opinión

Monólogo de Alsina: "No diga 'subida de impuestos', diga 'reforma fiscal'"

Carlos Alsina celebra en su monólogo de Más de uno el santo de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, recordando la subida de impuestos que ha anunciado Sánchez y el caso de la tarjeta de memoria de Dina Bousselham.

Carlos Alsina

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Para celebrar que es San Pedro y San Pablo digamos algo de Pedro y de Pablo.

Pedro, Sánchez, avisa de que vendrán subidas de impuestos. No dice subida, claro, es una palabra prohibida, dice 'reforma del sistema fiscal'. Y dice 'justicia', que es el comodín de los gobernantes para justificar siempre que sus subidas son las justas y necesarias. Desde Montoro y su 'complemento temporal de solidaridad' todo está inventado.

En la entrevista río que hizo el presidente para La Vanguardia admitió que la crisis es, en efecto, una crisis. Es decir, algo de lo que no se sale como si aquí no hubiera pasado nada. Naturalmente, esto tampoco lo dice el presidente abiertamente. Los salmos del verano son, todavía, que 'no dejamos a nadie atrás' y que, a diferencia de 2010 y 2012, no hay recortes ni austeridad, sino grifo del dinero barato, Banco Central a toda máquina y hasta el Fondo Monetario Internacional diciéndole a los gobiernos: ¡gasten, gasten! El realismo mágico que consiste en que llegarán 140.000 millones llovidos del cielo (europeo) sin condiciones, ni contrapartidas, ni hombre de negro, ni nada. Los ERTE son la presa de hormigón que mantiene contenido el paro y los avales del ICO son los puntales de madera que mantienen en pie las empresas. Esos son los salmos de hoy. La realidad, sin magia, es que la deuda pública hay que devolverla con intereses, que los 140.000 millones son todo deuda y que las medidas de emergencia sirven para atender la emergencia, no son la política económica de un Estado.

Así que no, dice Sánchez, esto no es sostenible y habrá que recurrir a la carta de los impuestos.

Ya aflora la primera línea del argumentario para la subida que viene: más impuestos a las empresas. Las que se salven, que contribuyan más al Estado. De las familias aún no hablamos, pero terminaremos hablando.

Mientras el presidente le contaba todo esto a Jordi Juan y Enric Juliana, el periodista John Carlin caída enamorado de la forma romboide de las orejas del presidente, según escribió él mismo. A Sánchez lo ve como un macho alfa alto y guapo. A Quim Torra lo ve el periodista como una eminencia internacional. Así lo dice: 'Frente a la puerta donde se ha hecho fotos con eminencias internacionales como Enmanuel Macron o Quim Torra, Sánchez señaló un par de olivos'. La eminencia, o sea, Torra, estaba a la misma hora predicando que la independencia de Cataluña es irreversible (sin fechas, eh, que han pasado tres años desde que dijeron lo del año y medio y Rufián se ha quedado a vivir en el Congreso).

Para julio dijo el número dos de Torra, Pere Aragonés, que se reuniría la mesa de partidos. 'En julio', dijo también el gobierno. Pero escuchando a Sánchez uno diría que se le han enfriado las ganas.

Que nos gustaría, claro, pero que ya veremos. Que todo es muy difícil siempre, porque andan los de ERC y los de Puigdemont en lo de siempre, la competición por el voto. Qué le van a contar a Sánchez, que vive siempre pendiente del contador electoral. Y del contador parlamentario: a Esquerra le prometió que reuniría la mesa y a Bildu, que derogaría la reforma laboral. Y dos huevos duros. Antes del 'sí te he visto, no me acuerdo'.

Asuntos pendientes. Los juicios del caso Villarejo. Ya que es San Pedro y San Pablo, hablemos también de Pablo.

Este fin de semana han trascendido las tres declaraciones que prestó Dina Bousselham ante el juez García Castellón sobre su tarjeta de memoria. El robo del teléfono móvil, la tarjeta que llega a Interviu, el presidente del grupo Zeta que decide que no se publica nada y cita a Pablo Iglesias para que vea lo que hay y se la lleve, los meses que Iglesias se la queda, la publicación en OK Diario de pantallazos procedentes de ese teléfono móvil que dejan a Iglesias como un machista y el registro, mucho tiempo después, en casa Villarejo que revela que el comisario también tuvo copia del material que había llegado a la revista.

