Quiere decir Toscano que los andaluces tienen memoria biológica. Que saben lo que hubo antes de la llegada del PSOE. Que conocen la prosperidad que proporcionó el PSOE. Y que no se fían de las alternativas al PSOE.
Es una versión discutible porque el PSOE tiene en Andalucía más opositores que partidarios y porque ha llegado a perder las elecciones y las ocho capitales, pero es evidente al mismo tiempo que el socialismo va a durar más que el franquismo. Y que la llegada de Sánchez ha sido un estímulo generacional que conviene a Susana Díaz.
Y una apuesta de Toscano. No ya porque lo apoyó cuando era un desconocido, sino porque puso a su disposición un anfiteatro a cielo abierto en Dos Hermanas para convidarle a anunciar la candidatura a la secretaría general del PSOE. Sucedió el 27 de enero de 2017, cuando Sánchez estaba desahuciado. Y cuando se convirtió en Espartaco.
Ahora ha mutado en Frankenstein. Y cambiará de disfraz cada vez que haga falta garantizarse la superviviencia. Si Sánchez supo adaptarse al oprobio y al destierro, más sencillo va a resultarle adaptarse a la victoria y a la Moncloa.
Se relame Toscano en su despacho de Dos Hermanas. Y evoca la emoción que le supuso compartir la investidura de Sánchez con los padres del presidente, sentados en la tribuna del Congreso. Pero también dice que la política es provisional. Por eso no se sienta en el asiento del alcalde. Le ha funcionado bien la superstición, porque Toscano lleva 35 años de alcalde de Dos Hermanas.