Monólogo de Alsina: "Si la autopista (de peaje) está abierta, lo lógico es que haya las medidas para garantizar su circulación"
Ahora viene el temporal político, que dura lo que queda del día, una par de días como mucho, y luego ya a esperar a la siguiente.
Nadie se engañe. Aunque a estas horas el gran asunto de debate sea la nieve en carretera, la autopista de peaje que se convirtió en una trampa, la negligencia de la empresa concesionaria y la administración pública para sacar de allí a los atrapados en un tiempo razonable, el interés informativo aguantará poco. Escucharemos las declaraciones de los responsables políticos, debatiremos en las tertulias quién tiene más culpa de lo que ha pasado y luego ya, nada. Para cuando comparezca en el Congreso el ministro De la Serna, o el director de la DGT, la consternación ya habrá escampado y, en la práctica, todo seguirá como estaba.
¿O no recuerda usted que hace un año —sólo un año— estábamos contando una historia parecida a ésta, pero en la carretera de Valencia? ¿Y en 2015 en las carreteras catalanas? Y en 2009 en todo Madrid, cuando Rajoy exigió la cabeza de Magdalena Álvarez? ¿Y en 2004 en el norte de Burgos, recién llegado Zapatero al gobierno, cuando el director general de Tráfico dijo esto mismo que dice el que tenemos ahora: los conductores estábamos informados y debimos actuar en consecuencia. Volverá a pasar. Como nos ha venido pasando. Una vez y otra, y otra, y otra y otra.
Todos estos ciudadanos que, en el día de Reyes, y con sus familias en el coche, se han visto encerrados once horas, de noche y nevando, en sus vehículos sin que apareciera por allí nadie a echarles una mano ya se han arrepentido ellos bastante de haberse puesto el sábado en carretera. Venir a decirles ahora que en realidad todo fue culpa suya por no atender a la predicción meteorológica, por no llevar cadenas y por atascarse en los dos carriles de la autopista son ganas de echar sal en la herida. Los ciudadanos automovilistas, naturalmente, nos equivocamos a menudo en nuestras decisiones, pero el papel de la administración en las carreteras es asegurar que nuestras equivocaciones no comprometan el funcionamiento de las vías.
¿Miramos poco los paneles? Pues puede ser. ¿Vemos la previsión de nevadas y no interpretamos que deberíamos aplazar nuestro viaje? Pues puede ser.
Pero si estás en carretera y te metes en una autopista de peaje que está abierta, lo lógico es que pienses que se han tomado las medidas para combatir el temporal y que la circulación se mantenga. Y que si en algún momento tiene que cortarse, esté previsto qué hacer con los vehículos que ya están dentro.
La pregunta a quienes dirigen la concesionaria y a quienes nos gobiernan es ésta: nos están diciendo que, en caso de que todos los conductores hubieran llevado las cadenas y hubieran circulado ordenadamente sólo por el carril derecho, ¿no se habría producido el colapso? ¿Es eso? ¿Todo el mundo habría podido dormir en su casa? Porque si es así, ¿qué hicieron la concesionaria y las autoridades para asegurar que no circulara nadie sin cadenas y que no se bloqueara el carril izquierdo?
El debate político, lo sabemos, se reduce en las próximas horas a que la oposición reclame la cabeza de De la Serna y Zoido —como el PP reclamó la de Magdalena Álvarez— y que el gobierno no entregue cabeza alguna, nos inunde de datos sobre máquinas quitanieves y le abra a Iberpistas, Abertis, un expediente que acabará sin pena ni gloria. Es decir, que el debate político sobre lo ocurrido será tan improductivo como lo fueron todos los anteriores.
Cuando en 2004 se montó la que se montó en la carretera de Burgos a la altura de Miranda, salió el director general de Tráfico de entonces a decir exactamente lo mismo que dijo ayer el director de ahora: que el temporal estaba previsto, que los conductores estábamos avisados y que se pusieron todos los medios. Palito al conductor y exaltación de lo bien que se han hecho las cosas.
Preguntas para después de una tormenta: ¿quién decide cuándo se cierra al tráfico una carretera, dependiendo de qué y con qué antelación para evitar que se convierta en una ratonera? ¿Y quién garantiza que en condiciones extremas sólo circulen los vehículos preparados para hacerlo? Si no se puede circular sin cadenas, habrá que para a quienes no las lleven para asegurarse de que no se metan en la trampa.
A riesgo, claro, de contrariar a los conductores. Que naturalmente estaremos contrariados si nos encontramos con la carretera cerrada. Pero mejor contrariarse en Adanero que pasarse la madrugada encerrado en el coche sólo unos kilómetros más adelante.