CON MARINA HERVÁS

'La Consagración de la Primavera' de Stravinsky: representar la primitiva relación con la naturaleza

Celebramos la llegada de la primavera haciendo una escucha guiada de la mano de Marina Hervás por el ballet 'La Consagración de la Primavera' de Igor Stravisnky.

ondacero.es

Madrid |

Para celebrar el inminente cambio de estación a la primavera nos sumergirnos en una obra que se llama La Consagración de la Primavera y que compuso hace poco más de cien años un señor ruso que se llamaba Igor Stravisnky. Y para empezar, os voy a llevar de viaje. No a Rusia, sino a Francia. Al teatro de los Campos Elíseos.

Estamos en el teatro de esta avenida tan chic de París en el 29 de mayo de 1913, que es el día en el que se estrena La Consagración de la primavera de Stravinski. Bueno, mejor dicho: se intenta estrenar, porque el día en el que se representa se monta un pifostio tremendo.

Stravinski llegó a escribir que incluso se había llegado a las manos, aunque como este compositor era un poco rollo Sara Montiel, que se inventaba lo que le daba la gana, pues tampoco tenemos la certeza de que pasara tal cosa. En cualquier caso La consagración es un ballet, así que con la gente gritando y abucheando, los bailarines ni escuchaban la música. Se cuenta que el coreógrafo principal Nijinski, gritaba entre bambalinas para guiarles.

Por aquel entonces, Stravinsky ya era un compositor de éxito. Había sido muy aplaudido por sus dos ballets anteriores, El pájaro de fuego y Petrushka (los dos de 1910). A la gente le había encantado que casi podíamos “ver” al pájaro de fuego bailando en torno al príncipe Iván.

Representar la relación primitiva con la naturaleza

El siglo XX está cargado de estos “conciertos-escándalo”. Igual que en el resto de las artes, también la música experimentó cambios que afectaron a sus fundamentos para siempre y claro, al público habitual le costaba entenderlo.

Los cambios no eran un capricho de los compositores: en gran medida lo que se estaba planteando era qué tenía que aportar la música a lo humano, a la sociedad y si la música era capaz de la expresar lo más radical, es decir, la violencia, la ansiedad, la muerte…

Stravinsky quería representar en La Consagración la relación primitiva con la naturaleza, llevar a escena el éxtasis de los sacrificios humanos que hacían los pueblos remotos para garantizar una buena relación con la naturaleza y, en este caso, buenas cosechas.

Esto de lo primitivo y lo natural no es una cosa aislada de Stravinsky. Pensad en las pinturas de Gauguin o en las máscaras de Picasso, o incluso nuestro Lorca con lo jondo y lo gitano. Había cierta fascinación por otras culturas, que muchas veces no implicaba una aproximación antropológica, científica, sino exotizante. A los europeos de la época les fascinaba lo diferente por puro tedio con la vida cotidiana.

Una moda propia del romanticismo del siglo XIX

En realidad, la visita al pasado, el gusto por los antiguos pueblos o civilizaciones se venía haciendo desde un siglo atrás, del romanticismo del XIX. Un ejemplo de ello es Aida, de Verdi –que sucede en un punto histórico indefinido en el Antiguo Egipto– o en Norma, de Bellini, que sucede en la Galia.

¿Por qué se ubicaban ahí las historias? Porque si se ponían problemas políticos del momento como situaciones del pasado, nadie nos podía reclamar estar haciendo crítica social… Cito Norma no por casualidad. He traído un fragmento del famosísimo aria “Casta diva”, que es una invocación de la sacerdotisa Norma a la luna para que le ayude en su lucha contra los romanos, para que veáis que esto de invocar a la naturaleza para que nos ayude (con los romanos, a que haya buena cosecha, lo que sea) es tema de la música desde hace mucho tiempo.

Norma es de 1831, así que cuando Stravinsky escribe su Consagración ya se llevaban muchas décadas representando el poder de la naturaleza en la música. Conclusión: Stravinsky sí, era muy moderno, pero también encontramos rasgos románticos en su propuesta. La cosa es que claro, la forma en que lo hace no es nada idealizada y embellecida como Bellini.

