OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Lo más imprevisto de la campaña ha sido que la huida proporcione más votos que el martirio"

Mañana radiofónica y ferroviaria. De la mano de Renfe, que ha elegido éste de hoy como el día de la Alta Velocidad en Onda Cero.

ondacero.es

Madrid | 19.12.2017 08:03

Estamos amaneciendo hoy en la estación de Atocha, Madrid, España. Que probablemente es uno de los lugares con mayor trajín a esta hora de la mañana. Trajín aquí hay todo el día, pero a estas horas, con el ir y venir de los madrugadores del cercanías, el trasiego es máximo.

Hoy hacemos la radio desde el centro de control de operaciones de Renfe, que para que yo me entienda es como la sala de calderas de su casa pero con un montón de gente atenta a los indicadores y las pantallas. Desde aquí se controla todo lo que sucede en las líneas de Alta Velocidad y en la Larga Distancia. Y lo más meritorio de esta gente es que ya estaban trabajando cuando este programa aún no había empezado (que eso hay pocos que puedan decirlo).

Utilizando el símil ferroviario, la campaña electoral catalana entra en agujas.

Llegamos a la estación, que aún se sabe si el final de trayecto o sólo paradita intermedia. Qué menos que unos símiles ferroviarios después de aquel manoseado choque de trenes. Habrá que hacer algún día la antología de tópicos que nos brindó el procés. Y la lista de pronósticos correctos, diagnósticos errados y profecías incumplidas.

La campaña termina hoy.

• Con traca final de Esquerra a la puerta de Estremera. La prisión de Junqueras, el precio de su coherencia, como principal reclamo electoral frente al Puigdemont huido.

• Sin noticias de que el prófugo tenga planes para personarse en acto alguno del PuigDeCat. Ni siquiera se ha molestado en registrarse para votar por correo.

• Con Arrimadas e Iceta escasitos de voz y ya de ideas nuevas. Repetición diaria de las mismas jugadas.

• Y con Albiol, Domenech y Riera, el de la CUP, escasitos de intención de voto.

Han cambiado las cosas desde que Rajoy sorprendió al personal convocando elecciones para lo antes posible: dos meses después de asumir el gobierno de la Generalitat de Cataluña.

La carrera empezó con la vista puesta en Esquerra, siguió con el foco puesto en Puidegmont y va a terminar pendiente de Inés Arrimadas.

• Lo del fantasma de Flandes fue, sin duda, el elemento imprevisto. El éxito electoral del candidato a la fuga. Que la huida proporcione más votos que el martirio.

Un ex presidente que anunció que iba a convocar elecciones y reculó a última hora para escoger, sin explicación alguna, la proclamación de la República Catalana; un dirigente con tan poca cintura y tan corto (en habilidad negociadora), ha sido premiado, sin embargo, y a la luz de las encuestas, por los votantes independentistas concediéndole la condición de salvador in extremis del PDeCAT.

El hombre que, expatriándose para esquivar a la justicia, salvó de la desaparición al partido que estuvo ninguneando durante dos años. Seguramente es un espejismo, porque si Puigdemont no vuelve a ser presidente —y a día de hoy tiene malas cartas—, el efecto Flandes se agotará y el PDeCAT habrá quedado diluido y desdibujado para una larga temporada. Se frota las manos Artur Mas, dispuesto a ofrecerse como resucitador del partido que él mismo contribuyó, por otra parte, a dejar en las raspas.

Junqueras apura la campaña a la desesperada. El líder de Esquerra es él, salta a la vista. Él con su pétrea determinación para la secesión envuelta en la seda de su trato cordial y sus modos vaticanos. No hay más líder, hoy, en ese partido que tantos líderes tuvo porque tampoco a él le interesó nunca dar minutos a los posibles relevos.

Que recurra a dejarse grabar desde la cárcel para que se escuche su prédica —esto de yo he sido coherente, Puigdemont se ha quitado de en medio— es prueba suficiente de que la campaña no ha ido, ni de lejos, como él había previsto. Que se empeñe en ver ultraderechistas invadiendo las calles de Cataluña a todas horas prueba algo distinto: que por primera vez teme que un partido constitucionalista le arrebate la primera plaza. Ese partido es Ciudadanos y tiene a la única candidata a presidenta.

No midió bien Junqueras aquello que dijo cuando la consagración fracasada de Rovira: que ya es hora de que una mujer esté al frente de Cataluña. Él pensaba en Marta, pero la única mujer que hoy tiene opciones de ponerse al frente es otra, Arrimadas.

En las encuestas la aritmética sigue siendo testaruda: ninguna combinación suma mayoría absoluta. Arrimadas despunta claramente en el sector constitucionalista pero sin que eso haga más factible su hipotética investidura. Y el aspirante que más persevera en verse —o preverse— presidente, Miquel Iceta, en realidad lo fía todo no a sus propios resultados sino al veto de Cataluña en Común a un gobierno de Ciudadanos. Iceta vino a admitir ayer en este programa que tiene asumido que Ciudadanos tendrá más votos que el PSC, pero que en ausencia de rodillo independentista serán los colaus los que decidan quién preside. Y ahí es donde él se postula. Aquello que dijo aquí hace mes y pico, cuando Ada Colau estaba a punto de darle la patada al PSC en el ayuntamiento de Barcelona…

…deja de tener valor ahora que ya están aquí las urnas. Esto, y cualquier otra cosa que sobre pactos o no pactos hayan dicho los candidatos las últimas ocho semanas.

• Algo no previsto tiene que pasar el jueves (la sorpresa que decía Iceta), algo que no recojan las encuestas, para que salga de las urnas un parlamento con mayorías claras y una investidura cantada.

La campaña empezó con Esquerra como reina del mambo y termina con Arrimadas como posible vencedora. Sólo posible. Y con muchos encuestados que no quieren revelar su voto.

Marta Rovira ha dicho que si Arrimadas acaba siendo presidenta será gracias a Rajoy, que aplicó el 155. Lo cual revela dos cosas: que contempla la posible investidura de Arrimadas (debe de ser casi la única) y que prefiere pasar por alto que si al final el presidente es Junqueras, también será gracias a Rajoy. Que apartó de su cargo, vía 155, al señor Puigdemont. El único presidente legítimo que, hasta anteayer, reconocían la señora Rovira y el resto de Esquerra.