Las contradicciones en que cayó la señora Bousselham en sus declaraciones de marzo de 2019 y mayo de 2020 son tan gruesas que es natural que el juez se plantee que aquí alguien está ocultando algo.

Veamos: Iglesias le entrega a Dina la tarjeta de memoria en algún momento, que ella no sabe fijar con exactitud, de 2016, después de que OK Diario publique los pantallazos de las conversaciones de Telegram –-'azotaría a Mariló hasta que sangraga' y todo aquello---. En su primera declaración, Dina Bousselham cuenta que Iglesias le ha dicho que Interviu intentó venderle la tarjeta.

A Dina le contó Iglesias que habían intentado venderle las fotos, según ella. Pero en el juzgado lo que declara Iglesias es que Interviu le entregó la tarjeta sin pedirle nada. En su segunda declaración, la señora Bousselham ha hecho suya esta segunda versión, contradictoria con la primera. Una de las partes personadas le hace ver la incoherencia.

En 2019 le había hablado de una extorsión, en 2020 le había contado que todo fue de una amabilidad exquisita.

Segunda contradicción: en 2019 la señora Bousselham declara que ella nunca ha podido acceder al contenido de la tarjeta. Iglesias se la da, ella la mete en el móvil... y nada.

Insiste varias veces en que la tarjeta no funcionaba. En 2020 mantiene esta versión: precisamente porque la tarjeta que le dio Iglesias no se leía es por lo que ella todo el tiempo sostiene que no sabe si esa que le ha entregado es la suya.

Hasta el 18 de mayo de 2020, y ya en el juzgado, no pudo ver lo que contenía la tarjeta. Ésa es también la razón que ella alega para no haber informado a la policía en el 2016 de que ya había aparecido la tarjeta de memoria del móvil robado. Ésta es la parte que más sorprende al juez García Castellón. Veamos: en julio de 2016 OK Diario publica pantallazos que Dina identifica como suyos; acude a la comisaría de Alcorcón a ampliar la denuncia por el robo de su móvil; pero no cuenta que ya tiene en su poder la tarjeta de memoria. El juez no lo entiende.

Hay una hipótesis que explicaría por qué Bousselham no cuenta en julio de 2016 que Iglesias le ha entregado la tarjeta, y es... que no se la hubiera entregado todavía. No ha podido establecerse cuándo lo hizo. El juez cree posible que no lo hiciera, en realidad, hasta enero de 2017.

Hemos dejado a Dina repitiendo en el juzgado, el 18 de mayo, que ella nunca pudo acceder la tarjeta porque estaba deteriorada. Pero, oh sorpresa, el día 27 envía por escrito una aclaración al juez, para evitar malentendidos, dice, en la que sostiene lo contrario: que sí que pudo acceder porque cuando se le entregó, funcionaba. Fue después, la segunda vez que la usó, cuando ya no iba. Y cuando recurrió a una empresa de recuperación de datos para intentar arreglarla.

¿Qué lleva a la denunciante a decir el día 18 que la tarjeta nunca le funcionó a decir el día 27 que sí que funcionaba?

Ella sabrá. Pero probablemente influyó en su cambio de guión esto que el juez le explicó en la última declaración: si una empresa de recuperación de datos dice que no hay forma de recuperar nada de una tarjeta de memoria es que no sólo está deteriorada, está destruida. Si a ella la tarjeta que le dio Iglesias nunca le funcionó es porque se la entregó ya destruida. Y si la tarjeta estaba bien cuando Iglesias la recibió de Interviu, entonces la sospecha es que fue destruida estando en posesión de Iglesias.

La única forma de sacar del apuro al jefe es desmentirse una misma y sostener, en contra de lo que dijo siempre, que la tarjeta le llegó bien. Porque destruir un dispositivo electrónico con material personal que no te pertenece es un delito.

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