Monólogo de Alsina: "Lo de Sánchez no es cogobernanza, es el desquite"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo de Más de uno sobre la marcha de Messi del Barcelona y la vuelta de Pedro Sánchez de sus vacaciones.
Unos vuelven y otros se van. O se quieren ir.
Lo de Messi es la noticia de la jornada. El portazo. Por burofax. Se lo contó ayer Onda Cero antes que nadie: la estrella que no aguanta más en el club de Bartomeu y Koeman y pide que lo liberen. Queda por resolver la cosa del dinero, pero diga lo que diga un contrato, si un jugador de la categoría de éste quiere irse, se va. De hecho, y en la práctica, ya se ha ido. El Barça de 2020 toca fondo. En la diada de este año no habrá líder independentista que lo ponga como ejemplo del éxito que le aguarda al procés.
Se va Messi pero ha vuelto Pedro Sánchez, vaya una cosa por la otra. De crack a crack. Ha vuelto el presidente de sus vacaciones. Y España respiró aliviada. Porque temió que se quedara para siempre en Las Marismillas.
Volvió Sánchez con mejor color que el que tenía cuando se fue y con peor discurso. Se reunió un rato el gobierno en la Moncloa. Se dieron un par de navajazos el señor Iglesias, la señora Celaá, la ministra Robles (en fin, lo que viene siendo el día a día del gabinete) y en vista de que el coronavirus nunca se fue, que la tendencia de agosto es lamentable, que la situación es grave y preocupante (en palabras del gurú Simón que hace suyas el presidente), en vista de que tenemos más contagios que los demás países, más paro y más incertidumbre que nadie, decidió ayer el gobierno... nada en absoluto. Nada significa nada. ¿Medidas nuevas? Ninguna. ¿Charla táctica posterior para sacudirse responsabilidades venideras? Toda.
Sostiene Sánchez que ayer dio un paso crucial al ofrecer a los gobiernos autonómicos que sean ellos los que pidan el estado de alarma en su territorio. Él se compromete a que los grupos parlamentarios del PSOE y de Podemos apoyen la petición en el Parlamento. Alguien ha debido de tomar demasiado el sol en Presidencia y se ha hecho un lío con los procedimientos. Se nos vende como novedad que un presidente autonómico pueda solicitar al gobierno el estado de alarma en su región. No lo es. Siempre ha sido así. Pero quien declara la alarma es el presidente del gobierno. Y quien va al Parlamento a pedir la prórroga, dos semanas después de entrar en vigor, es el presidente de gobierno. Que es quien manda. Delegue o no su autoridad en el presidente autonómico de turno.
La homilía presidencial de ayer sólo tuvo dos objetivos: certificar que el presidente ha vuelto de vacaciones (con mejor color que cuando se fue, mejor color y con peor discurso) y hacer saber que el marrón de confinarnos de nuevo si esto sigue empeorando esta vez no se lo come él. La cogobernanza consiste en que ahora todo lo gobiernen los presidentes autonómicos. El que quiera estado de alarma en su territorio, que lo pida. Sánchez, generosamente, se lo concede. 'Presidente, soy el de Murcia, que necesito que me declares aquí la alarma'. 'Faltaría más, Fernando. Marchando un estado de alarma murciano'. 'Presidente, soy Torra. Que si me puedes declarar el estado de alarma en Cataluña y delegar en mi toda la autoridad, que ya sabes que soy un tipo leal'. 'Por supuesto, Quim, para eso estamos, Quim. Marchando un estado de arlama catalán'. '¿Alguien más necesita un estado de alarma?'.
La cogobernanza era esto. Cogobernanza, como usted sabe, es uno de los palabros que dio a luz el departamento de camuflaje verbal de la Moncloa. Cogobernanza esta vez consiste en que sean los presidentes autonómicos los que se coman el marrón de confinar a la gente en su casa. No es cogobernanza. Es el desquite. Ya que tanto se quejaron los virreyes territoriales por el mando único y las manos atadas, ahora que traguen con lo que hay. Y con lo que viene. ¿Querían autogobierno? Pues ahí lo tienen. El que quiera confinar, que se retrate.
