Monólogo de Alsina, sobre Sánchez: "Si ves que el debate público te perjudica, planteas reformar la Constitución"
Para esto sí sirve tener en tu mano el Gobierno.
Para lo que los politólogos llaman cambiar la conversación. Si ves que el debate público se centra en temas que te están perjudicando —-que si la tesis, que si los yemeníes, que si las incoherencias del gobierno— te montas un acto en la Casa de América de Madrid con cualquier excusa (que llevas cien días gobernando o que te gustaría permanecer cien años), cursas invitaciones a los ejecutivos del Ibex (alguno de ellos ricos de ésos que no pagan IRPF), invitas a los Javis, a Concha Velasco, los juntas a todos como si fueran la representación de la sociedad civil y les colocas un discurso que tú sabes que les va a interesar poco pero en el que introduces un anuncio que suene a verdadera revolución, que obligue a los diputado a pronunciarse y a los periodistas a dedicar a ello sus tertulias, aliviándote de la agobio que sentías por la tesis, y las incoherencias y los yemeníes.
Para esto sí sirve tener en tu poder el poder y así lo demostró ayer el Palacio de la Moncloa.
Colocando en el escaparate una mercancía recalentada que es posible que se quede en nada.
Paréntesis: no le extrañará al presidente que, visto lo visto en las últimas semanas, casi mejor esperemos a ver en qué queda, en realidad, la reforma antes de entrar en más consideraciones. No vaya a ser que, a imagen y semejanza de tantos otros anuncios, vaya corrigiendo y matizando el gobierno la cosa hasta dejarla en algo que no es lo que ayer se anunciaba. De hecho, ayer ya empezó a hacerlo. Cierro paréntesis.
El producto político en cuestión se llama fuero de los cargos públicos. O aforamientos. La protección especial de que gozan ministros, diputados, jueces, fiscales, para ser juzgados sólo por los tribunales superiores. El viejo asunto de los aforamientos. Que visto el fervor con el que ahora se pronuncian Sánchez, y Rivera, e Iglesias, en favor de que desaparezca habrán sentido un pellizco de orgullo algunos ilustres jubilados. Como Rosa Díez, primera que llevó el tema de los fueros al Congreso. O como Alberto Ruiz Gallardón, autor del primer proyecto del ministerio de Justicia para reducir el número de aforados de diecisiete mil a sólo veintidós. Rebobinemos.
Año 2014. Gallardón, ministro de Justicia, ya tiene hecha la cuenta. Aforados sólo tienen que ser el rey, los presidentes del Congreso y el Senado, el del gobierno y los autonómicos. Veintidós. El PSOE acoge la propuesta gallardoniana de mil amores pero advirtiendo de que para que prospere hace falta reformar la Constitución. Aquí un Sánchez más joven que ahora: el Sánchez de 2014.
Pasó lo que pasó: que a Rajoy abrir la reforma constitucional le pareció inoportuno y el plan de Gallardón quedó para siempre en vía muerta. Miren cómo se escribe, por tanto, la historia: hace cuatro años fue el ministro del PP quien anunció el proyecto de reducir los aforamientos. Cuatro años después es el gobierno socialista el que recupera aquella propuesta. Pero la lectura que hoy se hace es que busca poner en aprietos al líder de los populares, señor Casado.
Ayer pasaron dos cosas interesantes en esta fiesta de Sánchez con los del Ibex y algún artista.
• La primera es que al presidente se le fue la mano y anunció a pulmón lleno la eliminación de los aforamientos.
…acabar con los aforamientos. Pero cinco minutos después ya estaba matizando la señora Calvo que no se trata de eliminar todos, que no afectaría a los jueces y fiscales, tampoco a los diputados que sean denunciados por actividades propias de su cargo. Tampoco a los ministros. De tal manera que lo de acabar con los aforamientos, por más que lo dijera el presidente, debe traducirse como achicar los aforamientos. Objetivo muchos menos ambicioso que los veintidós aquellos de Gallardón.
• La segunda cosa interesante que pasó es que a algunos corresponsales parlamentarios el anuncio del presidente les sonó a cosa conocida. ¿Cómo es posible —se preguntaban— que el formidable anuncio presidencial no les pareciera a ellos tan novedoso?
Rebobinemos de nuevo.
No para remontarnos a hace cuatro años sino a hace cuatro días.
Jueves de la semana pasada.
La ministra Delgado informa al Congreso en una comparecencia sin pena ni gloria de que tiene a los técnicos de su ministerio trabajando en la limitación de los aforamientos.
Cuatro días después el anuncio de la ministra al que nadie ha hecho ni caso se convierte en la noticia estrella que su jefe, el presidente, lanza en su fiesta de cumpledías.
El jueves de la semana pasada la ministra admite en el Congreso lo mismo que ya admitió el gobierno anterior en 2014: que para suprimir fueros hace falta reformar la Constitución y los Estatutos de Autonomía. Y que la aritmética parlamentaria actual no ayuda.
Cuatro días después, el presidente dice que en sesenta días esto tiene la reforma de la Constitución hecha.
¿Ven ahora para qué sirve montar un acto trompetero en la Casa de América con los del Ibex y los Javis? Eres tú quien consigue que la cosa de los aforamientos, tan demandada por la sociedad desde hace décadas, se convierta en el debate del día añadiéndole esto de la reforma constitucional vista y no vista. Palabras mayores, la reforma de la Constitución.
Rajoy abortó el plan de achique de Gallardón porque abierta la puerta de la reforma temió que le metieran ahí la cosa territorial, la autodeterminación y la Corona. Está por ver ahora que el presidente Sánchez conduzca a puerto su reforma express de la Constitución habiendo asomado ya la patita, por la puerta entreabierta, la autodeterminación y el papel de la corona.
Por cierto, en 2014 aquel Sánchez más joven añadió una petición al gobierno de entonces: que además de recortar los aforamientos eliminara los indultos a dirigentes políticos. Interesante para los tiempos que vienen. ¿Mantiene el hoy presidente esa disposición? ¿Se anima a abortar la posibilidad de indultar a cargos políticos por delitos cometidos en el desempeño de sus cargos? Por ejemplo, ¿a los procesados por rebelión si acaban siendo condenados por el Tribunal Supremo?
La ministra Delgado también tuvo que corregir el tiro ayer.
Lo primero que hizo, por escrito, fue negar haber tenido ninguna relación con el comisario Villarejo. Ya avisamos aquí, antes incluso del comunicado, que relación es probable que tuviera alguna, y que alguna vez coincidieran, dado que ambos son amigos de Baltasar Garzón y es fácil que los amigos coincidan con los amigos.
De ahí que la negativa categórica diera paso después a la negativa parcelada. Lo que no tuvo Delgado fue relación profesional con el policía-empresario.