De Bouteflika hablamos. Y de la decisión de renunciar al trono presidencial después de haberlo ocupado 20 años. 20 años decíamos, pero los argelinos no lo han visto dirigirse a ellos desde 2013, cuando sufrió un derrame cerebral.
Fíjate como era el caso de Bouteflika que siempre estaba fuera. Ora en Ginebra, ora en París. Y que era noticia cuando visitaba el país. Como si fuera una lejana colonia.
Interesa a los españoles este asunto mucho más de lo que pudiera pensarse. Porque nos duchamos gracias a Argelia. Y porque cocinamos gracias a Argelia también. Del país magrebí, 41 millones de habitantes proviene el 60% del gas que consumimos. Y de su estabilidad también depende que podamos seguir haciéndolo.
Por eso nos interesaba creer en el espectro Bouteflika. Lo llamaban el Marco porque su foto enmarcada lo representa en los actos públicos. Y se le considera el títere de El Poder, siendo El Poder el sobrenombre inquietante de un grupo de militares y empresarios que llevan el rumbo de Argelia mientras Bouteflika finge desempeñar la jefatura del Estado.
82 años tiene el presidente, pero podría tener 182 porque Bouteflika es una abstracción. Está embalsamado en vida. Y la expectativa de estabilidad de eternidad se percibía con en la comunidad internacional. Argelia no es una democracia, pero es un régimen estable, un freno al yihadismo y un aliado perfecto para el cinismo de la realpolitik.
Destronado el presidente títere, ya solo queda saber quién será el títere que lo sustituya.