OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Y cuando Carlitos se fue de Cuéntame, Rajoy aún seguía en la Moncloa"

Carlitos se fue de 'Cuéntame' y Rajoy aún seguía en la Moncloa.

Él, gobernando España. Y la oposición, venga a presentar mociones de censura.

ondacero.es

Madrid |

Ahora que se va Carlitos de 'Cuéntame' hay que ponerse en la piel del Carlitos de dentro de veinte años. Aquel que echará la vista atrás y contará a sus nietos cómo fue 2018, el año aquel que algunos quisieron que fuera revolucionario y acabó siendo un año más de dudas, titubeos y pausas. Un año de empantanamiento más. En la España siempre a la expectativa. Siempre a la espera de que algo nuevo suceda.

Aquel año de 2018 en que Rajoy creyó haberse blindado para dos años más de gobierno y se encontró de pronto con un tribunal que le dejaba malherido, una oposición que le tenía ganas, un gobierno independentista en Cataluña y varias mociones de censura a falta de una. Se han puesto de moda las mociones, Merche.

Aquel año de 2018, empezando junio, decayó la aplicación del 155 y recuperó todas sus competencias el gobierno autonómico catalán un día antes de que Rajoy se arriesgara a perder todas las suyas. El PDeCAT ya tiene manos libres para votar sí a Sánchez. Y Esquerra Republicana. Falta el PNV. Que aún no se retrata. Ni por Rajoy ni por Sánchez.

Ahí seguimos. Contando los días que faltan para empezar la cuenta siguiente, tachando días. La España que aguarda la llegada del viernes, a la hora del aperitivo, para saber si hay nuevo presidente en la Moncloa o si, mal que bien, va a seguir (al menos un rato más) el que ya tenemos. El que viene estando desde diciembre de 2011, cuando el PSOE se desplomó en las urnas y el PP tocó el cielo de la mayoría absoluta.

Fue la crisis económica, la gestión errática de Zapatero, la incertidumbre sobre el euro y nuestra participación en el euro lo que llevó a Rajoy, en portaviones, a la Moncloa.

Cuatro años después el PSOE seguía en las raspas pero le habían surgido al bipartidismo dos nuevos actores con ganas de comerse el mundo: a la izquierda del PSOE, Podemos; a su derecha, Ciudadanos.

Nada volvió a ser igual en la aritmética parlamentaria. Hubo dos investiduras fallidas, hubo entierro y resurrección de Sánchez en el PSOE, hubo gobierno de Rajoy en permanente estado de precariedad parlamentaria, hubo techo electoral de Podemos y hubo, sobre todo, embestida contra la Constitución en Cataluña.

Ése es el resumen de los últimos seis años y medio de la vida política de España.

Llegados a la mitad de esta semana de aspavientos y de censura, las apuestas a esta hora de la mañana son desfavorables para Sánchez (pero no tanto como ayer) y no demasiado favorables para Rajoy. Dice usted: ¿cómo es posible? Si pierde uno, gana el otro. Tampoco se lo crea.

El Mundo sostiene que Rivera sopesa darle el sí a Pedro si le canta una fecha para las elecciones generales. Hasta hoy lo que Rivera decía es que el candidato no puede ser Pedro, pero es Ciudadanos. Igual ha encargado una encuesta interna.

Incluso si Pedro, como calcula el PP, se queda escaso de diputados para ser —en este segundo intento— presidente del Gobierno. Pero Rajoy, salvando la bola de juego esta semana, seguirá estando como estaba: ayuno, también él, de una mayoría parlamentaria imbatible, sostenido a solas por su grupo de 134 diputados y a expensas de que la oposición consiga hacer, el viernes o en las próximas semanas, lo que no ha conseguido hasta hoy: ponerse de acuerdo no en quién debe dejar de ser presidente (eso lo tienen claro) sino en quién debe serlo en su lugar.

Opciones:

• Que anuncie él un adelanto electoral y le reviente la moción de censura a Pedro nada más empezar.

• Que si ve al PNV bandeando dimita para evitar que lo saquen a rastras.

• O que fracase Pedro y lo intente el siguiente. Iglesias amaga con una tercera moción con un candidato cualquiera y sólo para conquistar el botón de convocar elecciones. Lo mismo que viene promoviendo Rivera.

Entre tanto, el IBEX cae, la prima sube y el gobierno le echa la culpa de todo al enemigo de España. nuevo título con el que distingue a Pedro Sánchez. Cómo será la llamada a rebato de Moncloa que hasta un ministro tan inédito, políticamente, como Román Escolano hizo ayer sus pinitos como ariete contra Sánchez. Arriesgando el ministro su crédito como analista solvente de los indicadores económicos.

Que el Ibex ha caído un dos y medio ayer es un hecho. Que cayó un 1 por ciento el día que el Congreso aprobó los Presupuestos, también. Que ha subido hasta el 134 la prima de riesgo española es un hecho. Que ha subido también la de Francia, o de la Grecia, o la de Portugal, donde Sánchez no pone en peligro nada, también es un hecho. Y que sobre todo ha subido la italiana, que tocó los 300 puntos, y ha caído la bolsa de Milán no sólo es un hecho, sino que es el hecho principal que explica que está en Italia el origen de la nueva incertidumbre europea.

Italia con golpe de autoridad del presidente de la República para abortar el gobierno euroescéptico que habían pactado la Liga y los de Cinco Estrellas. Italia, donde están los dirigentes políticos enfurecidos contra el comisario europeo que ha dicho que son los mercados los que enseñarán a los italianos cómo votar.

Italia, mucho más que Sánchez, es lo que dispara la incertidumbre europea. De España lo que empiezan a dar por hecho los expertos en pronosticar lo que pasa es que habrá elecciones generales mucho antes del 2020. Que es lo mismo que pronosticar que Rajoy a 2020 no llega.

Y se acaba el 155. Joaquim Torra, o sea Puigdemont, se rinde. No del todo, no se engañe. Se rinde en este episodio del nombramiento de consejeros presidiarios, solemnemente llamado por Junts per Cataluña la "restitución" del gobierno que fue destituido por Rajoy. Ni Turull volverá a ser consejero de Presidencia, ni Rull volverá a ser consejero del Territorio, ni Comín volverá a ser de Sanidad. Ni nadie volverá a ser nada. En el nuevo gobierno sólo hay consejeros que no tienen asuntos pendientes con la Justicia. Al frente del gabinete el avatar del de Berlín, QuimDeMont. Como vicepresidente, Pere Aragonés, el nuevo Junqueras. Y como portavoz y consejera de Presidencia, Elsa Artadi como la nueva Turull. Nuevos actores en los mismos papeles que ya había. Y con la duda de saber hasta dónde piensan llegar en la reiteración de la embestida.

El gobierno central da por ganada esta batalla.

La consecuencia del paso atrás de Torra, o sea, de Puigdemont, es que el 155 deja de aplicarse en Cataluña. Un día antes de que empiece la moción de censura. Y sin que el PDeCAT tenga que exigirle ya a Pedro Sánchez que le bendiga el nombramiento de consejeros presidiarios. Cosa que Sánchez no iba a hacer. En ausencia de exigencia, ya puede el PDeCAT votarle sin compromisos ni concesiones previas.