La Consagración de la Primavera tiene músicas del folklore eslavo

La Consagración de la Primavera empieza con “La adoración de la tierra”. Ya el comienzo es algo extraño y nos justifica un poco por qué la gente se volvió tan loca. El primer solo lo hace el fagot, un instrumento que normalmente se asocia con sonidos más graves. Esto se ve en un ejemplo que he traído de su aparición como abuelo de Pedro en la obra Pedro y el lobo, de Prokofiev. El fagot, o sea, el abuelo, está avisando a su nieto del peligro que corre si sale de casa y se encuentra con el lobo.

Stravinsky, con su fagot hiperagudo, quería imitar el sonido de una especie de gaita a modo de llamada. A la vez, nos sirve como representación de la naturaleza que se despierta… Esto lo tomó Stravinski de un canto lituano llamado “Tu mano seserele” que, según Deepl, significa "eres mi hermana". La Consagración está llenita de citas de música del folklore eslavo como este “eres mi hermana”:

Danzas de celebración de la primavera

Después de esta llamada, comienzan las danzas de celebración de la primavera en la montaña. Es muy característico el ritmo, que llamamos ostinato, un ritmo obsesivo, insistente, y que se presenta como bien agresivo.

Éste es el momento en el que aparecen unas jóvenes del río y comienzan a bailar: por un lado, esta danza, que tiene algo de terrorífico, pues las chicas simulan un secuestro (por eso escuchamos una especie de persecución entre ellas: no saben que, de algún modo, están anticipando lo que va a pasar después, pues una de ellas va a ser tomada como objeto de sacrificio para consagrar a la naturaleza.

Y ¡siguen bailando! Nuestras chicas bailan ahora en “círculos de la primavera”. De nuevo tenemos un acompañamiento ostinato y melodías que se repiten, lo que nos permite imaginar que bailan cogidos de la mano, haciendo esos círculos.

Lo que compone aquí Stravinsky es un “Khorovod” o “jorovod”, que es una danza pagana eslava que normalmente se bailaba para el dios Yaril o Yarilo, que justamente es el dios de la fertilidad, la primavera, las plantas…

Ya en su obra El pájaro de fuego Stravinsky había escrito un estilizado Khorovod para presentar a las princesas, entre la que sale la que luego será la enamorada del príncipe Iván, Zarevna.

El siguiente número es una danza entre dos grupos tribales: escuchamos como si la orquesta se dividiera en pequeños grupos para representar esa confrontación. Entra el sabio, que le dice a la gente que se esté tranquilita. Esto se representa tal cual con una pausa general. Todo se calma y se bendice a la tierra y así comienza la danza de adoración a la tierra.

El sacrificio o la glorificación de la elegida para el martirio

Después, llega la parte chunga, la del sacrificio humano. Aquí tenemos otra inspiración de John Williams para Star Wars. Stravinsky escribe esta música tan inestable para prepararnos emocionalmente para lo que va a venir. Y Williams se lo mete a Tatooine, ese planeta hiper desértico, en 'Una nueva esperanza'.

Volvemos a la obra de Stravinsky, y al sacrificio. Después de un baile místico de las jóvenes, comienza la glorificación de la elegida para el martirio, que tendrá que bailar hasta la extenuación para la tierra.

Lo que Stravinski está planteando es algo que ya estaba en el ambiente: por un lado, se rompía con una relación idealizada de la naturaleza y, por otro, jugar con los límites de las artes. ¿Qué se nos muestra? ¿Deben ser siempre agradables o bonitos los temas de los que se ocupan las artes?

Para que se pueda llevar a cabo el sacrificio, se convoca a los ancestros. A la vez que se renovaba la música, también lo hacía la danza. Nijinsky buscó, en su coreografía, imitar las piezas totémicas de madera. Por eso, como sabemos por una reconstrucción de 1989, los bailarines tenían que bailar rígidos y con las palmas de las manos tiesas.