Lo relevante es el viaje de estado, oiga.
El Rey en Londres. The King. El King Philip.
Si el otro Felipe levantara la cabeza —el Segundo— le parecería excesiva la cordialidad que ha demostrado Felipe VI hacia esta otra Isabel de ahora, la Elizabeth que no es Tudor sino Windsor y cuya madre nunca perdió la cabeza.
La historia de los países cambia, pero es esa historia común —con alianzas, rivalidades y enfrentamientos (que se lo digan a Catalina de Aragón, ¿verdad?)— la que quiso recordar ayer el King Philip para confiar en que seamos capaces de resolver amistosamente ese pulso llamado Gibraltar, o Gibróltar.
Que está seguro de que esa determinación para superar diferencias se redoblará en el caso de Gilbraltar y que el diálogo permitirá avanzar en la búsqueda de fórmulas satisfactorias para todos.
A ver, si usted esperada que el King se plantara delante de la Queen, o del Parliament, para soltar allí un "Gibraltar español" pues abandone, claro, toda esperanza. No forma parte de la cortesía de una visita como ésta ir a decirle a los de allí que una parte del territorio que dicen suyo deberían ir devolviéndonoslo. El rey llega hasta donde la diplomacia, y la política, le permite: confiar en que se acaben encontrando soluciones satisfactorias. O sea, cosoberanía para empezar y, a largo plazo (larguísimo) soberanía española.
Con el partido que podrían haberle sacado los independentistas catalanes a esto del diálogo para resolver conflictos, ¿verdad?, y les ha arruinó la fiesta el propio King incluyendo antes este otro párrafo.
El respeto a la ley y la soberanía nacional. En un discurso en Westminster, que es donde se aprobó el reférendum de independencia para Escocia de hace dos años.
Ha debido de escocer en casa Puigdemont que, siendo Escocia el espejo en el que el independentismo se mira, haya venido a recordar el Rey que allí se respetó la ley y la soberanía nacional encarnada en el Parlamento británico. Debe de estar llamando ahora mismo Raul Romeva al ex ministro aquel, Norman Tebbit, para que suelte un bocinazo de los suyos. ¿Se acuerdan de este señor, uno que propuso apoyar al independentismo catalán en la ONU para que España dejase de tocar las narices con Gibraltar? Le dio un subidón a Junqueras cuando tuvo noticia del bocinazo. Luego ya se enteró de que este Tebbit tiene la misma influencia en el Reino Unido que Verstringe en España, para hacernos una idea, y le dió el bajón. Porque él confiaba más en las gestiones internacionales del number one del Junts pel sí, o sea, Romeva.
Bueno, en casa Puig-Junqueras siguen con el serial más comentado del verano: las escenas de matrimonio entre los dos miembros de la pareja, Carles y Oriol. Lo que nunca hubo —ni afinidad, ni sintonía, ni confianza— era imposible que surgiera ahora.
En este verano puigdemoniaco de 2017, las pullas hacen viajes de ida y vuelta y a la pareja gobernante empiezan a vérsele las costuras.
Dicen las crónicas que la tensión se masca en el ambiente.
Puigdemont recordando en público ayerque el capataz de la cosa ésta del referéndum es Junqueras desde hace un año. Naturalmente que se tiene que ocupar él, y de hecho, se ocupa.
Está claro que lo está haciendo.
Lo que pasa es que Junqueras ha decidido que hay que pasarle a los consejeros del partido de al lado, el PdeCAT, la prueba del algodón independentista. Hasta dónde están dispuestos a llegar y hasta dónde no. Que saliera rana el consejero Baiget, con aquello de que la inhabilitación no le inquietaba pero perder su patrimonio sí, ha dado alas a quienes, en Esquerra Republicana, sostienen que el PdeCAT acabará escaqueándose el presunto referéndum. Y a su vez, en el PdeCAT, crecen los que recuerdan que hasta ahora todos los inhabilitados son convergentes, ni uno solo de Esquerra y mucho menos de la CUP, porque hablan mucho pero firman poco.
De manera que llegado el momento de tener que comprar de una vez las urnas porque si no, nadie se toma ya esto en serio, Junqueras ha embarcado en la jugada a todo el gobierno. La adquisición la hará su departamento, Economía, pero con los demás consejeros, en pandilla, firmando el documento.
Irán a comprar las urnas en pareja Junqueras y Romeva. Me pone seis mil urnas de estas transparentes, si us plau. Para alegría del ministro de Asuntos Sociales de Camboya, que es un gran seguidor de este proceso. Pero obligando a retratarse a todos los consejeros del gobierno autonómico. A firmar todos, como si fuera un tarjetón de cumpleaños. Estimado president, estamos todos con Oriol y contigo, nuestros Thelma y Louise. Despeñándonos todos por amor a Cataluña.