Opinión

Monólogo de Alsina: "No es novedad que haya portavoces que sólo se sienten realizados chapoteando en aguas fecales"

Amarrados de verdad, y para todo lo que proponga, el matrimonio Sánchez-Iglesias tiene 155 escaños de 350. Y con 155 sólo no saca adelante nada. Ya le puede firmar a Bildu un papelito que diga que tirarán abajo hasta la última piedra que puso en pie Rajoy que con los cinco de Bildu le salen 160. De 350 diputados.

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Carlos Alsina

Madrid |

Tener que recurrir a Bildu, y tener que pagar el precio de firmarle a Bildu un contrato que dice que derogarán hasta la última coma de la legislación laboral que hoy está en vigor (la de los ERTE) antes de levantar las medidas extraordinarias sólo da idea de hasta qué punto este gobierno está en precariedad parlamentaria y, también, de hasta qué punto Sánchez es capaz de firmarle hoy lo que sea a quien sea (Ciudadanos incluido) con tal de salvar, partido a partido, Simeone, cada votación parlamentaria.

Seguro que hay militantes socialistas a los que les produce un sarpullido ver las siglas de su partido junto a las de EH Bildu en un documento oficial...

...seguro que hay militantes que preferían aquello que hace meses proclamaba Sánchez...

...pero seguro que también hay otros que defienden que con Bildu se puede pactar igual que con cualquier otro grupo parlamentario. Bueno, cualquier otro no. Con Vox no se le ocurriría al PSOE pactar nada. Con el PP, tampoco. Y con Ciudadanos... con Ciudadanos ha pactado Sánchez porque la alternativa era arriesgarse a perder la votación y porque Oriol Junqueras ha resultado ser un socio traicionero. Bastante penitencia tiene Pablo Iglesias teniendo que agradecerle el voto a Inés Arrimadas y llorando en silencio que su legendaria habilidad para muñir acuerdos con el independentismo catalán que tanto le apreciaba ya no da fruto. Ha perdido el toque Iglesias. Y dejar de ser útil como celestino le devalúa. Si sólo eres capaz de aportar los cinco escaños de EH Bildu tu estrella mengua.

Nada une más a los partidos de izquierda (y nada excita más a la izquierda independentista) que seguir tumbando a Rajoy aunque Rajoy lleve ya dos años disfrutando de su nueva, y provechosa vida, de registrador de la propiedad y runner en fuga. Multado, por cierto, al amparo de la ley mordaza que ayer repudiaba en el Congreso Adriana Lastra mientras el ministro Marlaska no se cansa de aplicarla. Qué cosas.

El de Sánchez e Iglesias es un gobierno en minoría que hoy no tiene seguridad alguna de sacar adelante ninguno de sus proyectos. Hace un mes se ponía estupendo evocando los pactos de la Moncloa y hoy anda rebañando diputados para salvar por la mínima un decreto para quince días. Es un gobierno de coalición que creó el presidente obligado por el gatillazo electoral de noviembre con un programa de investidura pensado para una legislatura y para un país que ya no existe.

Sánchez es el único presidente posible que hay hoy, a la vista del reparto de escaños en el Congreso y porque para cambiarlo la única vía es la moción de censura. Pero las alianzas sobre las que proyectó la legislatura y su gobierno de coalición se han esfumado. No existe un plan B, una alianza suplente que puedan integrar el PNV, Ciudadanos y ahora, EH Bildu. Al frankenstein de la investidura no lo va a sustituir este requete-frankenstein que sólo le ha servido a Sánchez para amarrar el estado de alarma y compensar pactando con Bildu su presunto giro derechista, por lo de Ciudadanos.

Ayer asistimos al curioso caso de un gobierno que salva la cara con el auxilio del partido naranja y envía a sus portavoces parlamentarios Lastra y Echenique a que pongan a caer de un burro al gobierno madrileño del que forma parte Ciudadanos. Lastra, Echenique y Simancas son los líderes de la oposición al gobierno regional madrileño. Como dice Echenique, si al cómputo del coronavirus en España le quitas Madrid, nos salen unos datos muy apañados. Fíjate que pasamos de ser el cuarto país, por detrás de Bélgica, Andorra y San Marino en muertos por habitante a ser el sexto. Ser el sexto país del mundo en mortalidad le parece que es mejorar bastante.

