Pero con ese calambre de curiosidad que muchos no recordábamos. Te diría que incluso en Cultura, que es un récord de extravagancia. Pedro Sánchez ha armado un gabinete que parece más un cartel electoral, subrayando que, al menos de momento, ha adelantado a Ciudadanos por el interior de la curva, saltándose el 'check point' de todos los análisis y el ruido de maracas de las encuestas. Este no va a ser un tiempo fácil para los 84 diputados socialistas, para su proyecto de país (que aún desconocemos).
Nunca antes había intentado alguien llevar a la política un lema que sólo vale para dar lustre a profesiones liberales.Me refiero a aquello de "menos es más". En política menos es menos y me llevo una. Pero el noqueo que ha dispensado Sánchez a los enemigos, a los rivales y a los vietnamitas de matorral de su propio partido es incalculable. Habrá esperar en estado de alerta.
Por reciclar un título del poeta Ángel González conviene decir que aguardamos "con esperanza, aunque no con todo el convencimiento". Podemos también espera al final de pasillo para hacer su duduá de oposición, pero Sánchez tiene claro que el turno es suyo y no sólo gracias a Iglesias, que ya quiso hacerle luz de gas cuando otro gobierno fue posible. Es un momento muy disparatado del horizonte español.
Nada se mantiene como era lo normal hace una semana. Lo único claro es que Rajoy no podía seguir. Despedirlo era lo más razonable. Lo demás es parte del azar, del quiebro táctico y de la extrañeza. Sólo Aznar, que además no es nada, se siente aún legitimado para salir de su envase al vacío y echar un rato la bronca al respetable. Si es que todo está muy loco.