David Cameron no siempre acierta en sus cálculos —quién sabe si el jueves tendremos una inquietante prueba— pero en esto sí calculó bien el calendario. Se lo anticipó a Rajoy en una cumbre europea allá por el mes de febrero: el referéndum británico y las elecciones españolas coincidirían en la penúltima semana de junio. Desde febrero lo estamos viendo venir. Y la semana ya ha llegado.
Cinco días más de escuchar a quienes quieren presidir el gobierno de nuestro país y ya el domingo les tocará a ellos escuchar el veredicto de los ciudadanos votantes.
Fotografía de partida a seis días de las urnas y con encuestas por todas partes: ¿en qué coinciden todos los sondeos? En estas cinco cosas:
• Primera, que el PP con Rajoy gana por tercera vez las elecciones. Después de gobernar cuatro años con mayoría absoluta y estos seis meses en funciones, el partido que más votos recibe es, de largo, el PP. Veintinueve por ciento del voto.
• Segunda, la coalición Podemos-Izquierda Unida se ha afianzado en la segunda plaza, 24 por 100 del voto que equivale, en realidad, a la suma de lo que ya obtuvieron ambas formaciones por separado.
• Tercera, que el PSOE se ha estancado en la tercera posición, 21 por ciento, y que, a diferencia de sus competidores, es el único que mengua en comparación con diciembre.
• Cuarta, que Ciudadanos, 15 por 100 del voto, se queda muy por detrás de sus competidores. Catorce puntos le saca el PP, nueve Podemos, seis el Partido Socialista. No consigue romper Rivera ese techo de 15 % que le sitúa lejos de tener la llave del futuro gobierno.
• Y quinta, que con estos números, y aunque Podemos se ponga por delante del PSOE, las combinaciones posibles en el Parlamento son las mismas que ya teníamos en enero. Con Ciudadanos sólo no le da para gobernar ni al PP ni al PSOE, la alianza de Podemos y el PSOE tampoco sería suficiente y entrarían en juego las otras dos opciones que en la peque legislatura del gatillazo ni siquiera llegaron a explorarse: o el acuerdo PP-PSOE —la gran coalición por la que suspira, como salvavidas, Rajoy— o el concurso en un pacto de izquierdas de los partidos nacionalistas e independentistas.
Con las encuestas que hoy tenemos, el panorama no da más de sí. Y hoy, se lo recuerdo, es el último día en el que se pueden publicar, en España, encuestas.
[[DEST:No consta que Sánchez haya dado signo alguno, a lo largo de su carrera, de ser una persona racista]]
A falta de pescado nuevo que ofrecer a los votantes —porque todo lo han dicho ya cuarenta veces— hay quien celebra que se amontonen unos leños para prender una hoguera y quemar, por racista, a Pedro Sánchez. La Inquisición no atiende a razones: si en un vídeo se le ve dar primero la mano a un niño negro y, cinco metros más adelante, hacer el gesto de limpiarse, o pasarse, una mano sobre la otra…no hay más preguntas, señoría, el acusado es un consumado racista. Lo triste no es la propagación de la condena —viralidad se le dice ahora—, lo triste es la endeblez probatoria; y por tanto, argumental; y por tanto, intelectual de quienes echan un par de astillas más para que siga ardiendo el fuego. Entre ellos, la presidenta de la comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes.
No consta que Sánchez haya dado signo alguno, a lo largo de su carrera, de ser una persona racista —yo, desde luego, no tengo ninguna razón para pensar que lo sea—. Y este gesto que se le ve hacer en el video no prueba que lo sea. Ni racista, ni clasista, ni hipócrita o todas las otras cosas que en tuiter ya le han llamado. Lo que prueba es que deslizó una mano sobre la otra. Es el gesto que hacemos para limpiárnoslas, ciertamente, por ejemplo cuando un señor blanco y calvo te saluda con la mano sudada, que es algo que a mí me sucede una vez por semana sin que nadie me acuse de blanco-calvo-fobia. Como escribe en El Español Rafael Latorre, “hay días en que no hace falta un Gorrión Supremo para que la red organice un Paseo de la Vergüenza”. Gorrión Supremo es un personaje de Juego de Tronos, el gran inquisidor que bajo su apariencia gentil y de espiritualidad nívea, decide quién debe ser sometido a linchamiento público: el paseo de la vergüenza orquestado por los guardianes de la moral y la decencia.
[[DEST:Pablo Iglesias se define ahora como socialista a la manera de Salvador Allende o José Mujica]]
Ni comunista ni socialdemócrata. Pablo Iglesias se define ahora como socialista a la manera de Salvador Allende o José Mujica. Los referentes iberoamericanos también han bailado en el discurso del líder de Podemos. Donde antes estuvieron Correa, Evo, Hugo Chávez, ahora están otros.
En El Objetivo se las vio y se las deseó anoche Iglesias para explicar su filiación ideológica cambiante. Y también, y por ejemplo, el afán de su amigo Monedero controlar desde el gobierno a los jueces y sus decisiones. Enorme ejercicio de calcetinismo, darle la vuelta al calcetín, el que hizo Iglesias: resulta que cuando Monedero dice que el gobierno de Podemos daría órdenes a los jueces y a la policía para detener gente lo que está queriendo decir es que garantizará que nadie les diga a los jueces lo que tienen que hacer.
En Italia ha habido segunda vuelta de las municipales y está eufórico el Movimiento Cinco Estrellas, que se hace con las alcaldías de Roma y Turín. La nueva alcaldesa de la capital del país se llama Virgina Raggi y promete erradicar los procedimientos mafiosos en la administración.
Quienes pensaban que el movimiento de Beppe Grillo era flor de un día han cambiado ya de idea. Él mismo dijo anoche que esto no ha hecho más que empezar.