El ex ministro de las interioridades, Fernández Díaz, puede terminar convertido en una especie de coche desguazado a fuerza de recibir tantas presiones. Su número 2 del ministerio, Francisco Martínez, lo presiona desde abajo. Y Rajoy lo presiona desde arriba, de tal manera que el silencio va a costarle lo mismo que puede costarle ponerse a cantar.
Y no será por falta de experiencia en dar la nota. Fernández Díaz representa otra época de la música. Es la suya una figura feudal que aglutina el nacionalcatolicismo, las obligaciones patrióticas y la discrepancia hacia la separación de poderes, más o menos como un policía a la antigua usanza, un hombre de ley atrapado en un bucle espacio-temporal donde el fin justifica los medios.
Y los medios aquí han sido inequívocamente subordinados al interés partidista y a la decencia del Estado, según pare ce. Malversación de fondos públicos, obstrucción a la justicia. Se trataba de espiar a los rivales políticos, de amordazar a Bárcenas, de intoxicar a la prensa con presuntos informes policiales y de someter a las instituciones a un régimen de vigilancia, entre el Watergate y la TIA de Mortadelo y Filemón.
Confundía la separación de poderes como confunde sus convicciones religiosas con las obligaciones de un Estado laico. Fernández era de Vox antes de Vox existiera, queremos decir en estas líneas del indulto. Un civil con sotana hacia dentro. Un converso cuyas años de abandono y lujuria, igual que San Agustín, le derivaron a la experiencia de la luz.
Dios, patria, familia y famiglia, con acento siciliano. Un ministro del Interior, sí, pero del interior de la caverna, como lo demuestran su concepción de la convivencia. Que si la inmigración aloja a los terroristas. Que si la homosexualidad es una amenaza a la reproducción humana. Que si el aborto equivale al terrorismo de ETA.
Nunca está solo el ministro. Le acompaña su ángel de la guarda. Que se llama Marcelo, igual que sucede con el ventrílocuo y el títere. Y que la ayuda en las cosas pequeñas, "como pueda serlo encontrar aparcamiento", concedía el ex ministros. Y que le ayuda en las grandes cosas. Acaso cuando tenga que delatar a Rajoy o encubrirlo. Esa es el cuestión. Ya veremos después si Dios existe o no existe.