Entre cogobernanzas y cohabitaciones no ganamos para curvas. Entre los pulsos que se echan el gobierno central y los gobiernos autonómicos y los pulsos que se echan los gobiernos de coalición consigo mismos, no es fácil entender esto que el ministro Escrivá llamaría las narrativas.
Narremos, como buenamente podamos, algunos episodios de ayer mismo.
Primero, lo del toque de queda. El sentido elástico de la cogobernanza.
Saben que desde hace diez días hay gobiernos regionales que están pidiendo poder recluir a la población en casa desde las ocho de tarde (ahora nos recluyen como pronto a las diez). Y que según han ido pasando los días y han ido empeorando los indicadores de la epidemia (736 de incidencia acumulada, nuevo récord para mal) más presidentes autonómicos se han ido sumando a esa petición. Tantos se han ido sumando que, a día de hoy, son mayoría.
El gobierno central viene diciendo que, por su parte, no hay cerrazón alguna. Que si hay consenso, adelante. Ayer mismo lo dijo Ábalos.
El lunes lo dijo en este programa la ministra Darias: si hay acuerdo, no hay razones para no hacerlo. Pero... llegó la esperada reunión con los consejeros autonómicos ayer, el ministro Illa escuchó las posiciones que ya conocía y su respuesta fue que no. Que lo va a seguir estudiando.
Que algunos han dicho que quizá valdría la pena y lo vamos a estudiar. ¿A estudiar qué? Tampoco parece que sea un caso que requiera de meses de investigación: los gobiernos autonómicos te piden que habilites una nueva herramienta y tú lo haces o no lo haces. Y el ministro, al habla con la Moncloa, no lo hace.
Pregunta que sería interesante que el ministro respondiera: ¿qué gobiernos autonómicos se niegan a habilitar el toque de queda adelantado? No cuáles desean adelantarlo, sino cuáles no desean que los demás puedan. Porque salvo que haya habido una legión de gobiernos oponiéndose ferozmente a que los otros puedan meter a la gente a las ocho en casa, ¿cuál es el argumento del ministro para negarse? ¿Acaso no hay consenso? ¿Acaso no era esto lo que él predicaba? Si hay acuerdo, adelante. Aquí falla la narrativa Illa.
A la historia de la pandemia añadimos el sorprendente caso del consejero murciano que no dimitió y sí dimitió el mismo día. A las diez de la mañana estaba pidiendo disculpas por vacunarse sin que le tocara... disculpas sí, dimisión, no. A las seis de la tarde estaba despidiéndose.
La excusa que al Partido Popular le valía por la mañana –-que el consejero es médico-- dejó de servirle por la tarde. Cuando Ciudadanos, como había adelantado en este programa, amagó con romper el gobierno de coalición si el señor López Miras no entregaba la cabeza del consejero. La diferencia entre irte a la primera e irte cuando los demás te obligan es que haciendo lo primero quedas como dueño de tus decisiones y haciendo lo segundo como alguien a quien han dado la patada.
Fíjese que hace dos meses se les preguntaba a los ministros si estarían dispuestos a ser los primeros en vacunarse para dar ejemplo. Ahora hemos entendido que el ejemplo es respetar el orden y los grupos de vacunación que los propios gobernantes han establecido.
Narrativas, gobiernos de coalición... y papelones.
El caso del ministro Escrivá. Muy comentada ayer su entrevista en este programa, su enfado con el programa y con quiénes han informado de que hubo un pulso en el gobierno sobre la ampliación del cómputo de la pensión como instrumento para reducir su coste. Es decir, que su ministerio defendía esta medida pero no consiguió que prosperara. Aquí dijo Escrivá ayer que nunca hubo tal propuesta oficial de su ministerio y que, aunque se publicara en varios medios la segunda semana de diciembre, él no está para andar desmintiendo lo que dicen otros.
Es posible, decía el ministro, que alguien sacara de contexto unos papeles y no se enterara muy bien o que buscara distorsionar la realidad.
'Narrativa' que consistiría en decir que Escrivá quiere rebajar las pensiones e Iglesias, que vela por los pensionistas, se lo impide. El ministro está en su derecho a discrepar de cómo se cuentan las cosas (sólo faltaba) y a quejarse de que se saquen de contexto. Ahora, decir que de su Ministerio nunca ha salido la propuesta de alargar el cómputo a los 35 años ya es más discutible. Mire, estas tormentas tienen la virtud de que, gracias a ellas, se acaban reconstruyendo con detalle cómo discurrieron las cosas. Caridad García nos contaba esta mañana que en el documento que el ministro hizo llegar a los otros ministerios del área económica aparecía esa idea. Carlos Cué en El País, informa de que los 35 años aparecen en los borradores de las fichas que se envían a Bruselas. Y Fernando Garea, El Confidencial, añade que la propuesta fue discutida por tres secretarios de Estado, uno de ellos Nacho Álvarez, de Podemos. Y recuerda que la vicepresidenta Calviño, 21 de diciembre, confirmó que el ministro estaba hablando de modificar el cómputo con los sindicatos.
En resumen, que uno puede decir, como hizo ayer Escrivá, que el Ministerio de la Seguridad Social nunca ha anunciado oficialmente que se fuera a ampliar el cómputo de la pensión. Pero eso no significa que la idea (y el debate sobre la idea) no se haya planteado dentro del gobierno.
Existir, el debate existió. Y los documentos existieron. Otra cosa es que no prosperaran. Y otra cosa es que el ministro no viera la medida con buenos ojos. Por eso ayer (esto es opinión) Escrivá eludió concretar si a él le parece una buena idea llevar el cómputo hasta los 35 años.
Es verdad que para un ministro siempre es incómodo aparecer como el derrotado en un pulso interno y que tus adversarios saquen pecho porque te han vencido (que es lo que gustan de hacer en casa Iglesias, presumir de ganar pulsos cuando los ganan y lamentarse de que la otra parte del gobierno no tenga suficiente sensibilidad social cuando los pierden). Pero ocurre que en los debates internos es donde está la madre del cordero de los gobiernos de coalición. Y de la cohabitación. Y al fondo de este asunto del cómputo, como de tantos otros, lo que late es la utilización de las filtraciones y las declaraciones para erosionar a tu adversario. Y el estado de, con perdón, encabronamiento creciente de algunos ministros del sector PSOE con el sector Podemos por las declaraciones y las filtraciones.