Las declaraciones de la princesa postiza Corinna 'noséqué' han provocado que la fosa séptica deje ver en la superficie de la vida española algo que suena feo. Que huele peor. Comisarios nauseabundos. Empresarios de blandiblú que juegan a la intriga. Bajos fondos repletos de reptiles. Y el Rey emérito señalado por los trileros al final de la desembocadura.
El director del CNI, general Sanz Roldán, pide comparecer en el Congreso por las declaraciones de una señora cuyas palabras (quizá pronunciadas a control remoto) pueden hacer saltar por los aires la vejez de un rey. Si alojan algo de verdad, podrían incluso ser la primera caricia del iceberg en el casco del velero de la monarquía. El asunto es serio.
Resulta patético que un país moderno tenga la cloaca máxima en estado de alerta por la verborrea extorsionadora de un puñado de trincones de pedigrí falso que van de la mano de algunos comisarios chungos. En unos años echaremos la vista atrás y quién sabe si la Monarquía será sólo alpiste de los libros de Historia.
El ser humano cambia, evoluciona, incluso progresa. Y con él lo más sagrado. Pero cada vez hay menos cosas sagradas cuando se escarba en el basurero. El jefe de los espías parece un hombre serio y solvente. ¿Si solicita salir a los micrófonos para frenar la sospecha que trae el estiércol de una tal Corinna y sus 'sabandeños' turbios debemos empezar a preocuparnos? No sé. Es sólo una pregunta. Y alguien debe responderla. Sobre la Cloaca Máxima de Roma se levantaron también palacios.