Antonio Lucas: "Se ha instalado una cierta histeria simbólica: el número más demandado para el Gordo es el 00155"
Llevamos tantos meses repletos de jornadas históricas que habrá un momento en que lo histórico será la semana que no suceda nada.
Ahora que el artículo 155 está desperezándose por primera vez en esta democracia y el independentismo embravecido da discursos en inglés como si hablase más para Malta que para España, es el momento de reconocer que esto acaba de empezar y que aún quedan por vivir otras muchas calamidades.
En el debate político se ha instalado una cierta histeria simbólica. Gestos y guiños que pesan ya más que las palabras. Que dicen más que ellas. Puigdemont apareció el sábado en televisión con una señera y una bandera de la Unión Europea a la espalda, y con la misma puerta de cuando su discurso del sí pero no algo más entornada.
A este paso los analistas políticos van a tener que ser relevados por interioristas y aparejadores que explicarán la semiología de la caoba o el sentido visceral de un aplique donde estará cifrado el mensaje último de este locurón que no lleva a parte alguna. El momento es muy grave. En periodos así los deseos se confunden y se extreman.
Por ahí se puede explicar que el número más demandado para el Gordo de la Lotería de Navidad sea el 00155. Y que el personal jalee fotos falsas en las redes sociales. Y que la banda de Puigdemont haya hecho del tiempo un chicle muy masticado cuando prometieron acelerar su causa como un Lamborghini. En este orden de deformaciones entra también el lenguaje.
Se escuchan berreas de frases hechas: "Presos políticos", "Golpe de Estado", "Pueblo oprimido", "Sed de diálogo". Todo forma parte de la misma trampa. También las banderas, todas las banderas de este país multicolor, que está adquiriendo modales de dibujo animado. Cada vez se habla con más desgana de lo serio en beneficio de lo absurdo. Eso sí que es histórico: vivir en un debate sin resolver que cada vez se revela más como suntuoso sablazo en el porvenir. En el de todos.