El clásico compositor Richard Strauss trató de captar en una de sus obras maestras la obra de Nietzsche 'Así habló Zaratustra'. En la famosa composición por la película '2001 Odisea en el Espacio' Strauss representa el final de la transformación de Zaratustra, su camino y descenso de las montañas para transmitir su sabiduría.
Richard Strauss también compuso su propia lectura de Don Quijote. Con motivo del Día del Libro, Marina Hervás honra en 'Más de uno' a tan distinguido hidalgo de nuestra cultura a través de la música de Strauss, donde encontramos una expresión por medios musicales de los elementos de un libro.
El mundo caballeresco en la música
Don Quijote comienza presentándonos el mundo de fantasía de las novelas de caballería y cómo, poco a poco, eso le hace perder la cabeza a Don Quijote.
La introducción comienza con una especie de fanfarria muy delicada: es una forma de expresarnos poéticamente el mundo caballeresco de las lecturas de Alonso Quijano. Ese sonido como cortado ya dijimos, cuando hablamos de la monarquía, que representa la nobleza (bailar sin sudar, despacito) y se une a una música que suena como a nana…
La transformación a Don Quijote
Fijaos cómo suena el clarinete que pone un punto de duda a las desenfadas melodías ascendentes… es el tema de la “transformación” a Don Quijote. Y así escuchamos cómo se convierte en un hidalgo español a la alemana: en ese "tarará tarará" es cómo Strauss representa el rollito español. Y este tema acaba en… ¡el de Dulcinea!
La unión de temas no es casual: es una forma de expresar que Don Quijote es por Dulcinea, tal y como escribía Cervantes: "porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma".
Don Quijote representado en el cello
Escuchamos, así, cómo Alonso Quijano… ¡Ya es definitivamente Don Quijote! y arranca sus aventuras: “Fuese llegando a la venta que a él le parecía castillo, y a poco trecho de ella detuvo las riendas a Rocinante, esperando que algún enano se pusiese entre las almenas a dar señal con alguna trompeta de que llegaba caballero al castillo”.
A continuación, para mostrarnos el mundo de confusión en que está Don Quijote, Strauss mezcla, “oscurecidos”, varios de los temas que ya hemos escuchado, el de Dulcinea, el "español" a la alemana, la fanfarria dulce… Y ya se nos presenta, completo, a Don Quijote como personaje, cuya voz la toma el cello.
Lo bonito de este “Leitmotiv” es que ya se nos ha presentado: es una unión entre el material inicial de la ensoñación de las lecturas con el “ritmo” español.
Sancho Panza se presenta en un registro grave, cercano a la tierra
¿Y quién sería Don Quijote sin Sancho Panza? Por eso, escuchamos rápidamente su tema. ¿cómo caracterizarías a Sancho Panza?
Escuchamos una melodía que nos recordara a una danza popular (en clarinete bajo y tuba tenor): así tenemos el origen de Sancho Panza.
¿Nos querrá decir Strauss que Sancho Panza es una versión reducida del hidalgo?
Lo importante es cómo contrasta la música que hemos escuchado hasta ahora: Sancho Panza se presenta un registro grave, pues lo grave se asocia con lo que está pegado a la tierra, la voz de la razón, frente a las ensoñaciones. Y luego se despliega el personaje, que suele usar refranes y defender el saber popular: ahí suena la viola (que es una versión pequeña del chelo –el instrumento de Don Quijote-). ¿Nos querrá decir Strauss que Sancho Panza es una versión reducida del hidalgo?
Don Quijote contra los gigantes (molinos)
La obra entera de Strauss consiste en diez variaciones que representan distintas escenas del libro. Vamos a escuchar solamente una de las más famosas, la de los molinos.
Don Quijote ve a los gigantes-molinos y se ve decidido a atacarlo, como dice Cervantes, “encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea” Al menos eso es lo que nos dice la música, pues se une el tema de Don Quijote con el de Dulcinea… y el de Sancho que le intenta guiar…
Y comienza el ataque, que (spoiler) acaba mal: “embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo”.
Ensoñaciones, locura y psicoanálisis en la obra de Strauss
Lo fascinante de esta pieza es que se construye a partir de elaboraciones de los temas que presenta en el principio –y muchas derivan de ese tema de ensoñación que termina siendo el de Don Quijote-, pues son “variaciones”.
Lo que nos dice Strauss, así, que todo surge de la imaginación del protagonista. Estamos en una época en la que nace el psicoanálisis y la atención al subconsciente. En un tipo tan leído como Strauss –y conociendo su obra inmediatamente posterior- la locura (como forma alternativa de cordura o de comprender la realidad) no es un tema menor.
Don Quijote, en esta versión de Strauss, hace lo que hace por amor. ¿Y a quién no le ha vuelto un poco loco por amor…?