EL INDULTADO DE RUBÉN AMÓN

Rubén Amón indulta a Amón el estilita: "Renuncio como Cifuentes a lo que nunca tuve"

Si Emile Zola acusaba, por qué no voy yo a poder renunciar. Yo renuncio. Igual que Cifuentes. Si Cifuentes renuncia al máster que no tiene, por qué no voy a renunciar yo a mi anillo pontificio. Renuncio, señores. Yo renuncio.

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Madrid |

Renuncio a mi colección de grabados de Rubens.

Renuncio a mi velero que fondea en un pantalán de Altea.

Renuncio incluso a volver a ver la cara de mis trillizas. Compadecedlas.

Seguid el ejemplo de Cifuentes. Haceos estilitas. Abandonad vuestras dependencias.

Renunciad a vuestros títulos de bolsa en Singapur. Yo acabo de hacerlo.

He renunciado incluso a mi ganadería de bravo en Medina Sidonia.

Y a mi pura sangre inglesa. Me despediré con dolor de Bucéfalo,

Y de mi perra Leika.

Y de mi mona Chita.

Ya empiezo a sentirme mejor. Escribo desde la ingravidez, casi levitando. Y comprendo incluso al Papa Francisco, cuando pide perdón por los pecados que cometieron otros. Qué hermoso es abandonar el camino que nunca se emprendió. Y qué liberatorio es sacrificar las cosas que ni tuvimos ni tendremos. Renuncio a la inmortalidad. Y a los caracoles al ajillo.

Cifuentes me ha enseñado la luz. También el Atlético de Madrid ha renunciado a Messi. Hasta Ada Colau ha renunciado a sus abonos de la feria de San Isidro, con lo taurina que es ella. Renuncio, así lo digo, a mis discos de David Bisbal. Renuncio a mi Lamborghini. Renuncio a la camiseta firmada por Cristiano Ronaldo. Ya veis qué lejos llega mi sacrificio.

Sangrar por las llagas de otros. Llorar no por los difuntos sino por los vivos. Cifuentes recupera su honor y su credibilidad en un ejercicio sublime de capitulación ajena.

Renuncio a la cadena Ser. Así lo digo. A la alfombra donde me arrodilló para rezar a Alá. Y renuncio a Alá mismo. Y os doy para siempre lo que nunca tuve.