MÁS DE UNO

Monólogo de Alsina: "Y Rajoy sobrevivió a Del Bosque"

El debate sigue siendo el Brexit, pero en tercer lugar. Y siguen siendo las elecciones del domingo, pero en segundo lugar. Porque el primer lugar del debate patrio en esta jornada lo ocupa el fracaso de la selección nacional de fútbol. Sólo una letra separa el éxito del exit, la gloria de la puerta de salida. Italia nos mandó para casa en octavos y por eso el debate del día es si ha llegado la hora de relevar a Vicente del Bosque.

ondacero.es

Madrid | 28.06.2016 08:19

Él ya dijo, antes de empezar el campeonato, que le daría una vuelta a su continuidad cuando la Eurocopa terminara. Ahora que, para España, se ha acabado y a las primeras de cambio, la vuelta se la van a dar ya hecha. Aún no sabemos quién va a gobernar España pero sí va viéndose claro quién no va a seguir gobernando la selección.

De manera que sí: Rajoy podrá decir que también ha sobrevivido a Del Bosque. Cuando se jubiló el seleccionador, el presidente aún seguía allí. En funciones, es verdad, y obligado a fajarse en la negociación para ganarse la investidura. Nadie escuchó a Rajoy decir que declinará la propuesta el rey si no tiene el apoyo del PSOE. Bien al contrario, lo que dijo la semana pasada aquí, y lo que ayer se le volvió a escuchar, es que intentará llevarle al rey los deberes ya hechos.

Sólo hay opciones, ahora mismo, encima de la mesa. Una alianza entre los dos grandes o un rompecabezas de pezqueñines. El acuerdo con el PSOE para facilitar la investidura y respaldar al gobierno, desde fuera, en el freno al independentismo, o la suma de apoyos, tacita a tacita, con Ciudadanos, el PNV, la Coalicion Canaria y un señor que se llama Quevedo y que, aunque se presentó con el PSOE, estaría disponible para hacer de peón e irse, por ejemplo, al baño en el momento que se vote. 175 síes, 174 noes y un diputado que no está. Habemus presidente.

[[DEST:Sólo dos hay opciones, ahora mismo, encima de la mesa. Una alianza entre los dos grandes o un rompecabezas de pezqueñines.]]

Rajoy es muy partidario de la primera fórmula, el pacto a lo grande, y bastante poco de la segunda, el rompecabezas. Un pacto con el PSOE amortizaría a Pedro Sánchez y relegaría a la condición de irrelevante a Albert Rivera, doble carambola. Escuchando a la dirección socialista —-otra vez con el “no, no y no”— podría crearse usted la falsa impresión de que no hay más cera que la que arde y que ya está todo dicho. En realidad, es justo al revés. Estamos en los primeros compases. Estos días tontos en los que los candidatos aún sufren la inercia de sus estribillos electorales y siguen repitiendo el mismo mantra por pura costumbre.

Lo que diga hoy la dirección del partido socialista—pedrista— es poco relevante. Hay un comité federal convocado para el día nueve y será ahí donde se decida cómo sigue esta historia. La historia del PSOE menguante y su dilema envenenado: hacer presidente a Rajoy o intentar encamarse con Podemos y con Ciudadanos sabiendo que marear la perdiz conduce sólo a la melancolía.

De aquí al nueve se muñirán las alianzas internas para sacar adelante una u otra postura. La frase repetida por Díaz, García Page y Fernández Vara —“los votantes nos han mandado a la oposición”— supone admitir que quien debe gobernar es otro. A las claras, sólo Fernández Vara lo expuso con nitidez: debe gobernar Rajoy porque su distancia sobre el grupo socialista es de 52 diputados.

[[DEST:Lo más sorprendente de Fernández Vara fue la convicción con la que aseguró que habrá Gobierno del PP]]

Lo más sorprendente de Fernández Vara fue la convicción con la que aseguró que esto es lo que va a suceder, que habrá gobierno del PP decida lo que decida el PSOE porque lo urgente es que haya gobierno. Como volvamos a marear la perdiz nos van a correr a gorrazos, dice el líder socialista que ha perdido en su feudo las elecciones. El País insiste: hay que abstenerse, Sánchez tiene aún la oportunidad de conducir el partido en esta fase, poniendose al frente con claridad en lugar de regatear para conservar el cargo.

En Podemos la palabra sigue siendo frustración. Aún no se creen sus dirigentes que la realidad haya osado desmentir sus cálculos, sus diagnósticos y sus tácticas. Para ser un partido colmado de politólogos, profesores universitarios y académicos, no han sido capaces de alumbrar todavía un sólo análisis. En ausencia del desaparecido Iglesias le tocó a Pablo Echenique salir a decir que aún no se lo explican.

Qué ha podido pasar. Se lo preguntan como si el gatillazo podémico fuera uno de los grandes enigmas de la historia, a la altura del triángulo de las Bermudas y la maldición de Tutankamon. Tan rápidos para explicar lo que les pasa a los demás partidos y tan k.o. para explicar lo suyo. Hombre, tampoco hay tantas hipótesis. Podemos e IU han perdido un millón de votos en seis meses. Puede que haya un millón de votantes a los que ha disuadido el hecho de que se casaran, la confluencia, o puede que haya un millón de votantes que han castigado a Pablo Iglesias por la gestión que hizo del resultado anterior en la legislatura abortada. Que ésta es la hipótesis que más desagrada a Iglesias, obviamente: que haya sido él, y su forma de estrenarse en la actividad parlamentaria, lo que ha espantado a uno de cada seis votantes.