Si quitamos Madrid el primer problema es que ya no te sale España. Y el segundo es que te animas y luego quitas del cómputo Cataluña, para que te queden aún mejor los números. Y ya si quitas Madrid, Cataluña, Castilla y León, Castilla La Mancha y qué te digo yo, La Rioja, entonces te sales, Pablo. Y si mi abuela tuviera ruedas sería una vespa. Pero resulta que es mi abuela.

Ojo con atribuir los muertos de un territorio a quien gobierna ese territorio porque quien gobierna en toda España es Pablo Iglesias, Pablo. Y desde el 14 de marzo el gobierno central tiene la potestad de movilizar todos los recursos públicos y privados que crea oportunos para atajar la epidemia, en eso consistió el estado de alarma. Lo de cargar los muertos en la cuenta de quien gobierna es precisamente lo que hizo ayer Santiado Abascal cuando dijo que los 27.000 muertos los ha provocado Sánchez. Como arenga igual le funciona entre los suyos, pero la afirmación es falsa. Ni Sánchez ha matado a nadie ni ha matado a nadie Ayuso. El día que los Simancas, las Lastra, los Echenique y las Ayuso dejen de utilizar ventajistamente los números igual conseguimos avanzar en la explicación de por qué nuestro país ha encajado un daño superior a la de casi cualquier otro.

Que medio Parlamento pretenda convencernos de que el otro medio es criminal, asesino y golpista y el otro medio pretenda que son los otros los fascistas, golpistas y contagiadores del virus no es una novedad. Hay portavoces que sólo se sienten realizados chapoteando, iracundos, en un charco de aguas fecales.

Aquí está Rufián, en su idioma propio, aleccionando a la cámara sobre qué es el progreso y repartiendo los carnés de izquierda verdadera. El espíritu de la investidura era el cordón sanitario a la derecha. Lo de al virus lo vencemos juntos significa para Junqueras que o cordón sanitario o boicot al estado de alarma. Rufián, por encargo de Junqueras, interpretando ayer el papel de novio despechado sin alcanzar a explicar qué parte del decreto que se votaba ayer es el que le parece fascista.

Claro, esto también lo tiene que entender Sánchez. Si te pasas dos años pregonando que Ciudadanos es la derecha reaccionaria, el blaqueador de ultraderechistas, el trifachito, etcétera, no puedes extrañarte de que tus amados socios de investidura te restrieguen todo eso cuando recurres a Ciudadanos para evitarte el naufragio.

Pero Sánchez le dijo un par de verdades a Rufián. Una igual la escuchó ayer aquí, a esta hora: esta alergia insuperable, esta intolerancia enfermiza que manifiesta Esquerra Repubicana por la derecha, ¿cómo se compadece con el pacto que desde hace cinco años mantiene con la derecha independentista catalana? Con quien gobierna Esquerra Cataluña desde 2015 es con la derecha indepe que ha ido mudando de nombre para ser siempre lo mismo: Convergencia, la criatura de Pujol. Es interesante que Sánchez asuma ahora que con quien tiene abierta una negociación en Cataluña es con la derecha independentista y con la izquierda que le ha dejado tirado en la mayor crisis a la que se ha enfrentado nunca España.

La otra verdad que le dijo Sánchez a Rufián es que votar con Ciudadanos no convierte al PSOE y Podemos en derechistas. Ni siquiera en centristas, si nos ponemos. Igual que votar lo mismo que Vox no convierte a Esquerra es extrema derecha (con ser extremo independentismo basta). Lo que ocurre es que ese argumento ha de aplicárselo el presidente a sí mismo: que el PP vote lo mismo que Vox y que Esquerra no convierte a Casado ni en ultraderechista ni en separatista. Bastante tiene Casado con intentar saber dónde está su partido cada semana.

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