el indultado en más de uno

El exorcismo del padre Amón: ¿Superarías el test para reconocer a un poseído?

Me indulto a mí mismo para responder a la inquietud que ha suscitado a Pilar Cernuda mi experiencia como alumno de la Universidad Regina Apostolorum de Roma en un curso sobre exorcismos. Fui inscrito en calidad de oyente. Que es mejor que asistir en calidad de paciente, aunque no se me concedieron créditos ni diplomas.

Rubén Amón

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Lo que sí conseguí fue aprender a reconocer a un poseído. ¿Lo estáis vosotros? Antes de aventuraros con la respuesta, os recomiendo que superéis el test que a mí me enseñaron. Apuntad en un papel. Los oyentes también pueden hacerlo.

-¿Blasfemáis con frecuencia?

-¿Incurrís en obscenidades sacrílegas?

-¿Veis y oís más allá de donde alcanzan los sentidos?

-¿Podéis ejercer una fuerza desmedida?

-¿Os habéis sorprendido hablando lenguas que nunca estudiasteis? No valdría como prueba tararear el estribillo coreano de Gangam Style

-¿Realizáis contorsiones inverosímiles?

Me decepciona el resultado de la encuesta, queridos tertulianos, pero el disgusto no me impide confiaros los métodos de aproximación a Satanás que han suplantado a los antiguos. Sobre todo porque Belecebú está al acecho en internet, en plan cibersatán.

El exorcismo requiere el rango de sacerdote y la autorización del obispo de la correspondiente diócesis. Pero también requiere tratar Satán con un ritual más sobrio y educado que sustituye las estridencias al uso desde 1614.

Menos retórica. Menos adjetivos. Y menos intimidación verbal: no se le debe llamar espíritu inmundo, dragón maldito ni bestia insaciable. Tampoco vale aliviarse y entrar en la habitación mascullando: aquí huele a azufre.

De cuanto yo aprendí, basta llamarlo Cuna del mal, ubicar el extremo de la estola en el cuello. Y colocar la mano sobre la cabeza para poner coto a las turbaciones diabólicas. Dije turbaciones.