EL INDULTADO

Rubén Amón indulta a Cayetano Rivera: "Debe considerarlo Pablo Iglesias la encarnación del mal"

Voy a indultar a Cayetano, no como arquetipo del pijo madrileño en el imaginario podemista y soberanista. Me refiero al torero, pero su nombre ha adquirido una psicosis en la progresía no menos evidente que su profesión. Cayetano y torero, todo en uno.

Rubén Amón

Madrid |

Debe considerarlo Pablo Iglesias la encarnación del mal. Y debe pensar el vicepresidente que su aspecto de galán y de caballero disimulan una criatura diabólica. Cayetano es torero y está rico. No por herencia, sino por haberse ganado los cuartos en la plaza.

Y por haber demostrado un carisma y una personalidad que han terminado convirtiéndolo en modelo de Armani y en personaje cosmopolita. Ya te vale, Cayetano, ya te vale: torero, rico y guapo.

Andas por ahí provocando, Cayetano. Y reclamando que se cumpla la ley, amigo mío. Podremos discutir si un torero es un artista, pero la legislación no admite dobleces. Y no solo reconoce la tauromaquia como bien de interés cultural. También incluye a los matadores y subalternos en la categoría de los artistas, le guste o no le guste a Iglesias, le repulse o no le repulse a los actores que reniegan de la mezcolanza.

O sea, que el ministro de Cultura, rehén de Hacienda y de un Gobierno antitaurino, está prevaricando. Infringiendo la ley. Discriminando a los profesionales del toreo que reclaman su miseria en la limosna con que el Gobierno quiere aplacar la indignación de los artistas.

Cayetano ha dado el pecho y la cara por sus compañeros. Se la han partido en las redes sociales. Y se ha convertido en un tipo molesto, impertinente. Ya dice Iglesias que no está cómodo con la idea de que la tauromaquia sea cultura.

Claro, Pablo, claro. La cultura tiene que ser cómoda, dócil. Una mascota. Un eslogan. Un atributo de la propaganda. Y un negocio de la izquierda.