EL INDULTADO DE RUBÉN AMÓN

Rubén Amón indulta a Pablo Iglesias: "Va a decirle a Oriol Mandela todo lo que no puede permitirse Sánchez"

Pues sí, indultamos aPablo Iglesias en su papel de mediador. Y en la embajada que protagoniza personándose en la prisión de Lledoners, como quien visita no a Oriol Junqueras, sino a Oriol Mandela, exagerando por analogía el cautiverio del presidente sudafricano.

ondacero.es

Madrid |

27 años estuvo encerrado Mandela en Robben Island. Y 13 meses lleva ya Junqueras en cautiverio, aunque el traslado a Lledoners le ha proporcionado la abnegación del alcaide para que el pontífice soberanista se encuentre como si estuviera en casa.

Y recibe a Iglesias en el tresillo. Id preparándoos al melodrama. Y al énfasis sensiblero con que Iglesias va a recrear el tormento carcelario de estos demócratas. Lo imaginamos ya compungido, conmovido delante de los micrófonos. Puede que se le escape una lágrima. Y seguro que se le va a quebrar la voz.

Preveníos de la crisis de hiperglucemia que se avecina. Iglesias va a reivindicar el derecho a decidir. Va a exigir la libertad de los políticos presos. Va a denunciar el delito de rebelión. Y va a suscribir el relato de la monarquía ilegítima que nos rige.

Por eso va a la cárcel. Porque puede decirle a Junqueras todo lo que no puede permitirse Sánchez. Lo que no va a poder prometerle es la absolución ni el derecho de autodeterminación. Ya le gustaría, ya, pero tendrá que conformarse con expectativas más modestas. Inculcarle a Junqueras acento social de estos Presupuestos. Y acaso explorar el camino de un tripartito, PSC, los Comunes y ERC unidos en la ilusión de los viejos tiempos.

Será el éxtasis de la caramadería. La nostalgia de la represión. Gentes encarceladas por sus ideas. La caricatura del Estado represor que coarta las libertades. Y la parodia de Pablo Iglesias como el negociador que le trae a Sánchez la llave dorada de los Presupuestos.

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27 años estuvo encerrado Mandela en Robben Island. Y 13 meses lleva ya Junqueras en cautiverio, aunque el traslado a Lledoners le ha proporcionado la abnegación del alcaide para que el pontífice soberanista se encuentre como si estuviera en casa.

Y recibe a Iglesias en el tresillo. Id preparándoos al melodrama. Y al énfasis sensiblero con que Iglesias va a recrear el tormento carcelario de estos demócratas. Lo imaginamos ya compungido, conmovido delante de los micrófonos. Puede que se le escape una lágrima. Y seguro que se le va a quebrar la voz.

Preveníos de la crisis de hiperglucemia que se avecina. Iglesias va a reivindicar el derecho a decidir. Va a exigir la libertad de los políticos presos. Va a denunciar el delito de rebelión. Y va a suscribir el relato de la monarquía ilegítima que nos rige.

Por eso va a la cárcel. Porque puede decirle a Junqueras todo lo que no puede permitirse Sánchez. Lo que no va a poder prometerle es la absolución ni el derecho de autodeterminación. Ya le gustaría, ya, pero tendrá que conformarse con expectativas más modestas. Inculcarle a Junqueras acento social de estos Presupuestos. Y acaso explorar el camino de un tripartito, PSC, los Comunes y ERC unidos en la ilusión de los viejos tiempos.

Será el éxtasis de la caramadería. La nostalgia de la represión. Gentes encarceladas por sus ideas. La caricatura del Estado represor que coarta las libertades. Y la parodia de Pablo Iglesias como el negociador que le trae a Sánchez la llave dorada de los Presupuestos.