Hombre, en marzo nos contaron que el estado de alarma era la mejor herramienta porque se aplicaba a la vez en todo el país. Que la clave del éxito era ésa: mismas medidas en todas partes. Ahora el cuento ha cambiado y la doctrina es la contraria: el éxito es que las medidas sean distintas por territorios. En marzo decía Torra ‘déjeme cerrar Cataluña’. Y Sánchez le respondía: que no, que el virus no entiende de territorios. Pues ha entendido. Por eso ahora que la situación vuelve a ser grave y con más movilidad entre regiones que entonces, presidentes autonómicos, la responsabilidad es vuestra.
El gobierno central puso ayer a vuestra disposición todo lo que tiene, a saber:
· Militares adiestrados en el rastreo de contagios.
· Y una aplicación para teléfono móvil.
Más no se le puede pedir. Es verdad que lo de los soldados rastreadores ya lo anunció la ministra Robles hace ¡un mes! (De novedoso tiene poco). Y que la app ‘radar covid’ no está funcionando en todas partes precisamente porque la disparidad autonómica la ha retrasado, pero no se desanimen: quién dijo que España no está funcionando.
Como dijo ayer el presidente, las autonomías están haciendo un gran trabajo, el sistema sanitario se ha dotado de recursos que en marzo no tenía, la experiencia acumulada es nuestro mayor activo y hacemos pcr para aburrir. Dices: ¿y entonces por qué tenemos peores datos que los demás países? Bueno, porque... En fin, por... Pues porque son cosas que pasan. Tres veces le preguntaron ayer a Sánchez a qué atribuye que lideremos los peores rankings de Europa (otra vez) y tres veces no respondió. Soltó un speech de quince minutos cada vez que se lo preguntaron pero sin decir nada. Porque ahí seguimos: la pregunta que se quedó sin responder en primavera, por qué nuestros datos son peores, sigue sin ser respondida a final de agosto. La auditoría independiente de la gestión de la epidemia que nunca se hizo. Ni se va a hacer.
Cuando acabó la homilía de Sánchez salió Pablo Casado a pregonar que él tiene un plan B para todo. Un catálogo completo de soluciones. Estupendo. Que lo apliquen los gobiernos autonómicos que del PP dependen y vamos viendo así los resultados. En Madrid, por ejemplo, que es donde peor se han puesto las cosas.
Casado le reprochó ayer a Sánchez que se atreviera a garantizar que ningún niño y ningún profesor se contagiará en un centro escolar.
Pues le puede trasladar la pregunta el señor Casado a su compañera de partido Isabel Díaz Ayuso. Porque ella también garantizó ayer lo mismo que el presidente, están empatados.
'Garantizamos la seguridad de los niños', escribió la presidenta de Madrid en twitter. Está barato el verbo garantizar en este final del verano con virus.
Casado achaca la incertidumbre que sufren los padres a la ministra Celaá, por no haber establecido pautas de actuación, dice. Sí, sí que las estableció. En julio. Pero los gobiernos autonómicos reclamaron su competencia para hacer lo que a ellos les pareciera bien. Empezando por el de Madrid, que ayer informó ya de cómo queda el calendario de regreso a las aulas y en qué condiciones. Lo que prueba que, en este asunto, es el gobierno de Madrid quien tiene que resolver las dudas, la confusión y la intranquilidad de los padres, no la señora Celaá, que no gestiona un solo colegio. Y a decir de sus críticos, casi mejor que así sea.
Ah, Podemos quiere que se sepa que Iglesias abroncó a Celaá por su falta de liderazgo. Qué diferencia con el vicepresidente segundo, que ha liderado la gobernación del país con brío y esfuerzo incomparable todo este mes de agosto. Cuando el presidente se toma vacaciones, ahí está el vicepresidente para tomárselas él también.
Total, que llegados al 26 de agosto, con el país en crisis y las familias intentando aclararse con la fecha en que vuelven los críos al cole (y cómo regresan) seguimos en la misma casilla de siempre. Los regates, las proclamas y las maniobras de quienes gobiernan (España y cada región de España) para cargarle el coronavirus al de enfrente.
Lo que quedó sin responder ayer, además de por qué siempre estamos peor que casi todos los demás países, es: en esta nueva etapa, tan grave y tan preocupante en que los gobiernos autonómicos han de asumir que la Sanidad y la Educación es cosa suya, el papel que le corresponde al gobierno y a su presidente en la gestión de la epidemia entonces, ¿cuál es? En ausencia de estado de alarma y de mando único, con la España descentralizada, cuasi federal, y todo el poder en manos de los virreyes, ¿Sánchez para qué está?