OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "La imagen del cadáver del niño es una patada en el estómago"

Con permiso. De todo lo demás. El niño. La foto del niño. Que es el acta que queda levantada de lo que ahora mismo, a esta hora de la mañana, está pasando. De aquello que empuja a una familia a salir con lo puesto buscando refugio.De aquello que arriesga al hacerlo.

ondacero.es

Madrid | 03.09.2015 08:06

Esta fotografía que es justo eso: el momento capturado en una playa de Turquía. Un policía recogiendo un cadáver. El cuerpo mínimo. De un niño muerto. Sirio. Moreno. Con camiseta roja y pantalón azul. Un cadáver menudo, pequeñísimo. Que parece un muñeco. Tendido boca abajo en una playa. ¿Dónde están los padres de ese niño?, te preguntas. Pues la madre está muerta, como él y como otro hermano. El padre pudo sobrevivir, y salvar a su hija de siete años.

Nos sacude la imagen, aunque supiéramos ya –-lo sabíamos, todos— que es esto lo que está sucediendo. Cuántas veces hemos contado de pateras naufragadas con niños dentro. Ese cadáver mínimo es la patada en el estómago que nos hace revisar dónde han puesto el foco los gobernantes estas últimas semanas. En si son inmigrantes o refugiados. En si hay que combatir el efecto llamada. En si caben mil, dos mil o quinientos mil en la Unión Europea que ansían como destino. La imagen del niño muerto. Y esto otro: el sonido de un niño. Un niño vivo que nos pide que paremos el infierno en Siria. “A la policía no le gustan los sirios. Ni en Serbia, ni en Macedonia, ni en Hungría. ¿Cuál es tu mensaje? Por favor, ayuden a los sirios. Parad la guerra y no querremos ir a Europa. Parad la guerra”. nos cuenta. Este otro niño aún está vivo. Y confía en seguir estándolo con nuestra ayuda. Con permiso. De todo lo demás.

Por alusiones, y si se dejara, a quien hay que dar derecho de réplica en el Parlamento de Cataluña es al señor Bosch Mijtavila. ¿A quién? A Josep Bosch Mijtavila. Apellidos catalanísmos. Cuyo nombre nadie pronunció ayer pero cuya honradez profesional fue repetidamente puesta en duda.

Bosch Mitjavila es el juez. De El Vendrell, Tarragona. Que investiga desde hace más de un año la gestión (muy sospechosa) de quien era entonces alcalde de Corvengencia en Torredembarra y sus vínculos con diversas empresas, una de ellas Teyco, la del señor Sumarroca. Aunque los promotores del proceso independentista en Cataluña se crean el rey sol —-todo gira en torno a ellos y sus tribulaciones— el mundo real es un poco distinto. Y en el mundo real, fue una concejal de Esquerra Republicana en ese municipio —hablamos con ella el lunes pasado—- quien denunció las irregularidades en la adjudicación de contratos y puso en manos del juez Bosch los primeros indicios.

Ayudemos a los desmemoriados del “Juntos por el sí” con este simple dato: la detención del alcalde convergente la ordenó el juez de El Vendrell en el mes de junio. Ojo, ¡el mes de junio del año pasado! Cuando no sólo no había elecciones a la vista, sino que Artur Mas predicaba que adelantar las autonómicas no estaba, para nada, en su ánimo. El líder convergente expuso recurrió ayer a dos comodines para no asumir sospecha alguna sobre la financiación de su partido y cargar contra los poderes del Estado: que no cree en las casualidades y que el gobierno está usando todos recursos para torpedearle.

La teoría de la casualidad falsa está sobradamente desmentida por los hechos. Ni la investigación judicial ha empezado ahora ni ordenar el registro de una sede política tiene nada de extraño. Mas dice: Ah, qué casualidad que se produzca el registro a un mes de las elecciones. Ya. Y si se hubiera producido hoy habría dicho “ah, qué casualidad que se produzca a 24 días”. Y si hubiera sido hace medio año lo que habría dicho es “ah, qué casualidad que nos registren a medio año de las urnas”. Éste es un recurso fácil. Es tan fácil el recurso que no es una aportación del señor Mas. En Andalucía se cansó de decirlo el PSOE cada vez que Mercedes Alaya sacaba un auto: “ah, qué casualidad que sea hoy”. Alcanzó la categoría de estribillo. Tratándose de Cataluña, además, donde hay urnas (de cristal o de cartón) casi cada año, es más fácil todavía jugar a esto. La teoría de la falsa casualidad.

El “van a por nosotros” tampoco es una creación de Convergencia. Fue enternecedor escuchar a la vicepresidenta Santamaría reprocharle a un dirigente político que ataque a los jueces que persiguen la corrupción. Ha debido de olvidar que el argumentario de su partido cuando empezó la Gurtel era justo ése: un tal Garzón, políticamente opuesto al PP, estaba abriendo una causa general disparando contra aquel impecable tesorero que tenían los populares, ¿cómo se llamaba?, eso, Bárcenas. “Vienen a por nosotros”, decían los populares. ¿Quiénes? Ah, Garzón y Rubalcaba, que era el ministro.

Aquí está todo inventado desde hace tiempo.La tesis ésta según la cual el juez Bosch es un títere del gobierno: la policía judicial es títere; los medios de comunicación están siendo utilizados. Tiene razón Artur Mas al recordar dos episodios que resultaron ser muy chuscos: el informe apócrifo atribuido a la UDEF sobre sus cuentas secretas y el que atribuía a Xavier Trías una fortuna en Suiza. Al césar lo que es del césar. Aquellas dos informaciones, avaladas y filtradas por el ministerio del Interior, resultaron ser un cuento chino. Pero, al césar lo que es del césar, nada tiene que ver eso con la labor de un juez de El Vendrell, catalanísimo, Bosch Mijtavila, que es quien consideró conveniente enviar a la policia judicial a registrar la sede de una fundación vinculada a Convergencia por la sospecha de que haya servido de coartada (ay, las donaciones desinteresadas de las constructoras) para tapar la financiación irregular y el uso corrupto de dinero público.

Que una operación judicial te perjudique y beneficie a tu adversario no significa ni que sea arbitraria ni que se haya acabado el estado de derecho. El estado de derecho se acaba el día que un juez evite registrar una sede política para no perjudicar la expectativa electoral de un partido.

Qué papelón ayer el de Esquerra. Escondidita. Mas podría citar a Neruda, aunque no haya nacido en Vic. “Me gustas cuando callas, Oriol, porque estás como ausente”. Le gusta cuando calla porque es la prueba de que Esquerra ha quedado neutralizada, abducida, en la candidatura conjunta. Junqueras de espectador. Y Romeva de florero. Sin hacer ruido. Y la administración catalana empeñada en emitir certificados de buena conducta periodística. El CAC ampliando su labor fiscalizadora a las televisiones de ámbito nacional para ver cómo de plurales son sus informativos. El problema no es que examinen, el problema es con qué criterios y con qué fin. Bendecir la actuación de los periodistas, para que éstos se habitúen a actuar conforme a lo que ese organismo desea para no ser objeto de reprobación pública. Los medios estamos expuestos, sólo faltaba, a la fiscalización diaria de la sociedad y a las obligaciones que nos atribuyen las leyes. Sobran los organismos de control político.