EL GALLO ZUMBÓN

Antonio Lucas: "Hay una violencia que va más allá del terrorismo y es esta de machacar mujeres"

Una de las trampas que genera el machismo sangriento es que se habla sólo de las mujeres que caen rebanadas por asesinos y casi perdemos la cuenta de aquellos que fomentan, alientan y promueven ese otro machismo que pasa más desapercibido.

ondacero.es

Madrid |

El jefe despótico, rijoso y faltón. El compañero de trabajo vulgar, violento y obsesivo. El falso amigo que receta paciencia y silencio cuando una amiga le hace partícipe de su drama. El crimen es la consecuencia fatal para quienes ya tienen impuesto un riesgo en la vida: el de ser mujer. Hay que hablar de ellos. Señalarlos. Denunciarlos. Ponerles el foco encima. A los que contemplan a la mujer como reina del hogar. A los que echan el candado a la libertad de la otra. A los que fomentan el odio contra aquellas y aquellos que luchan como panteras por su dignidad. A los que no dejan paso.

A los que desprecian a quienes no están dispuestas a claudicar en sus derechos. A los que educan rebajando la educación al nosotros, masculino y plural. Hace tiempo que es hora de mirarlos a ellos. De avergonzarlos. Hora de hacerles saber que aquí ya no caben. Si no se actúa, antes o después terminarán destrozando a la mujer que tengan al lado sólo porque no acepta ese código testicular del mando yo, sólo porque pide ser libre. Hay una violencia que va más allá del terrorismo y es esta de machacar mujeres, que viene desde el neolítico.

La costumbre de algunos hombres de dominar a su antojo genera una realidad deformada. Detrás de cada macho a destajo hay un frustrado, un taimado, un ser convencido de poder justificar su complejo golpeando. El sentido de la igualdad empieza por el colegio. Igual que la idea de justicia. Algo difícil de enseñar, por ejemplo, en un instituto segregado. Algo difícil de entender en una sociedad que convoca a millones de ciudadanos ante el brasero de la precariedad laboral. Más aún si eres ella. Que no se haga más tarde, que vamos con siglos de retraso. Hay que señalar con el dedo también por ahí. Hasta la próxima.