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Rubén Amón indulta a Carlos Galván: "Ha convertido la sastrería de toreros en la de médicos y enfermeros"

Procedo al indulto de Carlos Galván. No creo que lo conozcáis. Tampoco lo conocía yo hasta que lo entrevistamos el pasado lunes en el programa de éxito Ondaruedo, aspirante absoluto al premio Ondas, que luego llegan las sorpresas.

Rubén Amón

Madrid |

Carlos Galván, decía. Fue novillero. Se recicló como mozo de espadas. Y luego organizó su propia sastería de toreros en Fuenlabrada. Allí se trabaja con telas nobles, las sedas por ejemplo, e hilo de oro. Y se conciben prodigios de artesanía.

Y no solo de artesanía. Porque Carlos Galván ha reconvertido el taller de los vestidos de luces en una comuna para fabricar batas y prendas sanitarias. Se ha hecho mandar patrones. Y ha reclutado costureras profesionales y voluntarias para confeccionar las partidas.

Me gusta mucho esta idea de convertir la sastrería de toreros en sastrería de médicos y enfermeros. No porque estos últimos se estén jugando la vida, que lo hacen. Y las cifras lo demuestran. Sino porque las telas poseen superpoderes.

Aparentemente son iguales a cualesquiera otras, pero a los toreros les hacen sentirse más seguros. No llevan protección alguna. Sí contienen a cambio una protección simbólica, aunque Carlos Galván va a ceñirse a los colores más sensibles a la profesión médica.

El blanco, el azul y el verde, aunque no estaría demás que concibiera algunos ternos de gran poder, purísima nazareno y espuma de mar. A nuestros médicos y enfermeros. A nuestras doctoras y enfermeras hay que revestirlos y revestirlas de una liturgia.

Exponen sus vidas a expensas de salvar la de los otros.