Monólogo de Alsina: "Sánchez, sobreactuado en sus funciones, acusa a los demás de haberle hecho la vida imposible"
Ay, los bemoles. Tiene bemoles lo de Rufián, tiene bemoles. Qué grande habría sido Rufián si ayer hubiera alargado un poco esta frase. 'Creo que la gente está hasta los bemoles de nosotros…y por eso, para dar ejemplo, anuncio que me voy a mi casa'. Pero hombre, Rufián, qué va a hacer el Congreso sin ti. 'Me marcho, no insistáis, me marcho'.
Madrid |
Qué grande habría sido Rufián y qué pequeño es, en realidad, lo que hizo.
Este papel de tribuno de la plebe, la voz del pueblo, a Gabriel le viene grande. Él no es un rostro en la multitud, es un actor interesado en conservar su posición y en que no gobierne quien él no quiere.
Mire, siempre que un dirigente político dice 'ay que ver, qué mal lo estamos haciendo todo' tarda un minuto, sólo uno, en aclarar que, en realidad, él se refiere a los demás. Porque él, entiéndalo, él es distinto. Está Sánchez, que no es de fiar, está Iglesias, que se ha dejado liar y luego está él, que es el que no defrauda.
Esto es. Ve usted que no se trata de que los votantes estén hasta los bemoles de los políticos, se trata de que Rufián está hasta los bemoles del PSOE y de Podemos, nada más.
A Rufián no le indigna que España carezca de un gobierno estable. Eso le da igual porque la única nación por la que él trabaja, acuérdese, es Cataluña. A Rufián lo que le tiene enfadado es que Sánchez se la juegue a unas nuevas elecciones. Que le dé la oportunidad a los votantes de cambiar de opinión, cambiar las mayorías y llevar a la Moncloa a la derecha. Porque a Rufián le parece que democracia es votar y que no hay demócrata que le deba tener miedo a las urnas pero a él estas urnas de noviembre le aterran. Estas urnas no quiere que se pongan.
Ay, los bemoles de Rufián. Sí que es verdad que tiene bemoles.
Aún estamos en las horas de luto por la legislatura muerta que el lunes terminaremos de enterrar. Este fin de fiesta que ayer llevó a la pista central del circo del Congreso a un presidente en funciones y sobreactuado en sus funciones que acusaba a todos los demás de haberle hecho la vida imposible: ustedes, ustedes y ustedes.
Ayer (y hoy) aun estábamos en esto de quién tuvo la culpa, ya no hay más que nieva entre tú y yo y has sido tú la que me dio el mordisco. O sea, en hacerle la autocrítica a los demás. Pero la vida sigue y antes de que lleguen las urnas pasarán otras cosas y cambiarán los estribillos.
Lo más relevante que está al caer es la sentencia del Supremo sobre la arremetida contra la Constitución que lideró el gobierno independentista de Puigdemont y Junqueras, es decir, de Convergencia y de Esquerra Republicana. Quienes más prisa están demostrando por que haya sentencia y por que sea condenatoria son Joaquim Torra, que está loco porque alguien le deje liderar cualquier cosa, y Ada Colau, que en un ejercicio de anticipación que no tiene para los problemas de Barcelona ya ha aprobado un llamamiento a la movilización general en caso de que haya condena. Dices: qué te cuesta esperar a que el tribunal hable y ya luego te pones el traje de pirómana. Pues no, llamamiento a la movilización ciudadana y respaldo a cualquier iniciativa que tome el gobierno independentista. Cualquiera. ¿Dónde hay que firmar? Pero si aún no sabe lo que van a proponer. Da igual, yo la primera. Así se escribe la historia de las instituciones en Cataluña.
Que no parezca que Colau ve con buenos ojos que un tribunal haga justicia. En esto, no. Ya se encarga ella de sentenciar por adelantado qué sentencia es la buena y cuál es injusta. En eso está empatada con Esquerra, la señora Alamany, que antes era de En Común y ahora está en el grupo de Esquerra, que ya prevé no sólo que la sentencia será dura, sino que los barceloneses, al conocerla, no se quedarán quietos en casa. Qué asombrosa aptitud para prever el futuro y echar el día pariendo declaraciones.
Claro, ocurre que el socio de gobierno de la alcaldesa que llama a movilizarse (no dice cómo) contra el Tribunal Supremo es el Partido Socialista. Que dice que él no llama, pero que qué va a hacer si su aliada Colau quiere agitar la calle contra el Estado. Se ve que al PSC no le supone un problema compartir gobierno municipal con quien está por la autodeterminación y el descrédito del Estado, a diferencia de Sánchez, que encontró ahí un obstáculo insalvable, ¿verdad?, para compartir él gobierno con Podemos.
Bueno, insalvable en septiembre. Porque en julio no sólo era salvable sino que se había salvado, de hecho. Con autodeterminación y todo iba a haber sido vicepresidenta de Sánchez, Irene Montero, colíder de Podemos que hoy se reincorpora a su escaño (cinco días antes de que el Parlamento se disuelva).
En noviembre parecía que iba a ser Cataluña el gran asunto de las campañas electorales en España y luego fue Vox. A ver si ahora que parece que el gran asunto va a ser quién ha de cumplir más penitencia por el fiasco de la legislatura no acaba siendo Cataluña la cuestión que más tiempo ocupe en los debates.
De momento, Sánchez se esfuerza en hacernos olvidar a todos la sintonía que su portavoz parlamentaria, Adriana Lastra, ha exhibido con Rufián estas últimas semanas. Éste es el presidente, ayer, cuestionando que Esquerra sea de izquierdas y proclamando que lo único que tienen en común fue la moción de censura.
Y ésta es Adriana Lastra hace dos meses cubriendo de flores al colega Rufián, tan de izquierdas como ella.
Ahora toda un discurso, pasado mañana toca hacer el contrario. Y así siempre. Y así todo.
O sea que sí. Que tiene bemoles.
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