OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "No hay paralelismo posible entre el Brexit y la autodeterminación catalana"

Circula por ahí una guasa, un chiste, que dice que un día como éste, por ejemplo, 23 de octubre de 2192, los medios estaremos informando a nuestros oyentes de que el primer ministro británico, el que sea, visita como cada año Bruselas para pedir una prórroga a la negociación del Brexit. Nadie sabe cómo empezó esta tradición, dirán los medios, pero la ceremonia atrae cada año a miles de turistas de todos los lugares del mundo.

Carlos Alsina

Madrid |

Trasladada la guasa a Londres, quién sabe cuántos años más seguiremos contando que el Parlamento británico ha rechazado la intención del gobierno de aprobar ya las condiciones del Brexit y obliga a primer ministro a seguir corrigiendo, revisando, renegociando.

‘Queremos irnos y queremos hacerlo pactando las condiciones’, nos decía ayer el embajador del Reino Unido en España, ‘pero es posible que haya prórroga’.

Más tiempo, y más y más y más. La semana que viene, el 31, no se consumará ya el divorcio. Empezará noviembre y el Reino Unido seguirá formando parte de la Unión Europea. A Boris Johson le ha impuesto el Parlamento la marcha lenta.

Esta conversación que mantuvimos ayer con el embajador británico es interesante que la escuchen todas estas lumbreras del movimiento independentista catalán que se empeñan en invocar el referéndum del Brexit y el referéndum de independencia de Escocia (las dos consultas que hubo gobernando David Cameron) como fuente de autoridad para reclamar ellos la recurrente autodeterminación.

Tal como expuso el embajador Elliot, si Escocia pudo decidir su permanencia en el Reino Unido es porque la Constitución de su país permite que la nación escocesa, que lo es, decida si sigue ligada a las demás naciones del Reino Unido. A diferencia de la española, que establece que la unidad territorial es indisoluble. Del mismo modo que no hay paralelismo posible entre el Brexit y la autodeterminación catalana, éste otro mantra que han puesto en circulación los propagandistas. Dicen: si el resto de Europa no tiene nada que decir sobre lo que hagan los británicos, por qué el resto de España va a tener voz y voto en lo que hagan los catalanes. Pues mire: porque la Unión Europea es un club de estados al que se incorporan los países voluntariamente y del que, conforme a las reglas, pueden salirse. Nada que ver con el derecho a decidir que predican Junqueras y Torra y que consiste en privar del derecho a decidir al resto de España.

Habrá que recordarlo una mañana más –-y que no decaiga— para explicar por qué el señor Torrent, por muy presidente de un parlamento autonómico que sea, no puede someter a votación una resolución que proclama esa falacia llamada derecho de autodeterminación. Y por qué la decisión de hacerlo revela que a Esquerra Republicana le han empezado a temblar las piernas al ver cómo a Rufián le gritaban butifler.

Lo que es triste es que un presidente de Parlament se levante cada día de la cama pensando en cómo seguir engañando a la sociedad para la que, en teoría, trabaja. Ni hay ataque alguno a la libertad de expresión (ahí está él, diciendo dentro y fuera del Parlamento lo que le da la gana) ni hay derecho de autodeterminación por más que el rodillo independentista de ese Parlamento alce la voz (o se alce, de palabra o de obra).

Otra vez la chulería de decirle al Tribunal Constitucional que le van a hacer la butifarra, la peineta. Otra vez el gobierno central obligado a impugnar el abuso de poder de la mesa del Parlament.

Sánchez está más cómodo en este escenario –-poniendo el foco sobre el Tribunal Constitucional— que en el de antes, los altercados en las calles que ponen el foco en la Moncloa. Aunque haría bien el presidente en no pasar por alto que este Torrent que reincide en promover resoluciones parlamentarias contra el Estado es uno de los pesos pesados que aspiran a heredar a Oriol Junqueras. Es decir, que esta Esquerra Republicana que en Moncloa sostienen que es pragmática, posibilista y moderada, es la Esquerra que hace piña con Torra para insistir con la autodeterminación y es la Esquerra cuyo máximo responsable, condenado por sedición, ha pronunciado esta amable frase que les traslado: ‘El indulto se lo pueden meter por donde les quepa’. Qué fue del tono frailuno que caracterizaba hasta ayer a Oriol Junqueras. El indulto por donde les quepa y Spain sit and swallow, siéntate y traga.

Premio al bochorno nacional, ayer, la diputada Olona. Macarena Olona, abogada del Estado, alto cargo del grupo parlamentario de Vox. Para presumir el suyo de ser un partido de orden, montó una bronca ridídula ayer en el Congreso y, como los malos futbolistas, forzó su expulsión de manera tan burda que todo lo que consiguió fue generar embarazo incluso a los suyos.

Empezó la cosa porque Vox se saltó la cortesía parlamentaria que dice que en la diputación permanente, el hemiciclo en pequeñito, los grupos ocupan los sillones reproduciendo la distribución que tienen los escaños en el pleno. Los de Vox se sentaron donde les pareció oportuno, en los de Ciudadanos, Ciudadanos tuvo que sentarse en los del gobierno y la presidenta Batet solicitó muy cortsmente a los diputados que se cambiaran de asiento. Después siguió Vox con la bronca pretendiendo decidir ellos de qué debía hablar la diputación permanente, saltándose a la mesa del Congreso y el orden del día. Desatendiendo los avisos de la presidenta y negándose a abandonar la sala cuando fue expulsada.

La de Vox, haciendose un Rufián. O peor, porque a Rufián lo expulsó Ana Pastor y se fue. A esta diputada, tres minutos resistiéndose, tuvo que ir a sacarla la portera mayor del Congreso.

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