En realidad, le han invitado a hacerlo. Los jóvenes cachorros la observan con recelo. Demasiado progre. Y demasiado vinculada aSoraya Sáenz de Santamaría.
Podría atribuirse la purga al relevo generacional. A la inercia de la efebocracia. Pero es curioso que los jóvenes del PP sean mucho más conservadores que las figuras senatoriales.
No todas, pero sí Villalobos. Liberal en términos económicos. Y progresista en asuntos sociales, hasta el extremo de que sus posiciones sobre el aborto o el matrimonio gay han colisionado frecuentemente con la ortodoxia o la mojigatería del partido.
Villalobos votó en las primeras elecciones democráticas, no sé si al PSOE. Fue alcaldesa de Málaga. Diputada desde 1986. Y ministra de Sanidad. Perdió buenos amigos con las bombas de ETA. Y ha salido indemne de los escándalos de corrupción.
Era un verso libre Villalobos. Lo es. Una tipa con personalidad. Incorrecta. Una polemista, una diputada enérgica. Y no solo enérgica, también lúdica, desapegada, pues todavía le persigue la maldición de haberse entretenido jugando al Candycrush en el hemiciclo.
No cabe Villalobos en el PP. O este PP no cabe en la idiosincrasia de Villalobos Y no me parece una buena noticia para el partido. Entiendo que la despojen de la púrpura, de los cargos, pero esta jubilación forzada a mí me recuerda a la retirada del Guerra. No Alfonso, me refiero al torero cordobés. "No me voy, me echan", decía.