OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "No se ha aplicado el 155 porque hubiera un Govern independentista, sino porque éste pensó poder hacer lo que les dio la gana"

Solidaricémonos con el juez belga al que le ha caído encima lo de Puigdemont. Que te toque pasar un domingo escuchando la perorata puigdemoníaca sobre la represión, la Cataluña oprimida, el mandato popular, el derecho de autodeterminación de los pueblos y todo el resto del repertorio.

ondacero.es

Madrid |

Esta es la dura vida de juez en Bruselas. Tener que ponerte al día del procés en un pis pas para poder entender, más o menos, de qué va esta historia. Nosotros, porque vivimos aquí y llevamos cinco años con el tema, pero a este pobre señor. En qué hora.

A él le ha tocado la primera decisión sobre la situación del prófugo cuya entrega reclama la justicia española. Las medidas cautelares para que no se fugue. Perdón, para que no se siga fugando. No son severas: sólo tiene que permanecer en Bélgica y acudir ante el tribunal cuando se le llame.

Lo principal viene ahora y le tocará a otra instancia judicial belga: decidir si este señor que dice ser presidente en el exilio de una administración autonómica que, en teoría, había dejado paso a una república, se ha montado una película de persecución y exilio para justificar su huida o tiene algo de razón al denunciar que en España no se le trataría con garantías.

De la justicia belga el señor Puigdemont sí colaborar porque la justicia belga, para él, es lo más de lo más. Si al final un juez belga decide subirle en un avión y ponerle en manos de la justicia española estaremos atentos a lo que diga. Ya saben que, conociendo a Puigdemont, hoy declara su disposición a colaborar con los jueces belgas y mañana suspende los efectos de su declaración.

Solidaricémonos también con el PDeCAT. Que ha tenido que tragarse a Puigdemont de candidato a la presidencia de nuevo. Pensaban haberse deshecho de este dirigente que ha gobernado de espaldas a su partido, más pendiente de la CUP y de Esquerra que de su propia marca y que ha impedido el regreso del PDeCAT a la política convergente de siempre: amenazar con llevar las cosas al extremo y a última hora frenar y ponerle precio a la componenda. Pero ahora que Puigdemont se fugó y que se autopresenta como presidente en el exilio, a ver cómo le mandas a hacer puñetas.

El PDeCAT sufre el efecto Puigdemont y sufre el desdén supremo de Esquerra Republicana de Cataluña, que rechaza repetir el matrimonio de conveniencia si no se suman otros socios a la aventura que diluyan aún más a Convergencia. Cuando tienes en tu mano liquidar a tu principal competidor por el voto independentista, haces todo lo posible por rematarlo.

Las encuestas, ante unas elecciones distintas a todas las anteriores, ofrecen pocas pistas fiables de lo que puede acabar pasando.

¿Y qué hará Rajoy si vuelve a tener mayoría absoluta el independentismo?

Pues qué va a hacer, aceptar que la tiene. Reisgnarse a que haya un nuevo gobierno independentista en Cataluña y…confiar en este nuevo, aun siendo independentista, no se empeñe en incumplir la ley, vulnerar la igualdad de derechos de los españoles y embestir contra el Estado democrático para intentar tumbar el sistema.

No se ha aplicado el 155 porque el gobierno anterior fuera independentista, sino porque pretendió que ser independentista, y tener mayoría absoluta, le daba derecho a hacer lo que le diera la gana.

Los partidos independentistas no podrán alegar esta vez que como nadie les impidió meter en sus programas la promesa de romper la Constitución quedan autorizados a intentar romperla.

• Quien desee volver a mentir a los electores, lo sabemos, podrá hacerlo.

• Los electores que deseen ser engañados, lo sabemos, podrán dejarse engañar.

• Pero no, prometer la independencia por el cauce de la imposición y saltándose los derechos del resto de los ciudadnos no es un programa electoral. Es una mentira maquillada de programa de gobierno. Y por muy mandato popular que pretendar llamarlo, o volver a llamarlo, seguirá siendo lo que ha sido estos dos años: un ataque antidemocrático. Tal como no hay urnas que exoneren de culpa a quien incurrió en corrupción —las urnas no indultan—, no hay urnas que conviertan en verdad lo que es mentira.

Paradise Papers, los papeles del paraíso. La nueva tanda de papeles confidenciales a los que ha tenido acceso un grupo de medios de comunicación de diversos países: La Sexta y El Confidencial en España. Ciudadadanos, algunos de ellos famosos, que han tenido (o tienen) bienes fuera de sus países de residencia pero que ocultan que sean suyos utilizando intermediarios.

En España, de momento, un nombre que se dedica a la política: Xavier Trias, peso pesado de Convergencia Democrática y ex alcalde de Barcelona. Su padre, que en paz descanse, fue acumulando patrimonio en el extranjero, en un banco suizo (a lo Pujol) y lo puso a nombre de un testaferro que aparecía como titular. Pero los beneficiarios de los fondos eran el matrimonio Trias y sus once hijos. Que a la muerte de la madre en 2008 se reparten lo que hay en concepto de herencia.

Para Xavier Trias el problema de que salga esto ahora es que él siempre ha sostenido que jamás ha tenido un solo euro en el extranjero. Y el hecho de que su nombre aparezca como beneficiario de este trust —este mecanismo de ocultación de patrimonio— siembra, como poco, la duda. A preguntas de La Sexta ha dicho Trias que él no tiene ni idea de qué va todo esto.

Y que es como si le hablaran en chino porque ni siquiera sabe lo que es un trust.

Además del señor Trías, hay otros nombres que aparecen en los papeles y que son más famosos que él. La Reina de Inglaterra, por ejemplo, con siete millones de euros en un fondo en la islas Caimán. Madonna, accionista de una farmaceutica con sede en Bermudas, Juan Manuel Santos, que dirigió dos sociedades off shore en el año 2000 o el ministro de comercio estadounidense, Ross, que tiene intereses —hasta ahora ocultos— en una naviera que trabaja con el yerno de Putin.