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El indulto de Rubén Amón a Soraya Rodríguez

Soraya Rodríguez ha abjurado del PSOE tanto como el PSOE ha abjurado de Soraya Rodríguez. De hecho, la noticia de su renuncia al carné de la rosa, justificada en la alergia al sanchismo, fue expuesta a una coreografía de la indignación. Empezando por el secretario de organización del partido, Ábalos, cuya beligerancia verbal retrataba implícitamente el hueco de la exdiputada: “Tristeza y horror político”.

Rubén Amón

Madrid |

El tremendismo era una reacción preventiva no tanto a la “espantá” de Soraya Rodríguez como a la hipótesis de alojarse en otro partido. Ninguno más propicio que Ciudadanos, aunque se trate de un viaje doloroso. Doloroso porqiue el carné del PSOE fue para Soraya Rodríguez la manera de celebrar la mayoría de edad. Lo adquirió a los 18 años bajo la devoción a Felipe González. Y como instrumento militante en la lucha del feminismo.

Quiso ser fiscal Rodríguez, pero la carrera de abogada le permitió defender a las mujeres maltratadas en la primera casa de acogida que se había creado en Valladolid en 1996. 23 años después la carrera de Soraya Rodríguez resucita donde empezó: el parlamento de Estrasburgo.

Y es verdad que quiso disputar la alcaldía de Valladolid, pero la apuesta se malogró con la mayoría absoluta de León de la Riva (PP). Zapatero la redimió como secretaria de Estado de Cooperación y Rubalcaba la escogió como portavoz en el Congreso. Soraya la socialista se enfrentaba a Soraya la popular. Vallisoletanas ambas. Feministas. Beligerantes.

“Yo estuve allí”, fue el lema de los socialistas que arroparon a Rubalcaba cuando su rival histórica, Carme Chacón, cuestionó la gestión del PSOE y del Ejecutivo en los estertores del zapaterismo. Firmó Soraya Rodríguez el manifiesto. Y abrió distancias con la exministra de Defensa, pero el lema ha recuperado un valor premonitorio. Estuvo allí, pero ya no está.