OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El retorno"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre el retorno de las vacaciones, la nueva temporada radiofónica y el nuevo curso político.

Carlos Alsina

Madrid | 02.09.2024 08:46

Ánimo, que todo es empezar. Comienzo del año laboral para la gran mayoría de los españoles, retorno al madrugón, a la ojera, al café bebido, al horario, al atasco, al cercanías, al metro, a la fraternal -y dichosa- camaradería con los compañeros de trabajo. Es el día del retorno. (Ésta sí que es la operación retorno, volver a las rutinas que nos acompañarán a lo largo del curso). Gracias por elegirnos como su compañía para este primer arreón del nuevo día.

Nueva temporada radiofónica

Hoy comienza la nueva temporada radiofónica, que es la décima temporada ya -creo- de este programa. Ondarreta se ha vuelto a ir de vacaciones, porque está visto que hay gente que nunca tiene suficiente, pero el resto estamos todos aquí de vuelta, revitalizados y remineralizados, y en perfecto estado de revista. A las diez recibiremos a los directores y presentadores de los demás programas de Onda Cero para que nos cuenten novedades de sus programas. Y empiezo ya por recordarles que hoy, a las tres de la tarde, se estrena en versión entresemana Jaime Cantizano. Desde hoy, de lunes a viernes, de tres a siete, 'Por fin', con Cantizano. Nueva etapa y nuevas aventuras radiofónicas que vamos a ir viviendo todos juntos.

¿Y el país, qué? El país, ¿cómo lo tenemos a veinte días de que llegue el otoño? Pues por un lado está el país de la gente común y corriente, que paga sus facturas, que cumple sus contratos, que intenta mejorar su vida cotidiana sin hacerle la puñeta a nadie, echando una mano a los demás en lo que esté a su alcance; y por otro lado está el país de la política, o la política de nuestro país, que en términos generales está desquiciado.

no es el gobierno el que elige cuándo presenta Presupuestos y cuándo no

La España política es ésta en la que el gobierno proclama, como si fuera meritorio, que está decidido a presentar unos Presupuestos para el año que viene en el Parlamento. Alabado sea. Ocurre que no es opcional. Es obligatorio. Esto ya lo recordamos el pasado mes de marzo con ningún éxito: no es el gobierno el que elige cuándo presenta Presupuestos y cuándo no.

Tiene la obligación -constitucional, como diría el presidente, tan celoso de las obligaciones constitucionales de los demás- de presentarlos. Tenga o no tenga asegurado que prosperen. En eso consiste debatir y votar, que unas veces convences y ganas y otras, no. Pero éste es el gobierno que hace unos meses incumplió su tarea alegando que no había clima para nuevos presupuestos de este año, ¡clima! Sacó el dedo por la ventana de su despacho la ministra de Hacienda y dijo: uy, no, no hace día para perder votaciones. Y ahí estamos, tirando de los Presupuestos del año pasado y sin socios a la vista para sacar adelante unos nuevos. Quién sabe si la frase resumen de este otoño no acabará siendo ésta, cinco segundos de Just Peter, o sea, Sánchez diez minutos antes de ser presidente del gobierno.

En qué consiste gobernar sino en permanecer, presidente. Es lo que tiene gobernar de prestado. Te inviste un grupo de costaleros, alguno de los cuales tiene cero interés en cómo le vaya España en su conjunto, y cuando hay que gobernar te dejan colgado de la brocha. Por mucha amnistía y mucho adelgazamiento del Código Penal que hayas entregado como prenda. O sea, Junts per Cataluña. Vete a decirle tú a Miriam Nogueras que se preocupe por la renta media de los extremeños. O por la igualdad.

La España política es ésta en la que un cuerpo policial organiza en pleno mes de agosto un despliegue llamado operación jaula para localizar a un tipo que acaba de dar un mítin en el Arco del Triunfo de Barcelona y que resulta que es quien ha decidido quién preside el gobierno de España. Primero se chulea y luego se fuga el individuo al que el gobierno ha dedicado sus mayores favores para tenerlo contento. Un año entero consumiendo energías en parir una ley que lo dejara impune. Y ahora, que si operación jaula. Y que si hay que ver los mossos. Cuántas veces no habremos escuchado al presidente burlarse del PP porque a Rajoy se le fugó Puigdemont. Y en rigor, a quien se le ha fugado es a él, porque ahora sí -en 2017 aún no- había una orden de detención en vigor. Puigdemont, medio amnistiado y prófugo. Y reducido, es verdad, a la caricatura de sí mismo. El valiente soldado que tangó a toda su parroquia. Ahora estoy, ahora ya no. Oiga, qué bochorno.

