OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Sumar se extingue"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la dimisión de Yolanda Díaz como coordinadora general de Sumar.

Qué pasa ahora tras la dimisión de Yolanda Díaz como coordinadora de Sumar

Carlos Alsina

Madrid |

En Magariños empezó a escribirse la decadencia de la vicepresidenta dos del gobierno. Las crónicas que hoy hablan de ella, de su fracaso, tienen el aroma inconfundible de los obituarios políticos. Por ella -improductiva ya para un presidente que todo lo mide en términos de utilidad: la pregunta en la Moncloa, ¿para qué nos sirve Yolanda?- y por su marca política, este partido siempre en fase de fundación que ha entrado ahora en fase de defunción.

Presentar su naufragio como un mérito

Las elecciones del domingo iban a ser un plebiscito sobre Sánchez, y sobre Feijóo, y sobre Begoña y el juez Peinado, y han acabado siendo un plebiscito sobre Yolanda Díaz que ella ha perdido. Quizá si ayer hubiera escrito una carta a los corintios y se hubiera tomado cinco días habría salido alguien a pedirle, por favor, que no se fuera de su cargo orgánico. Pero como eligió grabarse un vídeo a sí misma y evitar, así, que nadie pudiera hacerle ni media pregunta, no consta que hayan salido en tromba las masas votantes de Sumar a pedirle, por dios, que permanezca. 'Resiste, Díaz, no abandones'. Ah, no, que la vicepresidencia dos no la abandona. Que se trata de eso. De presentar su naufragio como un mérito. Incluso en la hora del ocaso se regala flores anunciando que deja el liderazgo de Sumar para ocuparse de la política de verdad, la que ayuda a la ciudadanía, la que merece la pena. Esta frase que parece sacada de un manual de autoayuda.

La estrella de Yolanda Díaz terminó de apagarse

Dar un paso a un lado es como en el lenguaje de la política cuqui se dice quitarse de en medio (venga a fabricar frases biensonantes).

La estrella de Yolanda Díaz terminó de apagarse. Tantos años dando lecciones de política a los demás, explicándoles lo que los españoles quieren, lo que son, lo que piensan; tantos años proclamando que Feijóo no está capacitado para gestionar nada; que Sánchez se queda corto; tantos años escalando puestos y dejando cadáveres (que aún viven) por el camino; y el año en que tuvo la oportunidad de demostrar todo lo que valía en cinco convocatorias electorales -generales (retroceso), gallegas (cero diputados), vascas (uno y gracias), catalanas (retroceso), europeas (bajón)- todo lo que acreditó Díaz como líder de una marca política es que carece de aptitudes para gestionar un grupo político y para ejercer su liderazgo.

La popularidad es una cosa, el éxito político es otra. La ministra a la que aupó Iglesias -el hombre- a la vicepresidencia del gobierno y a la que gurúes en busca de nuevas aventuras llegaron a señalar como la más capacitada para convertirse en la primera mujer presidenta de gobierno en España, renuncia a gobernar su partido. Bien poco ha durado.

Dos hombres suenan para heredar los restos del naufragio

Dos hombres suenan para heredar los restos del naufragio. Urtasun, ministro de Cultura en el rato que le deja su puesto de portavoz de un partido minúsculo, y Errejón, superviviente de tantos naufragios. Que no se entere Mónica García.

En Podemos han declarado fiesta mayor por la caída de su archienemiga. Ha llegado el día que más ansiaron: Santa Tirria, patrona de las venganzas frías. Ya ha profetizado Pablo Iglesias que lo que se ha acabado no es solo Yolanda, es Sumar, criatura política inoperante. ‘Los partidos que aún integran esa marca’, ha dicho, ‘no querrán seguir alimentando un espacio que carece de funcionalidad’. El espacio. Para lo que ha quedado el espacio.

Huir del mundo antes de que el mundo se extinga. Un poco eso es lo que ha hecho la vicepresidenta dos, que lo sigue siendo. Iglesias tiene razón en que Sumar se va diluyendo. Ahora, Podemos tampoco está para dar lecciones a nadie, por más que Ione Belarra se empeñe en darlas.

