Monólogo de Alsina: "Aquí es Sánchez quien se hace un Johnson y predica lo inconveniente que le parece que haya elecciones mientras cultiva su campaña promocional"
Son dos estilos. Dos formas de ejercer el cargo. Dos tradiciones parlamentarias. Dos mundos.
Madrid |
En el Congreso de los Diputados de aquí, España, tenemos a Meritxell Batet, ex ministra de la máxima confianza del presidente de gobierno. A nadie le cabe en la cabeza que ella pudiera tomar una iniciativa que no contara con la bendición previa de quien la ha colocado donde está. El presidente. Que al Parlamento acude lo menos que puede y casi siempre a rastras.
En la Cámara de los Comunes, Reino Unido, quien dirige las sesiones es un señor al que usted probablemente no le pone cara pero cuya voz ha oído ya muchas veces. Ya verá cómo le suena. Es éste que dice, así como entonando: ooorder.
Éste es John Simon Bercow. Presidente del Parlamento y pesadilla para el gobierno conservador, aunque él mismo pertenezca al Partido Conservador. (Qué cosas pasan en el Reino Unido). Bercow le declaró la guerra al jefe de gobierno, Johnson, el día que éste le declaró la guerra al Parlamento anunciando su clausura temporal para que no pudiera entorpecer el plan gubernamental de salirse ya de la Unión Europea con o sin acuerdo con los demás países. Por las bravas el Bréxit y por las bravas el desbloqueo de la cámara. A Theresa May nunca se le ocurrió llegar tan lejos.
Ahí se hizo oír el presidente del Parlamento —escándalo democrático, aberración constitucional, dijo— y ahí empezó a maniobrar la oposición en la convicción de que mientras hay vida parlamentaria hay esperanza para abortar los abusos de poder. Así lo llamó anoche Bercow.
Y en efecto anoche fue derrotado Boris Johnson. Primero un diputado conservador se cambió de grupo (aquí lo llamaríamos tránsfuga, sus partidarios prefieren decir rebelde), el gobierno perdió así su corta mayoría, la oposición forzó un debate para cambiar la ley e impedir el bréxit por las bravas y hoy se votará y, salvo sorpresa, será aprobada. El jefe de gobierno maniatado para impedir que consume el Bréxit duro.
Aquí lo llamaríamos bloqueo político. Es algo más que eso: es un conflicto institucional de los gordos. Y aunque la noticia, hoy, es la derrota parlamentaria del primer ministro reciente, la conclusión es que ya tiene el motivo (o la coartada) que andaba buscando para terminar con el serial y convocar a los británicos a las urnas. No habrá nuevo referéndum sobre la permanencia en la Unión, pero sí habrá nuevas elecciones a ver si de ellas sale un Parlamento más favorable al primer ministro.
Tiempos revueltos en Europa. Tiempos revueltos en España —llega la diada en Cataluña, el primero de octubre, la sentencia del Supremo—. Aquí es Sánchez quien se hace un Johnson y predica lo inconveniente que le parece que haya elecciones mientras cultiva cada día su campaña promocional.
Vamos al serial 'Ni contigo ni sin mi'. La historia interminable.
Aquí está Sánchez, en su función matinal de ayer (la matineé), diciendo gobernanza porque le debe de sonar mas regio que gobernación, y llamándole propuesta a cerrar la puerta del consejo de ministros a los morados.
En su consejo de ministros no les quiere, pero está dispuesto a aparcarles en alguna poltrona golosa de alguna institución que no moleste. El presidente del gobierno en funciones ofreciendo instituciones como si fueran suyas. ¿Qué poltronas son ésas que Sánchez tiene de oferta? Estos son mis sillones y yo, conmigo mismo, los reparto. Vamos, Pablo, elige las que más te gusten y olvídate de hacer vicepresidenta a Irene.
Mañana siguen estirando el chicle los guionistas: han quedado en verse esto que llaman los equipos negociadores. Que significa que Calvo le pegó un toque a Echenique para repetir la liturgia de julio después de haber proclamado que las cosas hay que hacerlas de otra manera.
La prueba de que huele a elecciones es que Iglesias ha vuelto a hablar de las cloacas, el estribillo de su campaña electoral que, en cuanto pasaron las elecciones, se esfumó misteriosamente de sus oraciones.
La telenovela de Pedro y Pablo ha entrado ya en su fase psicoanalítica. Fingen hablar de política (incluso creen hablar de política) pero están hablando de sí mismos. Iglesias se duele por la humillación a que ha sido sometido.
Y José Luis Ábalos abre su consultorio psicológico.
A las nueve estará aquí el doctor Ábalos y podremos conversar sobre humillaciones, arrogancias, orgullos, despechos, ambiciones, envidias y el resto de sentimientos que hoy alimentan la agotadora crónica política de la nada.