Menos mal que EEUU no es una monarquía hereditaria. Ni una república hereditaria, al estilo de Corea del Norte, donde gobiernan los kinkones, aunque sí es EEUU, cuidado,un país de dinastías. Que si los Kennedy. Que si los Bush. Que si los Clinton.
Y Donald Trump junior, apodado Johnny, ya ha declarado que aspira a la alcaldía de Nueva York. Papá ha tratado de disuadirlo. No tanto porque le parezca mal tener bajo control la capital carismática del mundo, sino porque el muchacho, 39 años tiene, ha elegido un mal momento y una peor situación para postularse al trono.
Nos referimos a sus contactos en Kremlin. Y a las conexiones que hubo en Moscú en 2016 para planificar el sabotaje de la campaña demócrata. Ya le hubiera gustado a Putin sentar en la Casa Blanca al presidente de EEUU, pero el caso es que la familia Trump conspiró para ganarse la colaboración del zar.
Y ahí habría hecho méritos Donny, un tipo engominado, bastante grimoso, de aspecto dracúleo, casado también él con una modelo, y de ideas más radicales que las de papá. Porque es posible, aunque no le creáis, ser más xenófobo, atrabiliario y mamarracho que el presidente de EEUU.
Echad si no un vistazo a su cuenta de twitter. Donny compara a la CNN con el nazismo. Y sostiene que los refugiados son como los caramelitos de colores. "Contra lo que parece, son un veneno que puede matarte".
La ventaja de los Trump es que no hay engaños ni apariencias. Son exactamente lo que parecen. Cianuro.