Belarra se siente fuerte. Después de todo, Yolanda ha sacado tres escaños, pero ella ha sacado ¡dos! Imbatible Podemos. Dos en las europeas, ninguno en las gallegas, ninguno en las vascas, sin candidatura en las catalanas. Pero con lemas electorales que han demostrado ser un revulsivo de primera.

Sostiene Belarra que ella sí sabe cómo frenar a las derechas asalvajadas. Claro que sí. Ahí están los números. Dime de qué presumes.

En las horas siguientes a las elecciones europeas se le ha empezado a ver el cartón al PSOE. Para ser unos resultados magníficos, una candidata magnífica, un programa magnífico, no se ha prodigado su secretario general en fiestas. Ha dejado que fuera la portavoz de su Ejecutiva quien diera prueba de la humildad con que se encaja una derrota.

No sea modesta, Esther, cómo que en el mundo, ¡en el universo! A ver si Sánchez va a ser menos que Zapatero cuando compartió el liderazgo progresista del mundo con Obama. ¿Cómo fue lo que dijo Leyre Pajín?

Eso, el acontecimiento histórico planetario. El PSOE ha renunciado a preguntarse por qué ha perdido las elecciones europeas. Y por qué perdió las elecciones generales. Se ha abonado al discurso éste de que ha remontado, ha resistido, ha aguantado. Y le da lecciones a Feijóo, que es quien ha quedado primero con setecientos mil votos de ventaja.

El acontecimiento histórico de ayer es que los socialistas europeos han encomendado a los dos primeros ministros que tienen, Sánchez y Scholz, negociar con la derecha europeo los puestos clave de las instituciones comunitarias. Gran acontecimiento: Sánchez en un papel inédito, negociador con el Partido Popular (Europeo). No ha sido escogido por sus éxitos como negociador con el PP español, eso es un hecho. Pero ahora le corresponde hablar y pactar con los populares en la Unión Europea. O sea, también con Feijóo. Igual por eso ha querido empezar con buen pie felicitando al PP por su victoria en las urnas. Es la primera vez que lo hace.

La ley de amnistía entra en vigor

Pasadas las elecciones europeas, hoy publica el BOE la ley de amnistía. Y el independentismo lo celebró ayer por anticipado exhumando la unidad de acción en el Parlamento catalán para hacer dos cosas: sublevarse contra el Tribunal Constitucional y asegurarse el control de la mesa de la Cámara para poder seguir haciendo de su capa un sayo. Puigdemont pudo votar desde Bruselas, faltaría más, en su escaño pusieron un lazo amarillo (vuelve el lacismo) y al frente del Parlamento han coronado a Josep Rull, uno de los artífices del procés, consejero del gobierno independentista condenado por sedición y después, indultado por Sánchez. La alianza -veremos sin ocasional o permanente--de Junts, Esquerra y la Cup, como en los viejos tiempos, ha dado a luz una mesa del Parlamento independentista y que se hace llamar antirrepresiva, entiéndase, anti justicia española. Se nota, se siente, la nueva etapa de concordia está presente. Un condenado por el procés al frente del Parlamento y encargado de decidir ahora a quién permite defender una investidura. Que será Puigdemont, el fugado amnistiado.

Salvador Illa quiere pensar que esta primera derrota no es significativa y que aún tiene opciones para ser investido. Lo veremos. Pero la primera meta volante se la ha ganado Puigdemont por la gracia de Esquerra Republicana. Que entre aliarse con las izquierdas o aliarse con el independentismo de derechas, ha escogido lo segundo. Va a tener razón Sánchez: Cataluña se ha instalado en la normalidad política. Si por normalidad en Cataluña se entiende que el bloque independentista se inventa sus propias normas y se las impone al resto. Para ser una nueva etapa, Salvador, se parece bastante a lo que viene ocurriendo desde 2015.

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