Tuvo que renunciar al tema Alejandro Fernández,pero el enfoque de su campaña demostraba su atipicidad. Aunque no hay más atipicidad en Cataluña que liderar el Partido Popular. Es un reducto semiclandestino, cuando no una subversión y una expresión antisistema.
Porque el PP es un partido desaparecido. Las últimas elecciones lo restringieron a cuatro diputados y 185.000 votantes -un millón menos que CS-, de forma que Alejandro Fernández es consciente de que solo puede subir, como sabe que su perfil más cosmopolita y esmerado se distancia de la agresividad de García Albiol, predecesor en el puesto y contrafigura perfecta de Fernández.
Es un buen orador el nuevo líder. Provocador. Divertido
Y no tiene remilgos en reconocerse como un heredero extemporáneo de Margaret Thatcher y de Ronald Reagan, una especie de nieto político de ambos que tuvo la intuición de apostar por Casado en el congreso veraniego y sucesorio de los populares.
Y Casado le ha devuelto el favor arropando su presidencia. Y reconociendo el valor que supone representar la contracultura en Cataluña, aunque Alejandro Fernández, muy cultureta y bastante carismático, no observa grandes diferencias entre él y Torra.