera haber allí arriba, en Marte, o allí abajo, enterrada a cuatro mil metros, alguna clase de algo que pudiéramos considerar vida. O visto desde nuestra Tierra tan azulona y tan acuática, otra vida. Incluso, recordando a Stephen Hawking, nuestra otra vida. La posibilidad de encontrar un lugar distinto al nuestro en el que poder desarrollarnos. No nosotros, claro, ni usted ni yo (que el viaje nos pilla ya muy mayores porque hasta que se pueda analizar del todo este lago que ahora mismo sólo se adivina pasarán lustros), no nosotros pero sí, quién sabe, los que vengan detrás. Quizá ellos sí se sepan, en el futuro del futuro, los nombres de estos tres italianos perfectamente corrientes, Flamini, Orosei, Petinelli, que se han dejado los ojos cruzando datos del radar para llegar a la conclusión de que en Marte hay una bañera enorme en la que quizá puedan estar bañándose ahora mismo un grupo de simpáticas bacterias.
Bueno, simpáticas o todo lo contrario. Este es el riesgo de tener vecinos.
A lo mejor siguieron con la misma emoción de quien espera escuchar revelaciones asombrosas y ligeramente marcianas los diputados de la comisión de secretos oficial la comparecencia del general que dirige el Centro Nacional de Inteligencia.
Sanz Roldán en la intimidad de una sala en la que está prohibido registrar lo que allí se dice y salir luego a contárselo a la prensa.
Sanz Roldán exponiendo a los diputados lo que él sabe de las grabaciones que Villarejo y Villalonga, doble uve, le hicieron a Corina Larson en Londres (ella contaba y cantaba sus andanzas con el rey Juan Carlos).
Fue la de ayer una comparecencia extraña, porque el compareciente repitió ante los periodistas que todo lo que dijera iba a ser confidencial, porque los diputados, al terminar, no hicieron apenas declaraciones y porque, a pesar de todo ello, y un par de horas después de que terminara la cosa, estaba la agencia Efe (agencia pública) difundiendo una información muy completa sobre lo que Sanz Roldán había contado.
¿Y qué contó?
Pues una parte de su historia con Corinna. Que muy secreta tampoco es porque el propio general la tiene contada en conversaciones con periodistas. En 2012, después del episodio de Botsuana, el presidente Rajoy le encarga que se vaya a ver a Corinna en Londres. ¿Por qué? Porque la amiga del rey mantenía relaciones que podían comprometer a la seguridad nacional. O sea, que aparte de ser amante del rey era amiga de otras personas que podían tener a través de ella acceso a informaciones confidenciales. Y Roldán se va a ver a Corinna para explicarle cordialmente, según su versión, que el Estado es una cosa delicada y que de ella se espera que actúe con responsabilidad. Y ya está. Una visita tan amable que, según el general, Corinna le envía luego una botella de champán y le llama varias veces para pedirle apoyo.
Hasta aquí, poco secreto.
¿Y de lo que Corinna cuenta en su charla con Villarejo? Porque esto es lo relevante de esas grabaciones. No que el comisario cloaca quiera utilizar lo que tiene para chantajear al Estado (esto tampoco tiene nada de secreto) sino si lo que dice Corinna sobre el anterior jefe del Estado, las comisiones, la evasión fiscal, el patrimonio oculto, es cierto o es un cuento. ¿Y sobre esto qué dice Sanz Roldán? Pues que él no ha investigado las finanzas del rey porque nadie se lo ha encargado, claro, pero duda que sea cierto lo que dice Corinna sobre las comisiones del AVE a La Meca o la amnistía fiscal de 2012. No le parece veraz, pero vamos, por lo que él sabe.
Si en esto consistió la declaración del general (en esto y no más) es lógico que la posición de los grupos parlamentarios no haya cambiado después de escucharle. No ha aportado dato alguno que cambie lo que ya se sabía. La señora que habla en esas cintas es Corinna, quien así lo desee puede pensar que ha sido adiestrada, o que repite lo que se le ha dicho que diga, su veracidad es discutible y el general, en realidad, ni confirma ni desmiente las imputaciones al rey emérito porque él nunca ha investigado su patrimonio.
Conclusión: que quien va a tener que establecer si lo que dice Corinna tiene visos de ser verdad (suficientes al menos para que se investiguen posibles delitos) es un juez. Y el primero que tiene sobre su mesa las grabaciones es Diego de Egea. El juez que investiga al entramado Villarejo y que hoy tiene intención de preguntarle por ello.