Me refiero a Gonzalo Caballero el torero. Y el motivo consiste en que acaban de darle el alta. No por coronavirus, sino por la cornada que estuvo a punto de malograr su vida el pasado 12 de octubre.
Insisto en la fecha porque han transcurrido cinco meses. Y porque este mismo periodo de convalecencia prueba la brutalidad de la cogida. No voy a detallar el parte médico para no confundirlo con una película de Tarantino, pero sí voy a decir que Caballero perdió tres litros de sangre y que estuvo nueve minutos en el más allá.
Quisimos hablar con él en la nueva temporada de Onda Ruedo, un programa que aspira clarísimamente al Ondas. Y nos decía el torero que se sentía a sí mismo como un superhéroe. No por vanidad, sino por la proeza que suponer regresar de la ultratumba.
Y Gonzalo Caballero había sido desahuciado. El mismo le dijo al doctor García Padrós que le despidiera de su madre. Quizá por ello, en el avatar que el torero tiene en Whatsapp se retrata con ella en una foto, siendo él muy niño.
No cabe mejor antídoto a la fatalidad que una imagen candorosa de la infancia, por mucho que Caballero haya resucitado. Y que provocara al destino con su vestido de luces.
A Caballero ya lo cogió gravemente un toro en Madrid el 22 de mayo de 2018. Y decidió reaparecer con el mismo atuendo en Las Ventas. Era la manera de desafiar la superstición, pero la gravísima cornada de octubre explica que haya preferido donar el traje al museo de la Esperanza de Triana de Sevilla.