La España política es ésta en la que un partido en estado de aluminosis, de nombre Esquerra Republicana, acepta convertirse en la filial del PSC -o el equipo filial, que es el mismo pero juega en segunda- a cambio de que le dejen presumir de haber logrado el hito nunca antes visto de que Cataluña tenga para sus gastos más dinero del que tiene ahora.

Hace siete años estaban proclamando la independencia y hoy celebran que el Estado Español les aumente la financiación. Habrá que admitir que han aguado bastante sus aspiraciones tras el revolcón electoral de mayo. Soberano revolcón: sobre las vigas desnudas de la Esquerra menguante ha construido su primer gobierno Salvador Illa. Y sobre un trato preferencial en materia de financiación que, como dice Borrell, no será como el concierto vasco pero concierto, es. Trato preferencial que no es que Esquerra le reclame a él, es que él, Illa, le reclama al gobierno de España. Es la nueva Generalitat socialista la que tiene pactada con el gobierno central más autonomía para recaudar, para gestionar, y más recursos para gastar. Preferencial es desde el mismo momento que el gobierno central ha aceptado para Cataluña lo que no consta que haya aceptado aún para ninguna otra comunidad autónoma, que es el cambio de modelo. Preferencial es que el gobierno firme primero lo de Cataluña y luego ya se ponga a ver si reúne a las demás comunidades autónomas para actualizar los criterios y ver singularidades y ver qué se puede hacer para repartir mejor lo que hay. El actual sistema de financiación autonómica -cómo se calcula cuánto le corresponde a cada región según población, dispersión, edad, etcétera- lo pactó Zapatero con la Generalitat (socialista) de Cataluña en tiempos de Montilla. Y dijo Montilla: ‘Este acuerdo hará grande a Cataluña’. Se ve que entonces la singularidad que ahora se invoca aún no existía. Lo que entonces se vendió como una mejora histórica de la financiación catalana ahora se repudia como la causa de que haya habido infrafinanciación e injusticia. El mismo PSC, el tiempo que va de Montilla a Illa. Con Esquerra de la manita.

La vicepresidenta Montero, que permaneció un mes muda mientras Esquerra promocionaba el concierto, se apareció hace diez días para negar que lo sea. O sea, lo de siempre: se pacta, se firma, se jalea, se desmiente y ya escampará. De tanto criticar a quienes lo llaman concierto se ha quedado sin tiempo en los mítines la vicepresidenta para explicar cómo lo llama ella y en qué consiste la singularidad y cuánto cuesta. Canarias y Baleares tienen una singularidad bastante clara, geográfica: su singularidad es la insularidad. ¿La de Cataluña cuál es, según la vicepresidenta? Tanta devoción tiene nuestro gobierno por el debate parlamentario -el Parlamento, siempre en el centro- que ha hecho cuanto ha podido para torear al Parlamento y no tener que ir a explicar nada. En el Senado se la espera esta semana. No es seguro que acuda.

Que izquierda es lo que él diga que es

Se pacta, se firma, se desmiente y ya escampará. Ocurre que esta vez, en el PSOE no escampa. La desigualdad de trato entre territorios siempre levantó más ampollas que la desigualdad de trato entre ciudadanos, por eso el trato preferencial a la Generalitat de Illa escuece más que la amnistía. Está por ver hasta dónde llega la revuelta interna y si adquiere categoría suficiente para merecer ese nombre: revuelta. Para noviembre ha convocado Sánchez congreso extraordinario de su partido. Para que lo consagren como el líder absoluto que ya es. Para hacer evidente que hoy el partido es él. Que la posición del partido es la que cada día, arbitrariamente, determine él. Que izquierda es lo que él diga que es. Y que los líderes regionales del partido han de ser deudores del líder absoluto. Promover liderazgos regionales, dice la propaganda oficial. Que significa hacer limpieza de aquéllos que tienen no un criterio opuesto al secretario general, sino simplemente un criterio propio. Está prohibido dudar de la infalibilidad del jefe.

Monólogo Alsina 02/09