Hemos asistido a un nuevo registro del cuplé. Ya habían sumado socios intelectuales del calibre de la performer Yoko Ono de Lennon o del futbolista Stoichkov. Pero aún quedaban algunos faros de costa por presentar. Digamos que con Pamela Anderson se abre una nueva vía de reflexión sobre el tinglado catalán hasta límites que ahora no habíamos sospechado. Quién podría adivinar que este disparate, tan dramático en su arranque, terminaría asumiendo una estética cercana al de un catálogo del Juteco o al de un poster de garajista. Y es para una revolución de cartón piedra todo vale. Normal que se nos esté bajando el interés por el circo. Entre otras cosas porque la vida va sucediendo en paralelo y no da tregua, aunque algunos aprovechen estos lodos para silenciar sus estridencias.
Pienso en el PP y las nuevas revelaciones sobre la trama Gürtel. Aquí también hay para todos.
Pero dejando al lado el procés de serie B y la Gürtel de españolada, lo que centra la atención de hoy es que en Pamplona comienza el juicio contra esos cinco tipejos que se hacían llamar 'La manada' y están acusados de violación de una chica de 18 años en los Sanfermines de 2016. Cinco sevillanos (algunos ultras de fútbol con antecedentes, un militar y un Guardia Civil), que presuntamente forzaron a la muchacha en un portal, grabaron su salvajismo con el móvil y lo difundieron por WhatsApp entre algunos amigos que jalearon como hienas la hazaña.
Estos seres prescindibles, excedente humano, tienen palmeros y son igual que ellos. Tipos despreciables que humillan, que extorsionan, que someten, que dañan a mujeres. Seres inadaptados que redoblan su sed animal en grupo. Delincuentes sexuales. Qué neandertal sigue siendo en tantos casos el sofisticado siglo XXI. Hasta la próxima.