Con rubén amón

El indultado de Rubén Amón: "Aznar se jacta de haber llevado al PP a la cima, pero no de llevarlo a la sima"

Indultamos con carácter inmediato a José María Aznar, agradeciéndole en primer lugar el hermoso gesto que implica postularse a la reunificación del centro derecha español. Y sabe de lo que habla, no ya porque lo lideró, sino porque también lo ha destruido. Y lo ha destruido con efecto retardado, como si no tuviera responsabilidad.

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Madrid |

Le sucede lo que le ocurre con su bigote. No lo lleva pero lo lleva a la vez. Y trata de arrancárselo para borrar cualquier parecido con la iconografía del tirano, pero el bigote reaparece sin que el sea capaz de verlo. Más o menos como la mancha del fantasma de Canterville.

Y fantasma es Aznar, o fantasmagórico. Un espectro extemporáneo que se jacta de haber llevado el PP a la cima, pero no se responsabiliza de haberlo llevado a la sima, pues la moción de censura que ha evacuado a Rajoy de la Moncloa tiene su origen, precisamente, en las corruptelas que fertilizaron durante su mandato de opulencia y pelotazo.

No hay más que reparar en las bonitas instantáneas de la boda de El Escorial. Correa, el Bigotes, Bárcenas, Matas, Rato, Zaplana jalonan una lista de invitados sospechosamente parecida a la relación de presos de Soto del Real, costaleros de Aznar que se creyeron impunes y que ahora han desfilado como esqueletos del marianismo.

Aznar ha sido desleal a su partido, a Rajoy, a la nación. Ha pretendido sabotear Génova 13 como improvisado protector de Ciudadanos. Y aspira ahora a regresar si haberse percatado ni de su desprestigio ni de su decadencia. Ha perdido la noción de la realidad.

Y más le convendría preservarse del destino que los guiñoles franceses le dieron en Francia. Utilizaban el muñeco de Aznar como extra y relleno de los sketches de grupo. Un señor de bigote grisáceo que quiso ser Felipe II y que puede malograrse como caricatura de sí mismo.