Disfrutando hoy, hasta las doce y media, de Málaga. Y de la cálida acogida que Málaga siempre dispensa a las visitas. A los de fuera que, cumpliendo con todas las normas sanitarias, venimos a comprobar que hay mucha vida y muchas cosas que hacer en esta ciudad, a pesar de todo.
Quedan cinco días para terminar el mes y lo mejor que se puede decir de noviembre, comparado con octubre, es que la incidencia de la epidemia en España ha ido a menos. Nos está costando, porque las restricciones de actividad (y de movilidad) no salen gratis ---bien lo saben los bares, los pequeños comercios, los restaurantes, los espectáculos---. Pero el ritmo que ahora llevamos, la media del país, es muy esperanzador. En una semana hemos pasado de 452 casos por cien mil a 362. La próxima curva en el camino llega el cuatro de diciembre, puente de la Constitución, zona de riesgo. Si logramos superarla con éxito, podemos llegar a las navidades con una incidencia acumulada como la que teníamos a primeros de septiembre. La parte más amarga de la estadística siguen siendo los fallecimientos:el dato de ayer, 537,es el más alto de la segunda ola. No son 537 en un día –--la media de fallecimientos sigue en torno a los 250— pero da idea de cuáles son las consecuencias de que los contagios se disparen: incluso cuando la curva ya baja, las muertes siguen en aumento.
Hoy el gobierno comunicará a las comunidades autónomas lo que éstas ya saben: que el plan es limitar a seis las personas que pueden cenar juntas en Nochebuena o Nochevieja. Las familias numerosas este año tendrán que atomizarse. Dado que es una propuesta, mejor esperar a ver en qué acaba. Es decir, hasta qué punto está dispuesto el gobierno a atender criterios distintos al suyo y aplicar aquí la famosa cogobernanza.
Sánchez e Iglesias podrán cenar juntos en Nochebuena, en Nochevieja y en la noche de reyes, si están por la labor de estrechar lazos y superar estas tiranteces que últimamente demuestran (últimamente me refiero a los últimos cinco años). Que el matrimonio no pasa por su momento de mayor enamoramiento salta a la vista, pero que nada une más a una pareja gubernamental que ganar las votaciones en el Congreso también es un hecho. Y esta pareja ha amarrado ya los votos que le hacían falta para poder corear, el jueves de la semana que viene, cuando se voten los Presupuestos el sí se puede, sí se puede.
Cabalgando contradicciones, que diría Iglesias, Pedro Sánchez se acerca a un nuevo éxito de su carrera política. Y no es ironía. Sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado es la misión fundamental que cada año se propone un gobernante (en el caso de España, cada dos o tres años porque aquí somos de hacer elecciones más a menudo que nadie desde que descubrimos la nueva política). Los Presupuestos son la etapa reina de la carrera: si se supera, el resto (salvo que seas Rajoy, te salga la sentencia de la Gurtel y te deje tirado el PNV) es cuesta abajo y con el viento en el cogote. Y así es como amanece hoy Sánchez: acariciando ya la victoria. Su pelotón lo componen Iglesias, Junqueras, Urkullu y Arnaldo Otegi, por orden de importancia aritmética.
Antes ha tenido pagar peajes, claro. Todo gobierno en minoría parlamentaria --–y éste lo es--- ha tenido que hacerlo. Y éste, como es de coalición, ha tenido que pagarse primero el peaje a sí mismo: Sánchez ha encumbrado a Iglesias como muñidor de la mayoría parlamentaria en la que se sostiene. Le madrugó los pactos y ha presentado resultados antes que el otro sector del gobierno, el que anda cortejando a Ciudadanos. No sólo eso, anoche se apresuró a publicar un tuit para celebrar lo que llama la consolidación del bloque de la investidura (nada le gustan más a Iglesias que los bloques y los frentes). Su bloque ideal es éste que forman él mismo, Oriol Junqueras y Analdo Otegi. Por eso en el tuit no dice nada del PNV, que también va a apoyar los Presupuestos pero que para Iglesias no existe. Sus hermanos del alma son los que son: Junqueras, condenado por sedición, y Otegi, condenado por pertenencia a la mafia. Los nuevos popes del progresismo en España.
Y de la autodeterminación, que es el nexo real ---no el progresismo— que une a este tripartito adosado a Sánchez. La autodeterminación, es decir, la independencia enterrando el derecho a decidir del resto de los españoles, es lo que convierte a los tres
Añadámosle, aunque Iglesias lo ignore, al PNV y tendremos al cuarteto que le garantiza a Sánchez los cincuenta y nueve escaños que necesita para, sumados a los 120 que él tiene, sacar las cuentas adelante. Son el PSOE más cuatro partidos que defienden la autodeterminación. Y que trabajan para conseguirla. Aprovechando, como diría Otegi, esta ventana de oportunidad que les ha abierto el presidente. Cabalgando contradicciones, como decía Iglesias antes de aficionarse al traje, a la corbata y al moño.
Rufián incluyó entre sus exigencias lo que él llama acabar con el paraíso fiscal de Madrid. Madrid, Madrid, siempre tienes la culpa de todo. Cuando no es el coronavirus es la crispación o los impuestos. En rigor lo que Rufián está pidiendo es que se ponga coto al autogobierno madrileño. Qué es eso de que un gobierno autonómico pueda ejercer la competencia que tiene reconocida para subir, bajar o bonificar los impuestos que le corresponden. El profeta del derecho a decidir ahora quiere armonización fiscal. Podría haber exigido que se ponga fin a los regímenes fiscales que de verdad son distintos al resto, País Vasco, Navarra, el régimen especial de Canarias. Pero no, quiere que se obligue a pagar más impuestos en Madrid. Mismo impuesto de patrimonio para todos. Lo siguiente podría ser mismo impuesto de la renta para todos, ¿eliminamos el tramo autonómico? ¿Mismos impuestos municipales para todos, para que los alcaldes no compitan entre ellos para atraer empresas? Es un camino: la armonización total. No está claro que sea el más nacionalista, o autonomista, de los caminos, pero es una opción. Café para todos.
En realidad él lo que Rufián quiere es que cale la idea de que Cataluña tiene menos recursos de los que debería porque los contribuyentes se van a Madrid. En otros tiempos la culpa de todo la tenía Extremadura por usar el dinero de los contribuyentes catalanes para ponerle un ordenador en clase a cada niño. Ahora la culpa la tiene Madrid, por tener impuestos bajos atraen a los contribuyentes. ¿Alguna vez tendrá el gobierno catalán, el de ahora y los de antes, alguna responsabilidad sobre algo de lo que pasa en Cataluña? Esquerra ha gobernado esta comunidad desde 2003 a 2010, en alianza con el PSC, y de 2015 a 2020 en alianza con Convergencia, la derecha catalana. De los últimos diecisiete años, Esquerra ha gobernado doce. Pero ni uno de los problemas que arrastra Cataluña se lo atribuirá nunca Rufián a su propio partido. Fingiéndonos oposición vivimos mejor.