Rubén Amón indulta al ciudadano neutral: "Es víctima de Sánchez y de Ayuso"

Procedo al indulto de una especie protegida, si es que existe. Me refiero al ciudadano neutral. Lo primero, entomológicamente hablando, es que no debe confundirse con equidistante.

Por ciudadano neutral, si es que existe, entendemos al ciudadano que se niega a adherirse a la polarización. Pongamos que hablo de Madrid. Y de las obligaciones emocionales y viscerales que implica tomar un bando.

O eres de Ayuso o eres de Sánchez. Ya se ocupan ambos de cultivar los humores cainitas. Y de sobrerepresentarse, pero el ciudadano neutral, si acaso existiera, se desentiende de estas obligaciones militantes.

Ni se Ayuso ni de Sánchez. Más bien víctima de ambos. Cobaya de una coreografía siniestra que subordina la emergencia sanitaria a los objetivos políticos. Recelo de la cordura de ambos.

Y no digo que haya que someterlos a un examen psiquiátrico, aunque no vamos a negar el interés de la pericia. Me conformaría con un examen psictotécnico. Seguro que nos se atreven a someterse a la prueba.

Son buenos tiempos para la lírica, curiosamente, y malos para colocarse en el centro. Los portazos revientan las bisagras. Y prevalecen las opciones radicales, no digamos entre aquellos que se han subido al coche para sustituir a un tanque en el desfile frustrado de las fuerzas armadas.

Me dirijo, pues, al ciudadano neutral. Al no alineado. Al responsable. Al adulto. Que tiene valores e ideología, claro, pero que no las relaciona orgánicamente con un líder enfurecido. Me dirijo al ciudadano neutral. Y lo hago en singular porque tengo entendido que solo queda uno.

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